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Colombia

Dane alerta por rápido ritmo de envejecimiento de la población colombiana

Según los datos preliminares revelados por el DANE, Quindío tiene el mayor índice de envejecimiento con 70,43 %, seguido del Valle del Cauca (60,28 %), Risaralda (59,54 %), Tolima (52,08 %), Nariño (50,82 %) y Bogotá (50,17 %).

Desde 2005 se alertó por el ritmo rápido de envejecimiento de la población colombiana. Trece años después, cifras preliminares del Censo poblacional de 2018, elaborado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), volvieron a llamar la atención, tras evidenciar que hay 40,4 personas que superan los 60 años por cada 100 personas menores de 15 años, generando consecuencias económicas, sociales y psicológicas.

El fenómeno, según el decano de la Escuela de Medicina de la universidad del Rosario, Gustavo Quintero, obligará al Gobierno Nacional a tomar medidas para diseñar una política pública que afronte los retos en materia pensional, aseguramiento en salud y productividad, entre otros, en donde se deberá evaluar principalmente aspectos como el cuidado y bienestar de los adultos mayores.

Quintero resaltó que este fenómeno no es nuevo en Colombia, sin embargo, sostuvo que el aumento en la vejez se debe ver como una oportunidad y no como un problema, ya que permite hacer adecuaciones en diferentes aspectos para responder a una realidad tangible desde hace una década.

“En 1985, el 3,8 % de los colombianos tenían más de 60 años. Ocho años después la cifra saltó a 4,52 %, para luego ubicarse en 6,31 % en 2005 y llegar a 9,23 este año, entonces el aumento de la vejez en la población colombiana no es nuevo, solo que durante todo este tiempo se ha ignorado y no se quiere hacer frente al asunto, pese a las consecuencias que trae”, detalló Quintero.  

Para el experto, el bono demográfico, es decir, la lógica según la cual los jóvenes deben ser el motor del desarrollo, se está perdiendo; situación que se evidencia en el censo de este año, ya que actualmente la edad promedio de los colombianos es de 31 años, mientras que en el censo de 1985 era de 20 años.

“La población joven disminuye como consecuencia de políticas que hemos tomado en el pasado para controlar la natalidad. El mejor ejemplo son las medidas adoptadas en China, donde la base era que solo tuvieran un hijo, pero esto se les salió de las manos al ver que cada vez era menos la población joven y aumentaban los viejos, lo que los llevo a incentivar la tasa de natalidad, permitiendo un segundo hijo, con beneficios de ley”, agregó el decano de la Universidad del Rosario.

Carga pensional 

Gustavo Quintero aseguró que el aumento de la población mayor de 60 años y la disminución de la natalidad golpea principalmente a la economía, al sistema pensional y a la salud, ya que estos sectores se basan en la productividad, que cada vez es menos.

“La presión pensional va a ser inminente cuando veamos los resultados totales del Censo. La carga fiscal del programa de Beneficios Económicos Periódicos va a ser mucho más alta cuando identifiquemos que tenemos una proporción de población adulta mayor mucho más alta de la esperada”, detalló Quintero.

Con esta postura coincidió el economista Alfonso Miranda, quien manifestó que se requiere pensar con cabeza fría lo que se va a hacer con la economía del envejecimiento, ya que se requerirá no solo un cambio estructural en el sistema pensional, sino también en la estructura del cuidado del adulto mayor. “Es todo un conglomerado de estrategias lo que se necesita si no queremos pagar el precio de una población envejecida sin calidad de vida”, agregó el economista.  

Para Miranda, que la población envejezca es una alerta para el Estado, porque empieza a significar una “carga” en la economía, que de paso conlleva a una congestión en el sistema pensional, menos campo laboral para la población joven y mayores cuidados en los servicios médicos.

“Para todo el mundo el envejecimiento de la población es un problema, porque es una carga pensional tremenda, la gente dura mucho más tiempo necesitando los recursos de los fondos de pensiones, lo que genera un gasto absurdo. Peor aún, el Estado colombiano no cuenta con las garantías para mantener a la población mayor que viene en aumento y si no se controla esto se perderá la productividad y habrá un déficit financiero y social”, agregó el economista.

Miranda señaló que el fenómeno, que esta ligado a la curva en descenso de natalidad por parte de la población joven, también evidencia que la estabilidad económica conlleva a que cada vez la población joven quiera tener menos hijos, porque ven esa acción como una "carga o un gasto innecesario" que no aporta beneficios.

Con este argumento presentado por el economista coincidió el psicólogo Leonardo Ajá, quien analiza este fenómeno desde el punto de vista monetario, mostrando que la estructura de la familia en el país empieza a evidenciar cada vez más signos de “contracción familiar”, dando como resultado el que se pierda el relevo generacional.  

“En un época se dio que nuestros abuelos tenían 14 hijos, pero a medida que pasa el tiempo vemos que esto ha ido bajando y más aún con la nueva generación. Colombia no estaba preparado para que la juventud prefiera tener un perro o gato en vez de un hijo, como razón de beneficio para su economía”, explico Ajá, quien además señaló que la tendencia se manifiesta en la cultura y los cambios sociales que se afrontan.

Distinción regional 

Bajo este panorama, los analistas coinciden en que el fenómeno no puede ser analizado de la misma manera para el campo y la ciudad, debido a que la capacidad adquisitiva es distinta y Colombia en sí es diverso en sus regiones, lo que se manifiesta en crear políticas diferenciadas.  

Es así como, según los datos preliminares revelados por el DANE, Quindío tiene el mayor índice de envejecimiento con 70,43 %, seguido del Valle del Cauca (60,28 %), Risaralda (59,54 %), Tolima (52,08 %), Nariño (50,82 %), Bogotá (50,17 %), Boyacá (50,13 %),  Antioquia (48,73 %) y Santander (44,23 %).

“Hay que tener presente que no es lo mismo ser viejo en el campo que en la ciudad. En el campo el viejo es un sabio y en la ciudad un estorbo. En el campo al viejo se le respeta, en la ciudad se le humilla. Eso genera que el adulto mayor entre en la condición de indefenso”, sostuvo el psicólogo Leonardo Ajá, quien resaltó que no en vano uno de los picos de las tasas altas de suicidio esta en personas mayores de 65 años, a razón de que "terminan sintiendo que son inservibles para la sociedad”.

Entre tanto, las regiones con menor índice de envejecimiento están ubicadas principalmente en los departamentos periféricos como Vichada (10,76 %), Amazonas (14,31 %), La Guajira (14,41 %), Guainía (15,11 %), Vaupés (16,84 %), Chocó (20,40 %), Arauca (20,40 %), Casanare (20,55 %), Guaviare (20,72 %) y Cesar (22,03 %).

Los analistas concluyeron que es hora de que el Estado colombiano se apropie de la situación del envejecimiento poblacional, que cada vez aumenta más y crea cambios estructurales para mantener un equilibrio social, brindando garantías tanto a los jóvenes como para los mayores, pensadas en nuevas políticas pensionales, fiscales y, en general, socioeconómicas, porque “si cada vez estamos más viejos, somos menos productivos y el país se estanca”.  

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