Fragmentos de ‘El viaje de la memoria’ de Tito Mejía Sarmiento
Tito Mejía Sarmiento, filólogo, poeta, locutor y docente. Ganador del Quinto Concurso Nacional Metropolitano de Poesía (2001).
Cotidianidad
En el trasfondo del patio
de la vieja casona,
ronda la suave voz del cuerpo ausente,
siempre a la misma hora
en que murió Beatriz Amalia: tres en punto de la tarde.
Cuando la voz y yo estamos frente a frente
a determinada distancia,
resta el temor,
Ella comienza a repetir palabras continuamente
hasta cuando el amor desnudo en ofrendas,
cierra sus labios
con la luz de la luna
y nos ahoga en las urgencias del día siguiente,
como en un cielo prevenido al milagro de los amantes.
Desde entonces, ella es fantasma
y yo, su memoria.
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Al cerrarse la casa por siempre
En casa
ya no se escucha
la inconfundible voz de mi viejo,
ni el arrastre de los pasos a sus noventa 96 años.
La carcajada de mi madre
al terminar de recitar un verso de Neruda, tampoco está.
Por la puerta trasera del patio
no se filtra el ladrido de Singo, el perro negro
de ojos amarillos y gran cazador de conejos.
No oigo con la misma intensidad
el canto del gallo chino, a las 4 de la mañana.
En la pared de la sala,
ya no cuelgan los rostros de todos mis hermanos.
Nadie dice un adiós en la terraza de la casa,
y en la cama del primer cuarto,
solo queda el aroma del amor
Con Casandra, la muchacha
que se aprendió de memoria mi nombre
desde el primer día,
a pesar de la dificultad del mismo :Yarujabakiensel.
Para colmo, desaparecieron las sombras
del palo de guanábana del mediodía,
y la vecina no ve volar un pájaro de rama en rama.
Al cerrarse la casa por siempre,
se abrió la llovizna habitual de octubre
con todos los recién llegados,
en cuyos íntimos corazones rivalizan hoy otros corazones.