La Guajira

En video | “Los muertos son mi vida”: Sonia Bermúdez

Sonia Bermúdez, fundadora del cementerio Gente como Uno, es el ángel de los muertos sin recursos, ni dolientes.

Sonia Bermúdez habla fuerte, es irreverente y cuando se refiere a las prioridades en su vida afirma: “Primero mis muertos, segundo mis muertos y terceros mis muertos”.

La muerte es vida para ella, así ha sido desde los 14 años cuando acompañaba a su padre, Benigno Catalino Bermúdez, al cementerio central de Riohacha, donde él era celador.

Allí se daba cuenta de que a las personas no identificadas les ponían dos letras en sus tumbas (N.N.), las enterraban desnudas y nadie les llevaba flores.

“Me dolía ver eso, no era justo que nadie los fuera despedir, y que fueran sepultados indignamente”, manifestó Sonia en entrevista con EL HERALDO.

Entonces se las ingenió para buscar ropa, plástico y madera, y enterrar de manera más decente esos cuerpos sin dolientes.

Así comenzó a gestar su propio cementerio, que ahora se llama Gente como uno, donde hay unas 500 tumbas no solo de N.N., sino de personas vulnerables, pobres de solemnidad, wayuu, y desde hace varios años migrantes venezolanos. Sonia cuenta que en 1995 la alcaldía de Riohacha le cedió el terreno de cinco hectáreas, y después de muchas luchas y enredos hoy cuenta con las escrituras.

“Esto fue gracias a los alcaldes Jaider Curiel y Rafael Ceballos, que me ayudaron a legalizarlo”, añade. Sonia también aprendió a practicar necropsias y luego pudo estudiar y trabajar en Medicina Legal de Riohacha como asistente forense.

En 45 años ha realizado alrededor de 5 mil necropsias, incluyendo la de su mamá, Juana Bautista Robles, hace 27 años. Este ha sido uno de los momentos más difíciles de su vida. “La preparé de tal manera que se viera hermosa, como si aún estuviera viva, tal y como se lo prometí en vida”, anota.

Su labor en Gente como uno no es solo la de administrar el camposanto. Ella es sepulturera, jardinera, conductora, aseadora y además construye las bóvedas. Pero como si eso fuera poco, cuando no tiene recursos para comprar los bloques, también los hace. “He aprendido de todo un poco, porque las personas que vienen a enterrar a sus seres queridos, por lo general no cuentan con recursos suficientes para lo que eso requiere”, explica Sonia. Actualmente tiene un convenio con la administración distrital de Riohacha, que al año le da $190 millones. “Con eso me toca atender toda la población vulnerable,y me alcanza solo para ataúdes, de mis recursos aporto para traslados, arreglo de los cuerpos, e incluso las flores”, asegura. La labor que realiza Sonia en Gente como uno, ha sido reconocida en muchas instancias, pero la que recientemente le hizo la ONU, la considera “espectacular”.

En los 75 años del organismo se escogieron 75 historias alrededor del mundo que representan los valores y el trabajo de la organización. Una de ellas fue la de Sonia Bermudez, que también está entre las  12 historias priorizadas por Humanity House en Holanda, para una exposición fotográfica.

“Esto no tiene nombre, ser reconocida a nivel mundial entre tantas personas destacadas es de gran satisfacción. Cuando me dijeron quedé sin palabras, no solo por mí, sino por La Guajira, tierra que ha sido injustamente discriminada”, expresó emocionada. Agradeció a ACNUR y a su entonces director en La Guajira, Federico Sersale, quien tuvo la iniciativa de postularla.

Ella misma es la que sepulta los cadáveres que llegan al cementerio. Cortesía.

“Entregar un NN es hacer paz”

 Sonia Bermúdez ha entregado a las familias unos 70 N.N. enterrados en Gente como Uno.

Pero una de las historias que más la conmovió ha sido la de dos jóvenes hermanos cordobeses, de 19 y 21 años.

