Dos personajes del Caribe que le ponen color al debate
Un buzo que ‘rescata’ a los candidatos ‘ahogados’ en Santa Marta, un capitán indígena que clamará hoy más atención del Gobierno para su etnia en Sucre y un vendedor de tintos de Tuchín que aspira al Concejo de Cartagena.
El buzo de los ahogados
Desde hace 25 años, Iván Olaya Collazos, huilense con corazón samario, tiene una forma particular de vivir las elecciones en la capital del Magdalena: vestido de buzo camina los sitios de votación y merodea las sedes de las campañas ofreciéndose para “rescatar a los políticos ahogados”.
Su singular mamadera de gallo le ha permitido hacerse amigo de la dirigencia política, aunque uno que otro se ha ofendido al considerar la oferta como una burla o un irrespeto.
‘Pluto’, como le dicen en Santa Marta, dice haber tenido que “nadar más allá del morro” para sacar a candidatos que jamás pensaron que podían ‘ahogarse’.
Recuerda, por ejemplo, a Miguel Pinedo Vidal, quien en 2006 aspiraba al Senado. “Nos encontramos cara a cara, le estreché la mano y le dije… doctor, a la orden”. La respuesta del influyente dirigente fue: “No te necesito”. Al final de la jornada Pinedo no ganó la curul y lo culpó de su fracaso. “Eche, ‘Pluto’, me salaste”, le dijo.
En su historial de buzo de políticos perdedores menciona a dos habituales clientes: Haroldo Guardiola y al médico Juancho Diazgranados. “Estoy cansado de rescatarlos porque no pegan una”, comenta. Y afirma que para hoy ya tiene contratos. “Rafael Martínez y Aristides Herrera, candidatos a la Alcaldía; Milton Piña, al Concejo; Jorge ‘El Negro’ López y ‘Jotica’ Vives, a la Gobernación”.
Esto que Olaya hace en las jornadas electorales como un simbolismo para ponerle algo de humor a las elecciones, en la práctica es su profesión. Es buzo “de verdad” y trabajó varios años con Ecopetrol instalando a 20 metros de profundidad las mangueras que llevan petróleo a los barcos.
En Santa Marta también le conocen por ser el pionero de la venta de perros calientes y su excentricidad lo llevó un día cualquiera de 1994 a velar a su perro en una funeraria. “Ñeco, el fiel amigo de ‘Pluto’, ha muerto. Sus familiares y amigos invitan a las honras fúnebres que se celebrarán hoy a las 10:00 a.m., en Jardines de Paz”, rezaba en el cartel pegado en las calles y en la funeraria El Carmen.
El capitán indígena
Loco!”. Fue la primera expresión que escuchó Luis Rafael Martínez Martínez hace 8 años cuando decidió, por primera vez, ir a votar vestido con su atuendo indígena.
No le importó y eso lo demostrará este domingo cuando espera hacerlo en la mesa 2 del Centro de Desarrollo Vecinal (CDV como lo conocen los sincelejanos). “No revelo los nombres de los candidatos porque es secreto”, dice.
De su atuendo afirma que “no tiene valor económico”. Tajantemente, asegura que es “espiritual” y que solo lo usan los capitanes del Resguardo Indígena Chinchelejo. Por eso, mientras la mayoría de los hombres irá con pantalón, camisa o camiseta, y con sus cabezas cubiertas para evitar el sol, Martínez, de 55 años, vestirá de túnica, corona de plumas y bastón de mando.
La túnica –explica– tiene pintados el árbol de vida y el águila roja que representan a sus antepasados; la corona, hecha con plumas que se le van cayendo a las aves, que no se permite desplumar ni vivas ni muertas, tiene que ver con la espiritualidad y el bastón, grabado con la historia de la etnia zenú, es una señal de mando.
Como es lógico, cada vez que Luis Rafael Martínez sale a votar llama la atención. Todos lo siguen con su mirada. Más allá de convertirse en un personaje, el vestuario que lucirá, que solo se lo pone cuando tiene “contacto espiritual y momentos de exaltación”, lo usará en esta ocasión como “señal de protesta”. Eso lo saben las 40 familias del Cabildo Las Flores de Chinchelejo, en Altos de la Sierra Flor.
“Votaré con mi atuendo, en nombre de mis hermanos indígenas, para que las administraciones tengan en cuenta que hay una población y un territorio indígena, y no se sigan confabulando con empresas para destruir nuestros territorios”, precisa.
El indígena denuncia que su pueblo también es víctima de los políticos que les “ofrecen dádivas a cambio del voto”, pero después ninguno se acuerda de ellos.