Mientras el mundo avanza hacia fuerzas armadas tecnológicamente integradas, nuestro país en los últimos años sufre un proceso de deterioro institucional, desfinanciación selectiva, y desarticulación estratégica. El manejo del sector defensa bajo Gustavo Petro causó una reducción abrupta de operaciones, cambios improvisados en doctrina, y la pérdida de capacidades críticas. La fuerza pública está menos cohesionada y más politizada, perdiendo capacidad operativa en regiones clave. El próximo gobierno tendrá un reto mayúsculo recuperando la seguridad del país, estamos en rines.

Modernizar las Fuerzas Militares es una necesidad urgente. No se trata de volver al pasado, sino de alinearlas con las exigencias del siglo XXI. El primer paso es recuperar el principio de misión: las fuerzas deben proteger la soberanía, garantizar el control territorial, y neutralizar amenazas híbridas. Desde el narcotráfico hasta las redes criminales transfronterizas operan hoy con tecnología de drones, criptografía y financiamiento global. Aunque Colombia destina el 3,1 % del PIB en defensa, la eficiencia de ese gasto se ha visto limitada por la falta de alineación estratégica. Es indispensable retomar un modelo de planeamiento basado en capacidades, no en discursos.

La siguiente prioridad es una reforma tecnológica integral. Mientras otros países de nivel comparable operan con sistemas C4ISR en tiempo real y altos niveles de interoperabilidad, Colombia mantiene una arquitectura fragmentada. El país debe crear un Comando Conjunto de Innovación y Ciberdefensa capaz de integrar inteligencia de fuentes abiertas, analítica de datos, drones tácticos y capacidades de guerra electrónica. Hoy los grupos armados operan con más agilidad tecnológica que el propio Estado. Esto es inaceptable.

La politización forzada de los altos mandos, los cambios improvisados en ascensos y la narrativa que responsabilizó de manera indiscriminada a la tropa generaron fracturas internas. Se necesita un Estatuto de Carrera Militar blindado frente a los vaivenes políticos, un régimen de ascensos basado exclusivamente en mérito y una política de bienestar que reconozca el sacrificio de quienes sostienen la seguridad nacional.

Países como Turquía, Corea del Sur y Brasil lograron saltos cualitativos al invertir en I+D dual, promover alianzas con privados y asegurar mecanismos de transferencia tecnológica. Colombia puede avanzar en la misma dirección, especialmente fortaleciendo el desarrollo de drones, el mantenimiento aeronáutico, las municiones inteligentes y los sistemas de vigilancia fronteriza. Estamos lejos de nuestra capacidad potencial.

Finalmente, la modernización exige un nuevo pacto civil-militar. Un país que aspira a crecer, atraer inversión y ampliar su democracia, necesita unas Fuerzas Militares fuertes, disciplinadas y modernas, no debilitadas por la improvisación o la falta de continuidad estratégica. El reto no es retórico: es estructural. Y será decisivo para la Colombia que queremos construir después del desastre institucional de estos años.

Es vergonzoso el desperdicio en la compra de los aviones Gripen. La falta de transparencia tiene el tufillo de actos de corrupción en la compra, hay un sobrecosto de 50 % frente a los mismos que compró Tailandia. Ojalá se publique todo el contrato, hay un tema raro con los motores. Como mínimo que no se permita la entrega de anticipos.

@simongaviria