Pareciera un eslogan más. Pero aplicado a Barranquilla con las iniciativas del alcalde, la ciudad dejó atrás a las otras capitales de Colombia y del Caribe, y se encuentra en otro nivel. Es que andamos por un período de crecimiento y reconocimiento que supera los niveles estándar, cosa de la que dan fe propios y extraños. Y que le arde a Petro porque, además de orate desvariado, es ardío. Es que no descollamos por obras en vías colegios, bilingüismo, puestos de salud, etc., sino por posicionamiento urbano.

La ciudad se ha convertido en la solicitada sede de los eventos nacionales e internacionales, y ha demostrado capacidad técnica y logística para satisfacer los más exigentes cánones de promotores y financiadores. Apenas estamos comenzando.

Fíjense en el éxito del denominado “Giro de Rigo”, con miles de participantes de todas partes del país y de varias naciones del mundo. No es sólo el triunfo del evento en sí, que irriga dinero en la economía local, visitantes, auxiliares y familiares gastando en hoteles, restaurantes, almacenes y demás, sino que se aprovecha la visita para mostrar vías, ornamentación y lugares como la Ciénaga Mallorquín, el espectáculo de la conjunción de Mar Caribe y el Río Magdalena en Puerto Mocho, que dejan boquiabiertos a los visitantes que, seguro, actuarán como repetidores de las bondades de su experiencia, algo aún más efectivo que los mensajes de publicidad contratados en cualquier medio, por masivo que sea.

Otro reciente éxito gigante se logró con el Circuito de los Karts en las diferentes categorías, evento que también atrajo a miles de visitantes y de participantes, que éstos vinieron con técnicos, mecánicos, partes, y hasta autos de repuesto, amén de familiares y acompañantes, todos irrigando dinero y prestigio a la ciudad. Ya vendrá la Fórmula Uno que Petro, de puro ardío, nos arrebató.

Y ni hablar de la Noria, que aquí se llamará La Luna del Río, desde donde se podrá apreciar la vista de la ciudad, la dimensión del Río Magdalena, la ubicación y reconocimiento nuestro como Puerta de Oro, la majestuosidad de la Ciénaga Grande y de la Sierra Nevada, todo único en el país, y hasta en el mundo. Anato debe estar feliz.

¡Por ello Petro nos detesta! No le importa que aquí aún hay demasiado petrismo, más lo urtica la capacidad de gestión de Álex y su eficiencia y eficacia gubernamental, son niveles que él no puede ni imaginar, pues están fuera de su alcance. Mientras Petro tiene al país en el más bajo nivel, Álex, sin contar con él, nos tiene en otro, tan alto, que le arde.

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