La temática principal este año en la edición 26 del festival de cuentos ‘El Caribe Cuenta’ está relacionada con la población migrante. Uno de los invitados internacionales que participa es Romer Peña, un psicólogo y narrador oral venezolano que ha recorrido varios países en búsqueda de mejores oportunidades.
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Peña. que hoy está radicado en Hidalgo, México, está en contra de las etiquetas, es por ello que artísticamente es conocido como ‘Romer y Punto’. Esto con el fin de que nadie se refiera a él como el peludo, el gordo, el cuentero, el psicólogo o el migrante.
Cuenta que viene de un barrio muy popular en Barquisimento, Lara, ubicado a pocas cuadras del aeropuerto, y pese a que constantemente veía volar aviones, jamás pensó que estos lo llevarían a recorrer el mundo.
Este joven de 34 años, en diálogo con EL HERALDO explicó que la cuentería lo salvó de un entorno difícil y que a través de la palabra ha logrado romper estereotipos y conectar con la memoria colectiva de los pueblos, al punto de que ha animado a otros a narrar buenas historias y sentirse orgullosos de su origen.
'Crecí rodeado de delincuencia, drogas y otras cosas que jugaban en contra del desarrollo que podía tener un joven normal, pero el arte fue mi salvavidas. En vez de estar en la esquina, prefería ensayar cuentos, ir al grupo de teatro, a clases de dicción y de expresión corporal'.
Ser cuentero hizo que la frontera entre su barrio y el aeropuerto se rompiera y a los 17 años logró subirse en un avión por primera vez rumbo al festival de cuenteros de Riohacha Akuentajui.
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Su casa: una maleta
Romer contó que para él ha sido muy difícil ser migrante y que se apoya con las sonrisas que se encuentra en el camino. 'Eso para mí es lo mejor que me puede ocurrir que alguien me regale una sonrisa tras escuchar mis historias, porque esto de ser migrante no es fácil, te toca convertir tu casa en una maleta y con ella viajar por el mundo'.
Con el paso del tiempo ‘Romer y Punto’, se fue percatando que no iba a Venezuela hace seis meses, después un año, luego dos años y al tercer año cayó en cuenta que era migrante. 'La vida cultural no era una opción para mí en Venezuela porque ya es difícil vivir de la cultura en cualquier país, te imaginarás en Venezuela. Por eso migré, y pese a una que otra mirada que se posa sobre mí de manera extraña, quiero decirles a los migrantes que debemos estar orgullosos de lo que somos, es decir, entender que el hecho de que nos tocó meter la vida en un bolso, renunciar a la familia y a los amigos, no te hacen menos persona'.
Viviendo del cuento
Peña confiesa que pese a ser psicólogo, ha vivido más del cuento que de su profesión. 'Como psicólogo escucho las historias y como cuentero las exteriorizo. No cuento las historias de mis pacientes, pero ha sido simpática la apuesta de entender que el arte me salvó y por eso me siento en deuda con una posibilidad real de entregarles a otras personas la llave que abre la puerta del arte y la reflexión'.
Finalmente, sostuvo que hace uso de la psicología para analizar al público y poderlo sumergir en una serie de emociones que van desde las lágrimas hasta las sonrisas. 'A mí me interesa que la gente que está sentada juegue con su emoción, y los cuentos tienen la posibilidad de llevarnos a lugares emocionales que pensábamos no existían'.




















