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El volcán Sabancaya, uno de los más activos de Perú, que ha pasado a alerta naranja por el incremento de su actividad eruptiva, seguirá emitiendo previsiblemente columnas de ceniza de hasta siete kilómetros de altura en las próximas semanas antes de amainar y volver probablemente a alerta amarilla, según explicó este lunes la vulcanóloga Katherine Vargas.

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“Este volcán mantiene su proceso eruptivo desde 2016”, recordó a EFE Vargas, coordinadora del Centro Vulcanológico Nacional (Cenvul) del Instituto Geofísico del Perú (IGP), al señalar que “a inicios de año había bajado su actividad, emitiendo solo algunos gases” lo que llevó a que la alerta pasare a amarilla, “las explosiones constantes propias de un volcán intranquilo”.

Tras la explosión del pasado sábado, que generó una columna de cenizas de más de cinco kilómetros de altura sobre el nivel del cráter, el volcán ubicado en la cordillera de los Andes, dentro de la sureña región de Arequipa, registró presencia de anomalías térmicas y sismicidad que indican que hay magma muy cerca de la superficie.

La experta detalló que “hubo flujos piroclásticos a 1,6 kilómetros de distancia, pero no hay poblaciones en las faldas, solo pequeños caseríos de pastoreo”, por lo que no hubo ningún núcleo afectado.

En ese momento “se dio la alerta e indicaron hacia dónde se iba a dispersar la ceniza, hubo una reunión de emergencia del IGP y se elevó el nivel de alerta a naranja”, explicó la vulcanóloga, para quien “la probabilidad de que se repita (una explosión similar) de aquí a próximos días o dos semanas es alta”.

Un proceso lento y prevenido

La actividad prolongada de este fenómeno es, explicó la vulcanóloga, no solo un proceso común, sino además la razón de que a día de hoy exista un monitoreo de volcanes en Perú, ya que fue precisamente su anterior proceso eruptivo, a finales del siglo XX y en una extensión de diez años, el que propició el seguimiento de esta actividad en el país.

Actualmente, el volcán Sabancaya, que llega hasta los 5.975 metros sobre el nivel del mar, tiene un seguimiento visual con cámaras en tres sectores para registrar posibles nuevas explosiones y anticipar la dispersión y dirección de los materiales expulsados, así como instrumentación fortalecida con la inspección de un grupo de vulcanólogos del IGP que, desde hoy hasta el miércoles, recogerán muestras y datos.

La actividad se presenta ahora moderada y con algunas anomalías térmicas, debido probablemente, según explicó la experta, a que el conducto de salida esté bastante abierto por la actividad constante, pudiendo provocar explosiones súbitas.

“Lo más probable es que continúe con columnas eruptivas entre cinco a seis o siete kilómetros”, sopesó Vargas, “los volcanes presentan síntomas antes de una erupción, lo normal sería que esté en naranja y más adelante volver a bajar, en uno o dos años”, concluyó, sobre este proceso eruptivo que, en noviembre de este año, cumplirá nueve años activo.

Perú mantiene dieciséis volcanes activos y potencialmente activos

Perú mantiene dieciséis volcanes activos y potencialmente activos, trece de ellos en permanente monitoreo, como el Misti, ubicado en la sureña Arequipa, o el Ubinas, en la región sureña de Moquegua, reconocido como el volcán más activo del país, con erupciones recurrentes, la última de ellas desde 2023 hasta febrero de este año.

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En el caso del Sabancaya, de ascender a alerta roja, debería presentar erupciones de más de quince kilómetros de altura para generar un espesor de ceniza considerable, que llegara al Valle del Colca, la población considerable más cercana al volcán.

“Esto podría desencadenar una posible generación de flujos piroclásticos que alcancen mayores distancias y quizá flujos de lava que, en este caso, como tiene el magma viscoso, avanzaría más lentamente”, instruyó la vulcanóloga.

Vargas subrayó además la importancia de recordar que “los volcanes nos indican que la tierra está viva y va a necesitar desfogues de vez en cuando, en forma de sismos, volcanes, etc.”, y precisamente por ello, es bueno asimilar también que “esta actividad permite y favorece la vida, las montañas, los nevados…”, matizó.

Es por ello que, frente al proceso natural, la experta reconoció que no hay mejor prevención u arma que mantenerse informado, y conocer los peligros que, de manera natural e inevitablemente, deberán enfrentarse.