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Iván Duque, presidente electo de Colombia, luego de ejercer su derecho al voto en la ciudad de Bogotá. AFP
Política

Poliscopio | Cinco tendencias y 5 retos de la elección de Duque

Con la victoria de Iván Duque concluye la campaña presidencial 2018 que rompió récords, regresó el uribismo al poder, se consolidó la izquierda y se partió el Caribe.

Colombia envió un sonoro mensaje en la segunda vuelta presidencial del pasado domingo: cambio. Tanto la candidatura ganadora de Iván Duque como la aspiración izquierdista de Gustavo Petro simbolizaron oposición y crítica a la administración Santos. Y ambos bloques, el mismo domingo, esbozaron aspectos de los cambios que protagonizarán: Duque desde la Casa de Nariño y Petro desde la “Resistencia”, su declaratoria de oposición.

Estas son las 10 conclusiones más destacadas tanto de la jornada con la que finaliza esta campaña presidencial 2018 como de los retos que enfrenta desde ya el presidente electo Iván Duque: 

Colombia votó y rompió récords

La participación ciudadana tuvo registros históricos en ambas vueltas: 53,04 por ciento en la segunda y 53,38% en la primera. Ni tres partidos del Mundial de Rusia alejaron a más de 19 millones de colombianos en las urnas.

Nace el Uribismo 2.0

Uno de los señalamientos contra Iván Duque era que sus votos no eran suyos sino heredados del expresidente y senador Álvaro Uribe. Si algo demostró la campaña 2018 es que el hoy presidente electo construyó una coalición tan amplia que le permitió más que cuadriplicar la votación de su partido, Centro Democrático. Indudablemente Iván Duque partió de la base militante uribista pero atrajo un nuevo bloque electoral de más de 10 millones de votos que incluyó no uribistas, centristas, cristianos, vargaslleristas y fajardistas, un Uribismo versión 2.0.

Declarada la “Resistencia” petrista

El primer llamado de Gustavo Petro al aceptar su derrota fue a la “Resistencia”. Así bautizó el líder de la Colombia Humana al ejercicio de oposición que declaró el domingo pasado al entrante gobierno Duque. Si bien la histórica votación de 8 millones no puede atribuirse en su totalidad a petristas, sí configuran una base de electores que la nueva administración no puede darse el lujo de ignorar. En especial, cuando obtuvo victorias en Bogotá y capitales como Cali, Barranquilla y Cartagena. Cómo ejercerá Petro su jefatura de oposición y si logrará la obediencia de líderes con peso propio como Claudia López y Antanas Mockus es algo que es prematuro analizar.

Un nuevo mapa político

Las elecciones 2018 dejan un mapa político muy distinto al de 2014. Hace cuatro años el eje Santos-Uribe generó un país dividido en dos: las dos Costas, Bogotá y los Santanderes votaron por la reelección de Santos y el proceso paz mientras Antioquia, el Eje Cafetero, la región Andina y los llanos constituyeron la “Nación Uribe”. La segunda vuelta giró en torno a un eje muy diferente: el uribismo se mantuvo pero Santos fue reemplazado por la izquierda populista. Petro salió victorioso en Bogotá, todo el Pacífico, departamentos periféricos como Putumayo, Vaupés, Sucre y Atlántico. Duque, por su parte, retuvo los apoyos de la “Nación Uribe” y “volteó” a los Santanderes, Córdoba, Bolívar, Magdalena y Cesar.

Hacer oposición paga

El triunfo electoral del uribismo reivindica el ejercicio de la oposición como un camino legítimo para llegar al poder. Hace cuatro años el senador Uribe estrenó una bancada legislativa que no aceptó coaliciones, mantuvo un férreo mensaje y una oposición feroz contra la Casa de Nariño. Sobre esos cimientos ideológicos el uribismo tomó las mejores decisiones estratégicas: cinco precandidatos recorriendo el país, una apuesta al centro y la moderación, una consulta con la derecha, una coalición del uribismo 2.0 y un candidato disciplinado y con un mensaje positivo.

Definir pronto la unidad

Uno de los principales retos del presidente electo será la definición de qué entenderá el nuevo gobierno por unidad. El mensaje de un gobierno que una a los colombianos fue uno de los ejes centrales del discurso de victoria de Duque el domingo pasado. Cómo y en qué traducirá la nueva Casa de Nariño este deseo de unidad aún está por anunciarse.

La cara del posconflicto

La administración Duque es elegida por la mayoría de los colombianos bajo la promesa de hacer modificaciones al Acuerdo de Paz que firmó Juan Manuel Santos con las Farc. A pesar de que la gran mayoría de la opinión pública nacional, apoya mayor dureza en temas de justicia para los excomandantes guerrilleros, la candidatura derrotada de Gustavo Petro obtuvo un importante 42 por ciento por defender el Acuerdo como se negoció. El nuevo presidente enfrenta el desafío de determinar el grado y profundidad de esas correcciones y persuadir a los colombianos de sus bondades, es decir, la nueva cara del posconflicto.

La decisión de la nueva generación

El presidente Duque tendrá en la selección de su gabinete y sus principales asesores en la Presidencia la oportunidad de enviar un poderoso mensaje a sus votantes. Durante toda la campaña uno de sus ideas más atractivas fue la de la llegada de una nueva generación al poder, la de los menores de 45 años. A pesar del atractivo de la aspiración izquierdista de Petro dentro de los jóvenes, el nuevo conservatismo no se quedó atrás dentro de este bloque de electores. La administración Duque podrá arrancar el 7 de agosto con un mensaje, unas caras, unas ideas y un tono de cambio generacional.

Hablar a los votantes petristas

Aunque los 10,3 millones de votos de Duque lo convierten en el primer mandatario más votado en la historia del país, los 8 millones de Petro también constituyen un capital político importante para la oposición. Como ya lo demostró en su discurso de victoria, el presidente electo debe acercarse y seducir a ese bloque de electores que no lo acompañó. 

Lucha contra la corrupción

La derrota de las maquinarias y el hastío de los votantes frente a las prácticas corruptas marcaron la campaña presidencial de 2018. Si bien Duque simbolizó la oposición anti-mermelada y contra el gobierno Santos, Petro logró canalizar una molestia mayor contra el sistema económico, la clase dirigente y la “corrupción” del empresariado. El entrante gobierno Duque enfrenta el desafío de combatir  el clientelismo y los corruptos para que así las instituciones no sólo ganen legitimidad sino que se inmunicen contra el populismo.

Populismo que no se irá sino que regresará en las elecciones locales del 2019 y las presidenciales de 2022.

pachomiranda@hotmail.com

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