El Observatorio Fiscal de la universidad Javeriana expresó su preocupación por los riesgos que podría enfrentar Colombia tras el aumento de un 23$ del salario mínio, un ajuste calificado como desproporcionado frente a lo que ocurre en otros países de la región, incluso aquellos gobernados por administraciones de izquierda.
Según el análisis comparativo del Observatorio, Colombia se aleja de las tendencias regionales. Mientras Brasil, con una inflación del 4,4 %, ajustó su salario mínimo en cerca del 6,8 %, México, con una inflación cercana al 4 %, decretó un aumento del 13 %. En Chile, donde la inflación converge a la meta del 3 %, el incremento salarial fue del 8 %.
En contraste, Colombia, con una inflación esperada superior al 5 %, decidió un aumento del 23 %, una cifra que solo encuentra un referente cercano en economías con inflación estructuralmente alta como Turquía.
“El caso colombiano es atípico. Para encontrar un aumento comparable hay que mirar países con desequilibrios macroeconómicos profundos, lo cual debería encender alertas”, señaló Mauricio Salazar, director del observatorio.
Uno de los principales riesgos identificados es el desconocimiento de la estructura real del mercado laboral. En Colombia, cerca del 55 % de los trabajadores se encuentran en la informalidad y el 42 % del empleo corresponde a autoempleados, personas que generan su propio sustento, muchas veces en la calle o en actividades de subsistencia. Para este amplio segmento de la población, el aumento del salario mínimo no tiene un efecto directo ni inmediato.
De hecho, el Observatorio estima que el ajuste solo impacta de forma directa a cerca del 15 % de los trabajadores formales.
“Pensar que ese 15 % va a dinamizar al resto de la economía es una suposición difícil de sostener”, explicó Salazar.
El informe también cuestiona el llamado “efecto faro”, según el cual un aumento del salario mínimo eleva progresivamente los ingresos del resto de trabajadores. Estudios en Brasil muestran que, aunque existe ese efecto, los trabajadores informales reciben incrementos muy inferiores y se rezagan con el tiempo. En Colombia, la evidencia es aún más clara: mientras en 2013 los trabajadores informales ganaban en promedio el 93 % del salario mínimo, hoy perciben menos del 70 %.
Este fenómeno, según la Javeriana, podría profundizar una división estructural del país en dos economías: una formal, con ingresos crecientes, y otra informal, cada vez más rezagada.
“Esta brecha ya se venía ampliando incluso con aumentos más moderados del salario mínimo. Con un ajuste de esta magnitud, el riesgo de fragmentación laboral es mayor”, concluyó el Observatorio.
A esto se suma una tasa de desempleo que sigue siendo el doble del promedio de América Latina, lo que refuerza las preocupaciones sobre los efectos no deseados de una política salarial que, aunque busca mejorar el ingreso de los trabajadores, podría terminar debilitando el mercado laboral en su conjunto.





















