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Juan Ramón Verón, ídolo de la afición rojiblanca. Al Día
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Juan Ramón Verón, un héroe que hizo historia con Junior

El argentino fue uno de los gestores del título de 1977.

Ídolo. Esa es la palabra que puede definir lo que es el argentino Juan Ramón Verón Acuña, ‘La Bruja’, para la hinchada del Junior de Barranquilla, e incluso para la misma institución. Es difícil explicar todo lo que significa este hombre de 71 años, pues con su talento en la cancha enmarcó la primera estrella de campeón en el escudo del equipo, y con su filosofía de juego marcó una generación inolvidable, que a pesar que han pasado ya 48 años de aquel histórico 1977, mantiene su recuerdo presente.

Nacido en La Plata, en 1977 fue el jugador-técnico encargado de comandar un grupo de hombres que nacieron para hacer historia con la camisa rojiblanca, que le dieron un campeonato que sirvió para empezar a cimentar la historia de uno de los cuadros más importantes de Colombia, por el que han pasado grandes estrellas sudamericanas.

Anda agotado de tantas entrevistas, pero feliz porque desde el 8 de diciembre, día en que llegó a Barranquilla, solo ha recibido muestras de afecto de todo el que ha podido tener el honor de estar cerca a él. Así, con ese sentimiento sencillo y descomplicado, recibió al periódico AL DÍA para concedernos una charla.

¿Cuál es exactamente el sentimiento que tiene por Barranquilla?
Un lugar donde siempre me he sentido muy cómodo, de haber vivido en otro lugar que no sea Argentina yo me hubiera venido a vivir a Barranquilla. El clima y la gente siempre han sido bárbaros, algo muy bonito. El calor se siente cuando llegas de afuera, pero te habitúas y listo. A mí me encanta el calor.

¿La camisa del Junior qué representa para usted?
No me costó nada empezar a amarla, tenía los mismos colores que la camisa de Estudiantes y por cosas de la vida me sentí enseguida identificado, además, sentí el cariño de la gente hacia este equipo.

Me comentan que hubo algo de oposición en cuanto a su llegada a Barranquilla en el año 76, ¿qué pasó en esa época?
Cuando llegué yo tenía 32 años, fue en el 76, me molestaron un poco, pero cuando vine pues jugué enseguida y vieron mi estilo. Enseguida se borró todo lo que se hablaba por ahí, cuando me observaron en el primer entrenamiento en el Romelio se quedó todo calmado. Aparte… Édgar Perea, que era un tipo muy bravo, cuando yo llegué él le estaba dando al equipo como loco. Decía Perea: “¿pero cómo? Este hombre recién llega y ya juega bien y ustedes, ¡burros! Les decía a mis compañeros que estaban. Luego empezó el campeonato e hicimos una buena campaña.

¿Cuál fue la primera sensación que tuvo al llegar a Barranquilla?
Yo llego una noche a Barranquilla, en esa época la zona del aeropuerto estaba muy cambiada, era todo muy oscuro y obviamente con muchos claros. Llegué con mi señora y con Juan Sebastián que estaba en brazos. Al día siguiente todo cambió, ya descansados vimos todo, el lugar donde íbamos a vivir, que era el Hotel Eslait, que fue donde viví todo el tiempo que estuve acá, nos instalamos allí, nos encontramos con algunos jugadores, con el técnico y unos directivos.

¿Cómo se da ese primer contacto con la dirigencia del Junior para venir a Barranquilla?
Yo estaba jugando la parte final del torneo argentino con Estudiantes, estábamos haciendo una buena campaña y mi compañero de equipo, Alberto Poletti, que fue jugador de Junior y siempre fue muy amigo de Fuad Char, me dijo que si quería venir a jugar al Junior, mi idea era salir de Argentina y no dudé nunca en venirme para acá. Claro, que te confieso que no tenía ni idea de lo que era Barranquilla, conocía de nombre a Bogotá, porque allí fui a jugar antes con Estudiantes y también a Cali, pero en ambos estaba suspendido y no disputé esos partidos.

¿Cuándo se va José ‘Puchero’ Varacka, cómo se da esa iniciativa para que usted sea jugador y técnico de Junior al mismo tiempo?
Fuad Char se acercó a mí y me dijo que el técnico se iba, que si yo era capaz, porque si no entonces tenía que traer a otro. Eso fue en la segunda parte del torneo del 77, yo agarré el equipo y lo primero que hice fue darle descanso a varios y empecé despacito a meterlos en el cuento, el equipo estaba caído. Ya habíamos ganado el primer torneo y estábamos clasificados para la final, habíamos aflojado, en parte estábamos relajados, entonces le di descanso a varios y faltando tres partidos volvimos todos, fuimos armando todo y mira los resultados al final, fue brillante.

