Lo grave de la problemática de las “malas compañías” de los presidentes de los últimos gobiernos en Colombia es que nadie imaginó que la propuesta de “cambio total” del presidente Petro tempranamente -incluso desde la campaña- se rodeó de “malas compañías”.
La política se ha convertido en la tragedia nacional que arrasa con los sueños de un pueblo que insiste en creer que es posible un “cambio” a través del voto como catalizador de la democracia.
Como sociedad no hemos podido construir el cambio necesario para consolidar una sociedad más justa, culta y equitativa. La política se ha convertido en la tragedia nacional que arrasa con los sueños de un pueblo que insiste en creer que es posible un “cambio” a través del voto como catalizador de la democracia.
Cada vez más no cala el discurso de que los buenos son los de la derecha y los malos son los de izquierda. Nada más fuera de la realidad, tantos unos como otros han saqueado sin misericordia las arcas públicas de un pueblo que muere arreciado por múltiples necesidades básicas insatisfechas.
A partir del 1 de enero de 2025, los ciudadanos colombianos en su condición de pueblo soberano podrán revocar el mandato a sus alcaldes corruptos o por su deficiente gestión que causa malestar generalizado.
La COP 16 no solo representa una vitrina de lo mejor de nuestra riqueza biodiversa, sino recrea lo que realmente somos y abre un espacio interno y externo para tomar conciencia de la importancia de proteger la casa de todos: nuestro planeta.
A los presidentes en el universo no se les revoca el mandato, sino que se les hace juicios políticos y/o jurídicos, que eventualmente conlleven a una sanción de destitución o dimisión, con estricta observancia del debido proceso.
Presidenciables de diversas tendencias políticas protagonistas seguros de un nuevo aire nacional contra la polarización y para el progreso.