El Heraldo
Cerca del 10% de las piezas de la colección estarán exhibidas en el museo. Luis Rodríguez Lezama
Medio ambiente

Un recorrido prehistórico en el Museo de La Peña

Fósiles de especies de la megafauna que habitaron zonas del Embalse del Guajaro hace más de 10.000 años se exhibirán en este espacio paleontológico del Atlántico. 

Una caverna, de cielo rocoso y agrietado, transporta al visitante a más de 10.000 años atrás. A la prehistoria.

Hace varios milenios, recorrían espesos bosques, valles y planicies, animales como megaterios, mastodontes, gliptodontes, smilodontes—conocido como tigre dientes de sable—, entre otras especies de la megafauna. Estos colosales ejemplares que poblaron el planeta entre los periodos Mioceno y Pleistoceno fueron también parte de este territorio. Muchos restos fosilizados de estas especies permanecen aún bajo el suelo del Atlántico.

De espaldas al embalse del Guajaro, en La Peña, corregimiento de Sabanalarga, abre hoy sus puertas el primer Museo Palentológico del departamento y la región.

Vértebras, molares, mandíbulas y diferentes materiales óseos de estas especies extintas se exhiben en vitrinas como evidencia de los cambios de la Tierra y la adaptación evolutiva de los seres vivos que la habitaron.

¿Por qué La Peña?. Según el antropólogo Johnny Meca Ospina, coordinador del proyecto, deben producirse diferentes factores biológicos y químicos en unas condiciones específicas para que ocurra el proceso de  fosilización, La Peña tiene muchas características minerales en su suelo que favorecieron dichos procesos. Entre estas, quizá la más importante es que en algún momento fue zona costera.

“Lo que sucede con todos los sitios del país en los que hay alto potencial paleontológico es que en algún momento estuvieron cubiertos por mar. Por el movimiento de las placas tectónicas, lo que era Costa hace miles de años se transformó en el centro del país. Algunos movimientos originaron qué territorios como en el que está el Embalse del Guajaro hoy en día, fueran partes elevadas y después quedarán en depresiones”, explicó.

Según Meca, lo más probable es que estos animales de gran tamaño quedaran “atrapados” durante el Mioceno en estos territorios. Por factores como los cambios climáticos y la falta de alimento fueron muriendo y quedando aislados entre los sedimentos de un suelo rico en minerales. Fue así como  se dio el proceso de fosilización.

“Esto hizo que se preservarán sus restos hasta nuestros días, y miles de años después pudiéramos observar parte de la megafauna que pobló el Caribe colombiano”, apuntó.

Este fenómeno no se dio exclusivamente en el Caribe. Otras regiones del país como Villa de Leyva o el desierto de la Tatacoa, en el Huila, son las zonas con mayor potencial paleontológico descubierto hasta ahora en el país.

Sueño materializado. Cuando el profesor de Ciencias Sociales, Luis Arjona, empezó a dictar  clases de Geología en la Institución Técnica Educativa de La Peña, hace 23 años, sus estudiantes comenzaron a llevarle piezas “desconocidas” de lo que parecían ser animales prehistóricos halladas entre cultivos de yuca o ñame.

Primero fue un hueso, luego partes de dientes, hasta que terminó con una colección de más de 3.000 piezas que hoy hacen parte de la exhibición y reserva  del museo reserva  del museo Mupapa.

“El profesor”, como le llama el grupo de semilleros de investigación, desarrolló una pasión por todo ese universo al que se enfrentaba en ese pequeño corregimiento del Atlántico.  Fue así como encontró la ayuda del paleóntologo argentino Ricardo Pasquali, un fallecido investigador del departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de La Plata en Buenos Aires, quien les guió en la identificación de las piezas.

“Hemos encontrado evidencia de que en este territorio existió el tigre dientes de sable, mastodonte, toxodon, que hoy conocemos como un hipopótamo, megaterio, un oso perezoso de 6 metros de altura. Hace 2 meses encontramos las mandíbulas de un Purussaurus, un caimán del tamaño de un bus de Brasilia. Tenemos especies mucho más antiguas del período cretácico, moluscos, caracoles, estrellas de las formaciones de los océanos y fragmentaciones de los continentes”, dijo.

Arjona, explica que estos hallazgos han sido “accidentales” debido a que en el corregimiento todavía no se ha realizado una excavación por el elevado costo  que tienen estos procedimientos.

“No tenemos los recursos para iniciar el proceso de excavación, pero ahora todo este trabajo quedará a cargo del Instituto Geológico”.

Museografía. El museo tiene forma de cueva prehistórica “que el visitante va a poder explorar como si estuviera en el medio”. Además de la sala de exhibición permanente contará con un aula multipropósito, para dictar clases y albergar exposiciones temporales. En el segundo piso tendrá una zona de reserva y un espacio administrativo. Por último, contará con un patio tropical acondicionado para ofrecer a los visitantes comida típica de cara al paisaje del embalse.

La construcción del museo fue posible gracias a la inversión de la Secretaría de Cultura y Patrimonio del Atlántico, liderada por la jefe de esta cartera, María Teresa Fernández. Además, contó con el apoyo técnico del Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico. La taquilla oscilará entre los 6.000 y 10.000 pesos.

Hoy, el profesor recuerda entre risas el día que tuvo que salir del colegio con pesadas cajas de fósiles acompañado de sus estudiantes para alquilar una casa donde  guardar las piezas.

Un nuevo rector le pidió desocupar el salón donde estaban reservadas porque esos huesos  ocupaban un lugar “innecesario” en la escuela. Ad portas de inaugurarse el primer Museo Paleontológico del Atlántico, cree que valió la pena porque fue una manera de lograr que los niños  del corregimiento se interesaran por la ciencia. “En La Peña todos los niños saben qué es un fósil, conocen la parte ambiental y les gusta investigación. Hemos tenido percances, la inundación se llevó muchas piezas, pero esta es una oportunidad para darle algo de esperanza a estos jóvenes de escasos recursos”, concluyó.

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