El Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Barranquilla debe ser una herramienta práctica con estrategias claras para impulsar el desarrollo sostenible y armónico de la ciudad, y no “una serie de afirmaciones generales propias de libros de texto”.

Pero así es como un panel de expertos de la Universidad del Norte —que ha sometido a escrutinio durante dos meses el POT— define el contenido del eje denominado ‘Ciudad en Movimiento’ en este documento, uno de los más importantes entre los ocho ejes que lo conforman.

También han formulado recomendaciones para que cada uno de estos ejes alcance los objetivos propuestos y no se limite a ser un compendio de obviedades y buenas intenciones, sin verdadera incidencia positiva en la proyección y planificación de la ciudad durante los próximos 20 años.

Para comenzar, esta proyección de un POT a 20 años es considerada por los expertos como una meta bastante ambiciosa aunque quizás distanciada de las posibilidades reales de la ciudad.

¿Y el expediente urbano?. Sobre todo si no se cuenta con un diagnóstico ajustado a la realidad presente, para el cual la ciudad debería tener un Expediente Urbano ya realizado, tal como el que ya tienen Cartagena, Santa Marta, Medellín, Cali, Bogotá, y tal como el que debería empezar a elaborar cualquier población una vez su demografía supera los 100.000 habitantes.

Este expediente es un sistema de información permanente y abierto a la comunidad, con documentos técnicos y reflexiones sobre la información, la cartografía, los mapas, anexos y toda la información que sobre desarrollo urbano se produzca permanentemente en la ciudad. Debe servir como orientador para formular y aprobar un POT, según lo define y lo exige como requisito la Ley de Desarrollo Urbano en su Artículo 112.

“En Barranquilla, es necesario partir de la buena fe de la Administración Distrital actual, que asegura tener en su poder unos 400 documentos técnicos que suplen la ausencia de un Expediente Urbano, ya que estos documentos contendrían toda la información necesaria”, comentó el profesor de Derecho y Ciencias Políticas, Carlos Javier Velázquez, .

Observó que sería muy conveniente que la Alcaldía haga públicos estos documentos, ya que hasta la fecha nadie externo a la Administración ha podido revisarlos, ni siquiera el panel de expertos de Uninorte. “Queremos saber cuáles fueron los que consultaron para tomar las decisiones a la hora de elaborar el POT”.

Otra crítica general al POT, tal como está formulado es la falta de definición de los Polígonos Urbanos de Barranquilla, según explica Manuel Moreno,  coordinador del Área de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de Uninorte: “Estos son zonas relativamente homogéneas en las cuales se divide la ciudad, y cada una de estas zonas tiene una normatividad específica”.

Dijo que, sin embargo, en la propuesta de POT “no están definidos al detalle los usos, aprovechamientos y alturas sugeridas para cada uno de estos polígonos”.

En otras palabras, las definiciones puntuales de lo que se puede o no hacer, o dónde y cómo se puede hacer,  quedan aplazadas  para después de que se haya aprobado el POT.

Moreno dijo que subsanar esta falla evitaría sorpresas desagradables en el futuro como, por ejemplo, que se apruebe la construcción de mataderos de animales en zonas residenciales.

Las siguientes son sólo algunas de las falencias y contradicciones halladas en la elaboración del POT de Barranquilla. Para  mayor detalle, es posible visitar esta dirección web

Medio ambiente e insostenibilidad. Presentadas por el profesor Velázquez, son tres las consideraciones medioambientales.

El POT promete incrementar los actuales 0,85 metros cuadrados de zonas verdes por habitante que tiene  la ciudad  hasta alcanzar los 10 o 15 metros cuadrados. “Pero, realmente, lo que hay en la propuesta del POT es una  zonificación forzosa” (en la que se determinan las áreas de riesgo y se delimitan los ecosistemas estratégicos). Es decir, se cumple con el deber legal pero ello no significa aumento de zonas verdes. La propuesta parece presentar nuevas zonas verdes pero no lo hace en realidad. Sólo clasifica lo que ya debía estar clasificado como suelo de protección.

Tampoco se declara ninguna zona nueva como protegida, y una de las más importantes que ya existen, la Ciénaga de Mallorquín —el último acuífero que le queda a la ciudad— ha sido dividido en tres áreas, de las cuales sólo una se declara como protegida y las otras dos como ‘de expansión urbana’, permitiendo desarrollos que son incompatibles con la protección del ecosistema.

La formulación del POT tampoco cumple efectivamente con las metas de prevención contra el Cambio Climático.

Tampoco existen herramientas en el mismo que garanticen el fortalecimiento de la débil institucionalidad con competencia para proteger y desarrollar todo lo que tiene que ver con lo verde y lo sostenible.

Ciudad desmemoriada. El profesor Moreno comenzó su exposición explicando la falta de definición de los mencionados polígonos urbanos, indicando que esta definición se debe hacer antes de aprobar el POT y no tres meses después, como está previsto.

Hablando sobre la conservación de la memoria de la ciudad (su patrimonio arquitectónico), recordó que sólo se han incluido como zonas protegidas el Centro Histórico, el Prado, Alto Prado, Bellavista y La Concepción, de los cuales sólo el primero tiene un Plan Especial de Manejo y Protección.

Dijo que se espera que el POT defina en términos de cronograma y presupuesto la elaboración de este Plan para las zonas que no lo tienen aún, cosa de contar con unas reglas claras sobre el manejo de los mismos.

Ciudad inmovilizada. Fabián Amaya, profesor de arquitectura de Uninorte, explicó que la formulación del POT de Barranquilla va en contravía a la tendencia mundial  que hace planteamientos radicales para dar prioridad al sistema de transporte público masivo y colectivo, “sobre los cuales se concentran la mayor parte de los recursos”.

En el POT de Barranquilla, los recursos se destinan principalmente a mejorar la movilidad del transporte individual y privado. “Debe ser totalmente lo contrario”, dijo Amaya, recordando que sólo el 14% de los habitantes de la ciudad emplea esta modalidad de transporte privado y, sin embargo, el POT le destina el 74% de los recursos previstos.

El profesor Amaya dijo además que el ciclista y el peatón son los grandes olvidados en la proyección de estas inversiones previstas para la ciudad de Barranquilla.

Por Carlos A. Sourdis Pinedo

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