Tenemos ahora una animadversión adicional, es que Petro nos detesta y, aunque últimamente trate de disimularlo, ya nos ha clavado en todo lo que ha podido, así que lo que ahora cacarea es tratando de recuperar lo que nuestra mentalidad masoquista ha dejado sobrevivir.
Ya era hora de que aquí entendieran que no hay peor cosa que un costeño cachaquizado, refrán que se confirmó con la actitud del presidente, en mala hora nacido por aquí pero desde pequeño criado en tierras paramunas. El tipo nos detesta, y se inventa vainas contra el Caribe que siempre lo apoyó; como el gato, animal ingrato.
Duque, dizque bobo, aprobó los precios de la concesión de Air-e, y los de distribución que condujeron al desastre que vivimos, la gente tiene que escoger entre comprar comida o pagar la luz, martirio que podría el Gobierno nacional mitigar, pero se requiere la voluntad del gobernante.
Petro sabe mucho, y por ello no habla de elecciones, no arriesgará su anhelada continuidad sometiéndola a imponderables, lo suyo es permanecer él, seguir gobernando hasta que se produzcan los cambios que su desvariada mente sueña, hasta lograr un omnímodo poder en la institución presidencial. Así que mejor no ilusionarse con candidaturas que, aunque bacano apostar por ellas, no se dará.