¿Cómo era su trabajo como técnico, tenía una base?
Yo quería armar una base dentro del campo, por ahí teníamos esa dificultad, entonces hablé con Rafa Reyes, que estaba en el banco, con Óscar Bolaño que estaba jugando como lateral por derecha. A Rafa le pregunté que si se animaba a jugar a como lateral derecho y a Bolaño si se animaba a jugar como lateral, pero por izquierda y a Camilo Aguilar, que lo habíamos traído y no estaba actuando pero era un buen jugador, lo puse en el lugar de Valenciano, hice solamente esas modificaciones y arrancó el equipo.

¿Usted se estaba preparando para ser técnico o lo tomó por sorpresa esa decisión de Fuad Char?
El jugador se va preparando, cuando le gusta esto va mentalizándose. Yo tenía muchas conversaciones con Osvaldo Zubeldía, con Carlos Salvador Bilardo, que ya estaban trabajando y con ellos consulté para tomar esa decisión. Zubeldía fue el que me dijo en su momento que hasta cuándo iba a jugar, teniendo yo ya 33 años. Entonces precisamente nace esa posibilidad de dirigir y jugar y enseguida dije que sí, que aceptaba.

¿Cómo fue la anécdota que tuvo en Estudiantes de la Plata, cuando le fueron a dar la mano a la Reina?
Eso fue en Holanda. Imagínate que estábamos allá, acabábamos de perder una final intercontinental y estábamos calientes (con rabia), entonces a un compañero, José ‘el Tato’ Medina, le tocó el turno de apretarle la mano a la Reina y lo hizo muy fuerte, ella se asustó y sonrió, brincó y le soltó la mano, todos reímos menos el Tato, fue un momento bárbaro. Luego seguimos pasando y teníamos mucho cuidado de no apretarla, era la Reina.

¿Cómo recuerda un domingo de fútbol en el Romelio Martínez?
Era increíble, yo le contaba a mis amigos en La Plata lo que se hacía en el Romelio y ellos decían “no puede ser”, se asombraban. Se llenaba el estadio muy temprano, que había música todo el tiempo, la hinchada no paraba de gritar todo el partido, era impresionante.

¿Ustedes en esa época andaban por la calle tranquilos y se mezclaban con la afición?
Todo ha cambiado, antes todo era más sencillo, ahora yo me doy cuenta de esto por mi hijo en La Plata, no lo pueden ver porque las multitudes que lo rodean son impresionantes, lo paran para tomar fotos, pedirle un autógrafo pero todo con respeto. Antes caminábamos tranquilamente por la calle 72, la gente nos gritaba cosas pero todas buenas, nos apoyaban y nos pedían que les diéramos la mano, todo era muy tranquilo.

¿Cómo fue ese entendimiento en la cancha con Alfredo Arango?
Yo creo que por esas condiciones que tenía, de ser un conductor natural para el equipo. Él era más armador y yo era un puntero, nos entendíamos perfectamente, esa pausa que tenía Alfredo siempre la necesitábamos para generar juego. Era un equipazo, yo creo que Fuad Char se equivocó en esa época y mira que hablando durante la semana lo reconoció, que ese era un equipo para hacer campaña en la Copa Libertadores, mira que el Cali sí lo hizo y nosotros le ganamos a ese Cali en ese año. Fuad se asustó en el asunto de la renovación de contrato y los extranjeros nos fuimos todos buscando qué hacer.

¿Cómo es esa llegada al Cúcuta luego de su paso por el Junior?
Mirá que fue una casualidad. Yo me iba para Argentina con Camilo Aguilar y él conocía al presidente del Cúcuta, quien por cosas de la vida estaba en el aeropuerto en Bogotá y nos preguntó que si queríamos ir a jugar con ellos, Camilo me miró y yo le dije vamos, igual estaba sin equipo y ya está, nos fuimos. Fue algo verbal, muchas veces firmé ‘contratos’ en una servilleta y se respetaban y se cumplían, era otra época, había más confianza, ahora hay mucho protocolo.

¿De dónde nace el apodo de la Bruja?
Eso nace cuando yo militaba en divisiones inferiores de Estudiantes y tenía 14 años. Yo usaba el pelo muy largo y Hugo Merzer, quien ya falleció, enseguida me bautizó, me dijo que parecía una bruja. Fue compañero nuestro durante mucho tiempo en el club y tenía esos detalles, era un chico muy bien vestido, apenas le di chance, me apodó, y así quedé, ya está.

Ante Manchester United anotó un gol importante en su carrera como futbolista…
Sí claro en Inglaterra, el gol fue en una final intercontinental, habíamos ganado en Argentina 1-0 y cuando fuimos a jugar en casa de Manchester nos daban por muertos, pero teníamos un equipo muy bravo y a los ocho minutos de empezado el partido vino un centro de Raúl Madero y yo hago un gol de cabeza, una jugada preparada que hacía siempre Estudiantes. Bueno, sigue el partido y nos empatan en el minuto 90 pero no les alcanzó por el marcador global y ganamos.

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