¿Quién no se ha comido una arepa de huevo, ya sea en una esquina de barrio, en el recreo del colegio, o para matar un antojo en la tarde? Esta delicia dorada es puro Caribe en cada mordida. Y también tiene su propio festival en Luruaco del 28 al 30 de junio en la Plaza Municipal.
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Hay quienes este puente festivo decidieron desayunar en esta tierra y luego completar un buen almuerzo en Pital de Megua. No había excusa para no pisar el Atlántico y dejarse maravillar con su sazón.
La Plaza Municipal fue el epicentro del sabor, donde cerca de 70 matronas, esas que aprendieron a amasar desde niñas mirando a sus mamás y abuelas preparaban versiones tradicionales y creativas del platillo, con rellenos como carne, conejo, pato, lengua y chicharrón con cerdo, entre otros.
Son esas sabias que no necesitan reloj para saber cuándo la arepa está lista. Ya están alistando el maíz, calentando el caldero y partiendo los huevos, así como Edenelvis Ventura Valencia, quien lleva más de 15 años participando en el evento.
“Yo empecé fue ayudando a mi suegra, la acompañaba a preparar, a vender y sin darme cuenta aprendí. Después arranqué sola, y aquí estoy, feliz con lo que hago”.
Tiene para todos los gustos: chicharrón de panza, hawaiana, camarón, ñeque, conejo… Pero la estrella, la sensación del año, es su nueva creación denominada ‘La afroexplosiva’.
“Esa arepa tiene camarón, chipichipi, langosta, caracol, carne y huevo. Y un toquecito picante que la hace afrodisíaca”.
A punta de maíz, Edenelvis ha sacado adelante a su familia y hoy es una de las figuras infaltables en este festival que también resalta la labor de mujeres como ella.
“Gracias a esto he sacado a mis hijos adelante, trabajando con mi esposo, luchando parejo. El secreto de una buena arepa es hacerlo con cariño, tener buena mano y que te guste lo que haces”.
Cerca de las 4:00 p.m., algunas vitrinas ya lucían un poco vacías, pero los fogones seguían encendidos para volver a llenarlas. Osman Parejo recorría cada estante con el objetivo de romper lo tradicional y probar nuevos sabores.
“Este año me decidí a explorar, así que nos vamos con conejo y gallina por ahora y ahorita vemos si probamos otras porque esa es la idea. Me gusta mucho que siempre están crujientes”.
Todo un arte culinario
Mientras el aceite hierve, Etilvia Ruíz, realiza los orificios para llenar de proteínas las arepas. “Yo le hago la bolita, luego el cilindro, y ahí le saco la tortica. Después le abro su huequito pa’ rellenarla con lo que se quiera: solo huevo, carne, jamón, lo que le guste al cliente”.
Y es que en Luruaco, hacer arepas parece ser una técnica ancestral, que requiere de conocimiento y también mucho calor. “Cuando usted echa la arepa al aceite, ella primero baja. Pero cuando ya sube sola, sin ayuda, es porque está lista. Ya el huevo se coció y la arepa está perfecta”.
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Este año, Etilvia llegó con toda. Este sábado, por ejemplo, usó ocho cartones de huevos, lo que se traduce en unas 240 arepas. Y como la variedad es el sello, tiene de todos los sabores: arepa de huevo sola, con carne, de chicharrón, de lengua en salsa, mariscos, pato ahumado y hasta una hawaiana con jamón y piña.