Cuenta que hace varios años llegó a Riohacha una  mujer cuyos hijos habían desaparecido de Tierralta, Córdoba, después de salir a jugar fútbol. La madre estuvo dos años buscando a sus hijos, hasta que en la Fiscalía le mostraron la foto de dos cadáveres que habían sido enterrados en Riohacha.

“Cuando yo entierro a alguien sin identificar siempre incluyo las pertenencias en una bolsa aparte, ya sean las chancletas, una pulsera, alguna prenda. Unos zapatos fueron los que le dieron la certeza a la señora de que eran sus hijos”, recuerda Sonia.

Dice que eso le causó a la señora una gran impresión que sufrió una hemorragia, después de dos años de tener alterado el ciclo menstrual. “La tuve que llevar al hospital para que la atendieran”, manifiesta.

“Esta ha sido de las experiencias más duras, pero a la vez reconfortante y satisfactoria, porque es una manera de construir paz. Un desaparecido desequilibra a toda una familia, y el hecho de encontrarlo, es un alivio para el alma”, expresó.

Momentos como ese ha tenido muchos, y siempre son motivos de alegría, porque  dice que le da paz a una familia.

“Generalmente no tienen recursos, y por eso hago el embalaje del cuerpo de la mejor manera, para que les salga más económico el traslado. También les entrego un oficio en nombre de la fundación Gente Como Uno, explicándoles a las autoridades y pidiéndoles colaboración. Así la familia va más tranquila”, explica Sonia, quien ahora también está encargada del cementerio central de Riohacha.

“El alcalde me pidió que me encargara del cementerio, y yo acepté feliz porque vine a cuidar a mis muertos, siento que los amo y que espiritualmente recibo mensajes de ellos diciéndome que no los deje solos”, asegura.

Antes el cementerio era manejado por la Curia, con la que Sonia tuvo varios enfrentamientos desde que comenzó a ocuparse de los N.N. en Riohacha. Los sacerdotes se oponían a que usara la parte posterior del cementerio para las sepulturas. 

“Como yo misma cavaba los huecos porque no había cómo pagarle a un sepulturero, un día cuando estaba en esa tarea llegó un cura y me dice: “Espero que sea el último N.N. que entierres en este cementerio, porque no es tuyo”. Yo le respondí: “Claro, como no es tu familia, entonces tengo que botarlo como un perro’, relata entre risas.

Añade que hubo un cura que se llevó todos los cadáveres y ella nunca supo dónde los botó. 

Sonia celebra su cumpleaños en el cementerio 'Gente como uno' Cortesía

“Quiero que mis hijos sigan el legado de Gente como Uno”

A los 64 años Sonia se muestra tranquila, porque está segura de que sus siete hijos, todos profesionales, y  sus doce nietos, seguirán el legado que dejará en “Gente como uno”. “Ellos colaboran con todo, me ayudan mucho, y mis nietos juegan fútbol, corretean y van a divertirse al cementerio”, afirma.  Dice que en estos momentos está disfrutando de su soltería, después de haberse separado hace tres años de su pareja, con la que estuvo 15 años. Antes se había separado de su esposo, quien la puso escoger entre él o los muertos. “Todo el tiempo me ponía e escoger y me cansé. Le dije que cualquiera me podía dar lo que él me daba, pero no lo que me daban los muertos, y lo dejé”, indicó. No toma, no fuma, y es disciplinada con la alimentación, a lo que atribuye la esbeltez de su cuerpo, del cual se siente muy orgullosa. “Cualquiera no tiene un cuerpo así a esta edad, y es natural, no soy reencauchada”, asevera entre risas.

Ahora su gran sueño es convertir este cementerio en un ‘paraíso terrenal’, y para eso necesita recursos con el fin de hacer un encerramiento y otras obras. “También quisiera morir aquí, en el cementerio se respira una paz que no la encuentro en ninguna parte”, asegura.

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