Aquel 6 de marzo de 1927 seguramente debería ser el día más importante de la historia del país. Ese domingo vio la luz del mundo y sintió en su rostro la brisa del Caribe el hijo más ilustre de Colombia, Gabriel García Márquez, ese que aún hoy, a más de 11 años después de su muerte, seguimos redescubriendo.
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Porque, ¿cuánto no hemos escuchado, leído, investigado y demás, sobre el cataquero? Y aun así, día a día hay nuevas formas de entender la genialidad de este hombre que supo narrarnos como nadie. Y en ese contexto se ubica el libro Gabriel García Márquez, un genio de muchos rostros, en el que Orlando Oliveros, un gabólogo con todas las letras, explora con una pluma majestuosa y una investigación rigurosa, las facetas del escritor.
“Este libro tiene casi siete años de haberse concebido porque ha requerido muchísima investigación. Tiene dos lados muy difíciles, el lado de recopilar los datos, recopilar información que se ha dicho sobre García Márquez, pero también información que ha ido apareciendo con los años sobre él, especialmente la que yo manejo en el archivo de la Fundación Gabo, donde soy el editor investigador y mi labor es trabajar con este archivo y en donde, por ejemplo, están todas las entrevistas que dio a lo largo de toda su vida, son más de 200. De ahí yo puedo sacar algunas declaraciones que no han sido exploradas por otros investigadores”.
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Seguramente lo primero que viene a la mente al escuchar el nombre de Gabriel García Márquez son sus libros, Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera o sus cuentos. Toda su producción textual.
Sin embargo, como lo explora en su libro, Orlando Oliveros detalla que “García Márquez fue también un gran periodista que trabajó entre otras cosas para el periódico EL HERALDO con su famosa columna La Jirafa, también estuvo en El Universal o en El Espectador. También fue un cineasta, incursionando sobre todo en la década de los 60”.
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Fue tanta su cercanía con el séptimo arte que en los 80 creó la Fundación para el Nuevo Cine Latinoamericano, la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, tuvo un noticiero, QAP, en donde se mezcla televisión y periodismo.
“Hay un García Márquez que es emprendedor. En los años 70 creó una fundación para la defensa de los presos políticos y los exiliados del cono sur que llamó Habeas. En Cartagena a principios de la década de los 50 hizo un periódico llamado Comprimido, fundó una revista llamada Alternativa. Hay un García Márquez ciudadano que es el que tiene sus opiniones políticas, que tuvo sus encuentros con Fidel Castro, con Felipe González, con Bill Clinton, con François Mitterrand, con Omar Torrijos”.
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¿Gabo picotero?
En medio de todas esas facetas también aparece el melómano, ese que se enamoró del vallenato, de los boleros hasta el punto de tener, de manera figurativa, su propio picó.
“Cuando empezó a tener plata por las regalías de Cien años de soledad lo primero que hace es mudarse de Ciudad de México a Barcelona y se compra el último equipo de sonido que existe, el más moderno. Era un equipo tan bueno que los amigos escritores y en general iban allá a escuchar música y le tenían el nombre como si fuese un picó, se llamaba el Gabo Sound System”.
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Además, así como definió a Cien años de soledad como un vallenato de 400 páginas hizo lo propio con El otoño del patriarca que podría considerarse un concierto para piano de Béla Bartók o que El amor en los tiempos del cólera era un bolero sobre amores contrariados.
“Antes de sentarse a escribir El amor en los tiempos del cólera García Márquez habló con Armando Manzanero para hacer un bolero. Manzanero le dijo ‘yo te hago la música y tú haces los versos’. García Márquez se sentó a tratar de hacer los versos y y no pudo crearlos. Luego habló con Silvio Rodríguez y aun así no pudo construir ese bolero. Producto de esa frustración Gabo hace una reflexión en la que reivindica el poder creativo de los compositores como Rafael Escalona que son capaces de contar una historia en pocos versos, porque él quería contar una historia de amores contrariados y le sale una novela de 450 páginas”.
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