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Explorar el pasado es abrir una ventana a quienes nos antecedieron, a sus vidas y costumbres. Es descubrir en objetos y restos la historia que construye nuestra identidad. Este ejercicio de curiosidad es uno de los preferidos para quienes disfrutan visitar de un museo o espacios que resguarden piezas donde se puedan conectar con sus raíces.

En Villa Rosa, corregimiento que guarda secretos bajo su tierra, desde 2009 funciona la Sala de Arqueología. Vasijas, cuentas de collar, fragmentos de piedra tallada, piezas arqueológicas que aparecían con frecuencia en patios, terrenos de cultivo o solares recién removidos, empezaron a despertar algunos interrogantes por parte de aquellos que lo presenciaban.

¿Quiénes los hicieron? ¿Para qué los usaban? ¿Qué pueblo habitó esta tierra antes? Así nació este espacio ubicado a unos pocos kilómetros del Canal del Dique, en el municipio de Repelón, un lugar que se construyó con la curiosidad, sentido de pertenencia y el impulso pedagógico de Argelia Olivo, quien dirige el espacio desde su inauguración.

“En Villa Rosa es muy frecuente encontrar piezas arqueológicas, vasijas, todo tipo de piezas en cerámica, en hueso y en piedra. Especialmente esas piezas se encuentran cuando llueve, afloran espontáneamente o cuando las personas van a preparar la tierra para sembrar o van a hacer alguna edificación”, expresó.

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Lo que inicialmente fueron hallazgos dispersos, se convirtió en una oportunidad pedagógica. Apoyados por el programa ‘Ondas’ de Colciencias, estudiantes y docentes comenzaron a investigar de forma más rigurosa. Se formularon preguntas claves: ¿A quién pertenecían estas piezas?, ¿Qué significaban?, ¿Cómo las usaban?

“El proyecto tuvo tanta acogida que empezaron a llevar piezas al colegio, los padres de familia, los mismos estudiantes. Así acumulamos gran cantidad de piezas”.

Para darle un hogar digno a los hallazgos, la comunidad educativa gestionó apoyo ante la Secretaría de Cultura Departamental del Atlántico y la respuesta fue positiva. “Nos asignaron un equipo interdisciplinario con arqueólogos e historiadores, y el gobernador en ese entonces, Eduardo Verano De la Rosa, nos asignó los recursos para el montaje de lo que hoy es la Sala de Arqueología de Villa Rosa”.

Desde entonces, la sala ha funcionado dentro de la Institución educativa Técnica Agropecuaria de Villa Rosa, bajo el cuidado y la dirección de la docente.

“Yo soy docente de Ciencias Sociales, tengo el contacto directo con los estudiantes, y además contamos con la asesoría permanente de la Secretaría de Cultura Departamental. Ha sido difícil sostener el museo”, sostiene.

La cultura Mokaná cobra vida

La sala no es gigantesca, pero guarda poderosas piezas ancestrales de algunos pueblos originarios de la región. Este espacio de exhibición es un aula viva donde la cultura mokaná se mantiene en pie gracias a la vocación docente, el entusiasmo estudiantil y el compromiso comunitario.

“Las vitrinas están distribuidas con información museográfica. Exhiben todo lo relacionado a los mokanás: su alimentación, organización religiosa, las cerámicas, las artesanías, sus ritos religiosos, ritos funerarios, entre otras cosas”, dijo la docente de Ciencias Sociales, Irene Alvear.

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Este museo escolar tiene una particularidad que lo hace único y es su articulación directa con el currículo académico. “Además de ser la sala de exhibición arqueológica sobre la cultura mokaná, es un espacio de construcción de aprendizaje. Nosotros los docentes lo articulamos con las diferentes temáticas”.

Arqueología pública

En Colombia, cada vez toma más fuerza una mirada que busca estrechar los lazos entre la ciencia arqueológica y la gente del común, en especial niños, jóvenes y adultos que tienen derecho a conocer y apropiarse de su historia. Es lo que se conoce como arqueología pública.

“Cuando se llevan a cabo ejercicios de arqueología, ya sea a nivel de investigación o en programas de arqueología preventiva, lo que se busca siempre es desarrollar enlaces con las comunidades que permitan acciones relacionadas con la arqueología pública”, dijo Álvaro Martes, coordinador de la Red de Museos del Atlántico.

Para el experto, comprender el pasado no es solo un asunto académico, es también un acto de afirmación cultural. “Ese relacionamiento con el pasado determina gran parte de la identidad cultural de lo que somos”.

Resalta que el patrimonio arqueológico no debe estar concentrado únicamente en universidades o museos urbanos, sino también al alcance de las comunidades rurales y periféricas.

“Es importante que, desde una mirada más macro de lo que somos como departamento, se tenga la posibilidad de que niños, jóvenes e incluso adultos conozcan parte de esta herencia cultural”.

Más allá de ser vitrinas de objetos antiguos, los museos comunitarios son, según Martes, centros activos de conocimiento. “La palabra ‘museo’ abarca un montón de cosas. Finalmente, no se trata simplemente de exhibir, sino también de investigar, conservar, difundir y educar”.

Hoy que se celebra el Día de los Museos, este es un lugar para descubrir en el departamento.