Carnaval de Barranquilla 2024: Toros Miura, 43 años de un 'olé' con sabor a porro

Los cuernos del toro se le entierran en las costillas. El hombre sale disparado, choca violentamente contra el piso. La sangre empapa el cuerpo, escurre por la cabeza del animal. Al fondo suena un porro. Cualquiera pensaría que es una escena dantesca si no fuera por las risas de la gente que delatan al maniquí volando, la pintura roja y el disfraz con los dos hombres en su interior.

Es la comparsa de tradición popular de los Toros Miura que hace su performance cual Fiestas del 20 de Enero. Pero no es una corraleja en Sincelejo, son las calles de Galapa las testigos de los meses de ensayo que esta comparsa dedica para hacer un homenaje a la idiosincrasia costeña.

El 12 de octubre de 1982, en plenas fiestas patronales de San Francisco de Asís en Galapa, se marcó el inicio de esta danza que lleva a sus espaldas ya 43 años desde aquel día que un grupo de tres hombres decidieron 'hacer cultura', tal y como lo define Udigardo Cabrera Cantillo, su actual director.

'Siempre venimos dándole ánimo a todo el Atlántico trayéndole cultura a los municipios de Galapa, Barranquilla, Santo Tomás, Baranoa, Sabanalarga. No nos quemamos vivos y ahí vamos', dice Udigardo que a sus 67 años es, tal vez, el torero — así sea de mentira — más longevo del Carnaval de Barranquilla.

Desde las nueve esperaban al grupo de personas que aún sobre las once no se avistaba. Mientras, el grupo de niños desesperaban listos para salir al ruedo y cuando el momento apremiaba, se dispusieron con una cuerda a bloquear el paso de la camioneta que llegaba. En embestida, se abalanzaron sobre los vidrios y solo se escuchaba: 'una moneda y pasa, una moneda y pasa'.

Los visitantes bajaron y el barrio entero salió a mirar la previa de una corrida peligrosa, que fácilmente se dilató al preguntar por el torero mayor. Todos corrieron cuesta abajo, gritando 'por allá', hacia la casa de Udigardo quien les recibió en chaleco dorado y casi imperceptible emoción. Enseguida se introdujo y empezó a mostrar la coreografía que guarda casi cincuenta años de tradición.

Su danza, compuesta por alrededor de 60 integrantes, consiste en un toro miura -animal que le da el nombre a la comparsa-, un muñeco — el corneado —, un caballo que 'jarocha' al animal a la arena, las niñas que hacen las veces de toreras y los niños, los toritos, que danzan al ritmo de la papayera traída desde Sincelejo.

En círculos, los niños disfrazados de toritos danzan alrededor de las toreras vestidas con sus chaquetillas rojas de apliques dorados. Estas, en armonía con los toros, como si se tratase de una celebración previa al enfrentamiento, se desplazan con movimientos alegres y cadenciosos.

Llevan la piel negra, gruesa y peluda del toro, abrasándoles bajo el inclemente sol galapero, y con las manos llevadas a los cachos de la careta de torito tallada a mano, empiezan a cernir moviendo la cabeza de un lado a otro.

Eso de lo bravío del Toro Miura es tal vez producto de la mezcla europea con toques criollos: las niñas visten trajes de luces, vestimenta típica de los toreros españoles, mientras que bailan al son de porros como en las Fiestas del 20 de Enero. Pero ni son de Sincelejo ni mucho menos de España, son del barrio San Luis en el municipio de Galapa, tierra exportadora de cultura o como también es conocida ‘La Tienda del Carnaval’.

'Dicen por ahí que es una crítica, pero esto es tradicional', sostiene Udigardo sobre los que piensan que su danza es una sátira. 'Aquí no se maltrata', se justifica como si las escenas sangrientas que recrea ocurrieran de verdad. Y es que sí parece, pues los dos que manejan al toro 'le dan duro' al osado hombre que lo enfrenta que si no fuera de trapo, más de un hueso tuviera quebrado.

«Ese es el motivo de la corraleja, porque como dicen por ahí: 'Si el toro es malo la corraleja estuvo mala, pero si hay muerto, es buena», aclara. No hay muertos, pero sí carcajadas de los que se apostan a lado y lado de los desfiles a los que los invitan.

En Sabanalarga, Santo Tomás, Barranquilla, Baranoa, se han 'ganado el aplauso del público'. Pero no se queda en aplausos, este colectivo ya suma seis Joselito Carnaval de Oro, estatuilla que premia lo mejor del Carnaval de la 44, y ni que decir de las distinciones que ha recibido en distintos municipios a lo largo de los años.

Y aunque año tras año el toro y Udigardo se ven las caras y no se tienen miedo, eso de ser 'enemigos' solo dura cuatro días, de Batalla de Flores a Joselito. El resto del año es curar o, mejor dicho, empapelar el nuevo torito del próximo carnaval.