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Desde hace cientos de años el alcohol ha sido partícipe de las celebraciones, las alegrías y las desdichas de la vida. Muchas personas ven en una botella de bebida alcohólica un consejero que no juzga y que aparentemente hace olvidar cualquier problema.

Pero ser alcohólico, o tener un trastorno por consumo de alcohol (TCA), tiene distintas consecuencias que afectan tanto la salud física como la mental, además de impactar en las relaciones personales y sociales.

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La ciencia no explica su causa, pero los expertos médicos sobre el tema del alcoholismo aseguran que una sola copa conduce al bebedor alcohólico a atravesar muchas dificultades.

Este 10 de junio la comunidad de Alcohólicos Anónimos (A.A.) en Colombia celebrará un hito trascendental, el aniversario 90 de su fundación. Por ello, EL HERALDO conoció algunos testimonios que dan fe de la metodología que maneja la organización y consultó al psicólogo Francisco López, quien explicó cómo se manejan a esos pacientes y cuál es el proceso de recuperación.

Una ayuda en Barranquilla

Desde 1952 inició Alcohólicos Anónimos en la ciudad de Barranquilla, exactamente el 12 de septiembre, cuando Alejandro Salcedo, un hombre de negocios que sufría esta enfermedad, conoció a un paciente con su mismo problema de alcoholismo, en condiciones deplorables.

“En ese entonces Alejandro le dijo a este hombre: ‘No se preocupe, Escobar, usted sufre de la enfermedad del alcoholismo, y Alcohólicos Anónimos tiene la solución’. Entonces desde aquel momento Arturo nunca más volvió a beber y esto fue lo que se consideró como el inicio de Alcohólicos Anónimos en nuestro país”, contó López.

Esta es una comunidad de hombres y mujeres que comparten sus experiencias de alcoholismo, de fortaleza y esperanza para darle solución a un problema que todos tienen en común. El único requisito para hacer parte de A.A., es simplemente tener las ganas de dejar las bebidas alicoradas, no tiene ningún costo, ya que la organización se mantiene con sus propias contribuciones.

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Así son sus miembros

Para nadie es un secreto que el alcoholismo, o trastorno por consumo de alcohol, afecta a una persona de distintas formas, tanto a nivel físico como psicológico y social, ya que el alcohol es un depresor del sistema nervioso central, lo que significa que ralentiza la actividad cerebral, afectando la capacidad de pensar, moverse con coordinación y controlar el comportamiento.

El profesional de la salud mental Francisco López, quien también hace parte de los miembros de A.A., comentó cómo es el pensamiento que se maneja y resaltó la capacidad que tiene cada persona para reconocer sus errores y cómo pudieron superar cada uno de ellos.

“Nosotros somos parte de una hermandad internacional de carácter informal y estamos constituidos por grupos locales en miles de comunidades. Es interesante e impactante cada historia que se escucha aquí, pues muchas de estas personas ya se habían convertido en habitantes de calle, habían perdido a sus familias y su dignidad. El alcoholismo es considerado una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism (NIAAA), y nosotros aquí utilizamos el método de abstinencia total, es por eso que nuestros testimonios cada vez son más, porque es una estrategia magnífica”, anotó el psicólogo.

Una historia que impacta

Para A.A., es fundamental que quienes ingresan por primera vez hagan una autoevaluación respondiendo algunas preguntas universales con las que siempre cuentan.

“Cuando vamos a dar un paso tan importante como este, siempre nos enfrentamos a algunas dudas e inquietudes, pero esta es la forma más efectiva de poder encontrar respuestas. Entre ellas están: ¿Has tratado de no beber por una semana o más sin haber logrado cumplir el plazo?, ¿Le molestan los consejos de otras personas que han tratado de convencerlo de que deje de beber?, entre otras”, expresó.

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Testimonio de un AA: “Nací en un hogar que solo duró seis años de matrimonio dada la muerte intempestiva de mi madre. Quedamos huérfanos cuatro niños y una niña desde temprana edad, solos con nuestro padre, una persona brillante y llena de valores, pero su adicción al alcohol no le permitió reorganizar su vida ni la de nosotros, sus hijos”. Agrega que creció con un vacío existencial ante esta disfuncionalidad.

“Mi sentimiento de soledad era muy marcado; esto me llevó a refugiarme en el alcohol para escapar. A pesar de mi alcoholismo, sobreviví a toda costa, pero un día, cansado y decidido, me vi en la necesidad de pedir ayuda y encontré la comunidad de Alcohólicos Anónimos. Desde entonces soy otra persona. Ya han pasado más de tres décadas y he podido culminar mis estudios superiores”.