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Orgullosa, sobria y elegante marchó la Gran Parada de Tradición, que nuevamente conquistó a Barranquilla con sus centenarias danzas y antiguas melodías.

Madres, hijos, abuelos y nietos se vistieron de colores para representar, una vez más, la herencia cultural de la ciudad y sus alrededores.

Poco después de las dos de la tarde sonaron las sirenas del carro de bomberos que comandó el jolgorio carnavalero.

Las Farotas, con su tradicional vestimenta de colores vivos y atrevidos, inauguraron el desfile, que arrancó bajo el fuerte sol de Barranquilla.

Congos, garabatos y cumbiambas se tomaron el cumbiódromo de principio a fin, orgullosos de sus legados e historias ricas y ancestrales.

África, España y la tradición local se vieron representados en las comparsas que bailaron con ánimo y entusiasmo.

Alejados del reguetón, la champeta y los géneros musicales urbanos, las tamboras, gaitas y llamadores fueron los protagonistas de la tarde de ayer.

Al son de la cumbia, el mapalé, garabato y bullerengue desfilaron los bailarines ante los miles de espectadores que asistieron, en menor medida que el sábado, ayer a la Vía 40.

La Danza de los Goleros, gran homenajeada de este año, llegó con sus tradicionales movimientos desde Sabanalarga. Esta comparsa cumplió sus cien años en una de las primeras plazas del desfile.

Vestidos de negro y con los picos sobre la cabeza, cerca de 20 integrantes bailaron frente a los aplausos y la ovación del público.

También desde Sabanalarga, los Diablos Arlequines volvieron a captar los aplausos de los espectadores, luego de que también se lucieran en la Batalla de Flores del pasado sábado.

Con el tradicional ritmo de sus castañuelas marcharon sobre la Vía 40, expulsando llamaradas de fuego como lo han hecho por años.

Pasaron los minutos y las comparsas más emblemáticas del Carnaval siguieron desfilando por el Cumbiódromo, vestido de gala por la celebración de los 50 años del Festival de Orquestas.

Música, baile, aplausos y colores vivos decoraron la Vía 40 cuando los más importantes y tradicionales grupos del Carnaval marcharon con ritmo y alegría.

Los Coyongos y otras danzas regionales también cautivaron con sus costumbres de la Costa y la Región Caribe.

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La asistencia del público, notable en la Batalla de Flores, se dio en menor cantidad para la Gran Parada de Tradición. Los palcos que el sábado rebosaban de gente, ayer lucieron menos imponentes, aunque con la misma alegría característica.

Sobre las cuatro de la tarde inició el recorrido de la reina Carolina Segebre, quien se vistió de mapalé para el segundo día de celebración.

El vestido ‘Tradición Mapalé’, compuesto por plumas de colores vivos y acompañado de varios tintes dorados y brillantes, como se han caracterizado sus atuendos, fue uno de los puntos a destacar del desfile.

La soberana bailó rodeada de un apretado séquito de logística, el cual le permitió acercarse a las barandas donde observaba la gente.

Su comitiva real de ‘cambamberos’, vestidos de monocucos coloridos, la siguieron por su recorrido.

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Grandes y tradicionales comparsas como el Congo Grande, el Cipote Garabato, el Cumbión de Oro y el Gallo Giro, que cumplió 40 años, fueron otros de los puntos destacados del desfile.

Isabella Chacón y César De la Hoz, reyes del Carnaval de los Niños, desfilaron al comienzo de la Gran Parada vestidos de farotas y bailaron al ritmo de la música de tradición barranquillera.

Junto a ellos, las Farotas, que estuvieron entre los grupos que abrieron el desfile, fueron un despliegue de color y de goce, cuando brillaron bajo el sol de la tarde barranquillera.

Danzas como el torito, las marimondas y monocucos también tomaron parte del desfile y, aunque en menor cantidad que en la Batalla de Flores, marcharon sobre la Vía 40 con su acostumbrada algarabía y festejo.

Niños pequeños, vestidos de garabatos y congos, fueron el blanco de los aplausos y la celebración. Acompañados por sus familiares, estos pequeños dieron los primeros pasos en lo que será, seguramente, una vida llena de Carnaval.

La tradición de la fiesta grande de Barranquilla se manifestó en cada una de las danzas que salieron ayer a la Vía 40. Familias de bailadores integraron varias de las agrupaciones folclóricas más populares y antiguas del Carnaval.

Entre abrazos, risas, coreografías y algarabía se vivió la gran mayoría de despliegues artísticos en el desfile de ayer, que se caracterizó por tener pocos espacios entre un grupo y otro.

Con el transcurrir de las horas cayó la tarde sobre el Cumbiódromo de la Vía 40 y la mayoría de los asistentes empezaron a abandonar el desfile.

Una vez más, poco después de las seis de la tarde, la Gran Parada de Tradición llegó a su fin. A su paso dejó fiesta, pero también conciencia de cómo ha ido evolucionando sobre sus mismas raíces el Carnaval de Barranquilla.

Hoy, cuando inicie la Gran Parada de Comparsas, antes Gran Parada de Fantasía, la fiesta carnavalera se seguirá celebrando a sí misma, cuando se tome nuevamente el Cumbiódromo de la Vía 40.