En términos de calendario falta poco para que termine el período del orate que en mala hora salió elegido presidente; pero en términos reales es mucho el tiempo el que le queda para completar sus propósitos de destrucción de la institucionalidad nacional, tarea que ya tiene muy avanzada. Menos mal que en el senado lo derrotaron en lo de la elección de la Balanta, que le hubiera otorgado mayoría en las decisiones de la Constitucional, con lo que hubiera hecho aprobar todos los desvaríos que pasan por su errática mente.
Por ello su furia ante la derrota, que le tocará entonces someterse a lo estrictamente constitucional y legal, no podrá modificar el calendario electoral, ni convocar constituyente, ni ninguna de ésas locuras que se le ocurren, y que ni siquiera podrá hacer aprobar nada en el senado, pues el sol a las espaldas lo urtica, y el Congreso ya está en modo elecciones que, ésas sí, están encima. Mientras, ni le va ni le viene lo que ocurra dentro del territorio, su gente anda atareada raspando lo que ha quedado de la olla, y lo del orden público que en vez de mortificarlo le complace. Por ejemplo, nada dice que hasta el momento hayan ocurrido 38 ¡treinta y ocho asonadas! ¡una semanal!, que a punta de amenazas instrumentalizan a la población para que los apoye, ¡ay que no! Y el ministro de defensa, bien, gracias, menos mal renunció al uniforme, pues lo desnaturaliza. A los únicos que les viene cumpliendo es a los malandros, organizaciones criminales que se han adueñado del país. Así es en todo. Pretende ser líder mundial, pero el mundo, hasta Trump, se burla de sus payasadas.
No le queda sino tratar de evitar un papelón electoral conformando unas listas en las que sus mismos candidatos no le paran bolas, es el propio pellejo de ellos el que está en juego, ya saben que tienen que participar en la rebatiña porque petrismo propiamente dicho, aquél que arrastraba votos, ya no hay. Y terminará con “pinturita” como su candidato presidencial.
Mientras, para lucir imparciales, los partidos inventan dilatorios vericuetos, que consultas, que encuestas, y bobadas así. No. Hay que ser frenteros: El uribismo debería decidirse con la Cabal, que ya piensa igual a su esposo, el samario José Félix Lafaurie; los liberales deberían lanzar exclusivamente al brillante Mauricio Gómez Amín; los godos, apoyar decididamente al comprobado y firme Fincho Cepeda; y que ellos compitan con Abelardo, porque el país está en peligro, torcido, y esto sólo lo puede enderezar y salvar un talante caribe.
rzabarainm@hotmail.com