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Trazada a pincel y llena de color, así es la vida de Camilo Martínez, un pintor barranquillero que a través de su arte grandilocuente y satírico presenta el miedo como un enemigo al cual se debe enfrentar.

Entre los recuerdos de su infancia, Martínez destaca que el gusto por la pintura siempre ha hecho parte de su vida y que en sus años de colegio le trajo grandes problemas con los directivos.

'Desde el colegio venía pintando todos los pupitres y las paredes, algo que los profesores me discutían, y en realidad era un problema porque no me concentraba en las clases porque preferida dibujar'.

Camilo confesó que nunca supo cómo lidiar con su falta de interés por las clases, las consideraba aburridas y siempre lograba aprender más si encontraba la forma de ilustrar lo que sus profesores decían.

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Año tras año iba superando sin mucho problema los créditos académicos que le permitían ser promovido, sin embargo, cuando llegó a décimo grado se encontró con un obstáculo.

Una pequeña broma basada en reunir todos los pupitres de su salón, tallar la madera y pintar sobre estos la cara de Bart Simpson, le costaría la expulsión.

Para su suerte, su abuela, a quién considera como su otra madre, de forma milagrosa logró conversar con el rector del colegio y convencerlo de que dejara continuarlo hasta que se graduara.

'A mí siempre me encantaron las caricaturas y tuve un poco de rebeldía al sistema pragmático, por eso pintar era liberador y lo hacía más que para otros, para mí'.

Un desvío musical

El tiempo transcurrió con normalidad para Martínez y de forma consecuente le fue necesario tomar decisiones en su vida profesional que lo alejarían de la pintura por un par de años.

Aunque nunca se desligó completamente del mundo de las artes y de la creación, su trabajo como diseñador, productor musical e incluso baterista de algunas bandas de rock lo llevó a conducirse por los caminos de la música.

Se mudó a Estados Unidos para trabajar con Sony Music y aunque gozaba de una gran estabilidad económica en un país de primer mundo, Camilo no pudo dejar de revelar que en realidad no estaba pleno.

De forma apresurada se consideraba absurdo al no hallarse completamente en lo que hacía, ni en lo que tenía. Sin embargo, un día cualquiera cargado de estrés y mucha frustración recuerda haber tomado un lienzo, par de pinceles y colores en pintura y de forma espontánea comenzó a dar trazos para liberarse.

'En ese momento mi vida era muy compleja, no porque existieran carencias económicas, sino porque pese a que producía mucho dinero, no me sentía feliz. Por ello cuando me reencuentro con el lienzo y el color, y empiezo a dar las primeras pinceladas sin pensar en nada en especial, logré sentirme tan libre que dije: este es mi lugar'.

Un salto al vacío

Pasado este momento de liberación a través del arte, Camilo entra en un tiempo profundo de reflexión, en el que los pensamientos de reiniciar su vida y reencontrarse con su pasión no dejan de darle vueltas en la cabeza.

Sin embargo, decidirse a dejar su trabajo formal y experimentar con la pintura no era tan sencillo, no se trataba solo de sí mismo, sino que de él dependían su esposa e hijos, y los compromisos económicos con los que debía cumplir no esperarían mucho tiempo.

Par de meses después y muchas horas de conversación con su esposa dieron resultado, Camilo estaba cansado de llevar una vida que él sentía que no era suya, y se decidió a buscar su propio destino.

Aprovechó el espacio disponible que había en el garaje secundario de su casa en Miami. Compró todo lo que podría necesitar: lienzos, acuarelas, óleos, pinceles y caballetes, y así comenzó a trabajar en su primera exposición.

La noche del incendio

En este nuevo camino Camilo no solo ha encontrado nuevamente la motivación de vida, sino que en la pintura también halló su propia representación. Tras muchos meses de trabajo logró crear una colección completa de piezas caricaturescas las cuales estaban próximas a exhibirse.

Sin embargo, días antes mientras dormían escucharon un sonido extraño que venía de afuera de la casa, al salir Camilo junto a su familia se toparon con un incendio que se había producido en el garaje donde sus obras reposaban, de las cuales solo se salvó una.

La máscara de un Stormtroopers, un soldado vestido de blanco en el universo de Star Wars. Actualmente, para Martínez esta es su obra principal y lo acompaña a todas sus presentaciones.

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Arte para mostrar la cotidianidad

‘Joe Hueso’ es el personaje principal de su primera exposición de arte conceptual, en esta se integran los estilos de Pop Art, caricatura y el surrealismo, los cuales a través de escenas cuentan historias completas sobre la cotidianidad de la vida.

Entre las cosas que Camilo destaca de sus pinturas se encuentra la necesidad de verse a sí mismo en sus obras. Por ello, ‘Joe’ se muestra grabado en una estructura desfigurada en la que los algoritmos geométricos son predominantes para otorgarle su forma esquelética.

Su obra cargada de contrastes de colores blancos, mezclas de grises y sombrados en negros, pretenden transmitir una reflexión muy personal acerca del manejo de los temores.

Sus cuadros también contienen altas dosis de sátira y las caricaturas están diseñadas para explotar las facciones físicas, generando así sensaciones de interpretación asociadas a las emociones propias del espectador.

Con ojos generalmente grandes y miradas fijas Camilo suele inspirarse en su esposa para crear recurrentemente a una chica que da la espalda a ‘Joe hueso’. Esta interpretación que Martínez hace devela el interior de su arte y finalmente busca llevar a quienes lo aprecien a encontrarse con sus miedos y superarlos.