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La paz total de Petro fracasó. Y fracasó de forma estruendosa y estrepitosa. No hay nada que rescatar de semejante estropicio. Nada. Ningún gobierno en la historia reciente del país estuvo tan mediocre en su búsqueda de la reconciliación nacional. Ninguno llegó al nivel de incompetencia de Petro.

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César Gaviria se sentó a dialogar con la Coordinadora Guerrillera en Caracas y Tlaxcala, México, sin lograr el propósito de firmar un acuerdo de paz. Pero al final de esos diálogos el país entendió que la cacareada división guerrillera en Colombia no existía: todos los grupos subversivos –Farc y ELN, sobre todo– estaban metidos en el mismo calabazo y todos tenían en el secuestro y la extorsión su mayor fuente de financiación.

Andrés Pastrana le apostó a la paz con las Farc y a la postre también fracasó. Pero los diálogos del Caguán de Pastrana sirvieron para desenmascarar a las Farc. Después del Caguán, ese grupo guerrillero dejó de ser visto como una versión criolla de Robin Hood, que robaba a los ricos para darles a los pobres. Después del Caguán, tanto Colombia como el mundo entendieron que las Farc era un grupo guerrillero con estrechos vínculos con el narcotráfico y que no solo robaba y secuestraba a los ricos, sino que sus jefes estaban metidos en el negocio del narcotráfico. ¿A qué se dedicaba, por ejemplo, ‘El negro Acacio’?

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Juan Manuel Santos negoció con las Farc –después de haber sido debilitadas militarmente por Álvaro Uribe– y logró la desmovilización del 80 por ciento de esa organización guerrillera. Como presidente –a nombre del Estado colombiano– entregó mucho más de lo necesario, entre otras cosas, curules gratis en el Senado a los jefes guerrilleros. Ni un solo día de cárcel pagaron los jefes de las Farc. Santos tampoco les exigió su desmantelamiento como organización narcotraficante. Debió hacerlo y no lo hizo. Hoy alias Iván Mordisco y alias Calarcá trafican la cocaína y negocian con los carteles narcotraficantes que heredaron de aquellos que negociaron con Santos.

¿Por qué Santos no les exigió a las Farc en La Habana las rutas de la cocaína que sale de sus laboratorios en las selvas del país? ¿Por qué no les exigió la delación de sus socios en México y otros países del mundo? Nunca hubo respuestas. Y quienes nos atrevimos a hacer esas exigencias fuimos graduados por Santos y sus amigos en los medios de comunicación como “enemigos de la paz”. A muchos nos vetaron para asistir a los “foros de paz”, pagados generosamente por Santos a sus amigos.

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Gustavo Petro –a diferencia de todos los anteriores presidentes– no tiene absolutamente nada que mostrar. Nada. Su paz total es un monumento a la improvisación, la desidia, la ignorancia y la mala fe. Su paz total no pasó de ser un esperpento, creado y diseñado a las volandas –en plena campaña electoral– desde las cárceles del país con el único fin de llevar a Petro a la Casa de Nariño.

Desde que se conoció el tristemente célebre “Pacto de La Picota” –nunca aclarado por la Fiscalía– se sabía que este acuerdo del Gobierno con bandidos recluidos en las cárceles del país saldría mal, como en efecto salió mal.

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Pero –por desgracia– quienes pagan las consecuencias de ese adefesio carente de pies y cabeza son colombianos humildes, como acaba de suceder con el ataque a un helicóptero de la Policía en Amalfi, Antioquia, o la base Marco Fidel Suárez en Cali. En ambas acciones terroristas murieron y resultaron heridos hombres y mujeres inocentes. Tanto ‘Iván Mordisco’ como ‘Calarcá’ –señalados de ser los autores de ambos atentados terroristas– tuvieron interlocución con este gobierno. El último de ellos fue liberado –después de haber sido capturado en Antioquia– y Petro le dio la categoría de “gestor de paz”.

¿Qué hay detrás del terrorismo de ‘Iván Mordisco’ y ‘Calarcá’?

‘Mordisco’, un vil narcotraficante, no puede recibir tratamiento político

El ministro de Defensa, Pedro Sánchez, responsabilizó del ataque a la Escuela de Aviación Marco Fidel Suárez de Cali al “cartel narco de alias Mordisco”. El mismo ‘Mordisco’ que salió de las entrañas narcotraficantes de las Farc que se desmovilizaron en tiempos de Santos. ‘Mordisco’ fue narcotraficante siempre.

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Petro sabe muy bien que el tratamiento que debe recibir ‘Mordisco’, como narcotraficante que es, no puede ser político. La única oferta que puede recibir del Estado colombiano es su sometimiento. Punto. ¿Por qué Petro y sus negociadores dieron a ‘Mordisco’ tratamiento de “rebelde alzado en armas”, cuando no pasa de ser un vil narcotraficante? Todas las acciones de terror que ejecuta ‘Mordisco’ provienen de la laxitud con que Petro lo trató. Llamarlo ahora “terrorista”, cuando nunca dejó de serlo, no pasa de ser un saludo a la bandera y una pretensión absurda de querer lavarse las manos, ante el daño causado y el pánico generado por ese criminal.

Helicóptero derribado en Amalfi, una masacre anunciada

El ataque a un helicóptero de la Policía Nacional, que apoyaba labores de erradicación de cultivos ilícitos en Amalfi, Antioquia, también muestra la precariedad con la que nuestra fuerza pública enfrenta los grupos narcotraficantes en tiempos de Petro. Hasta el momento el saldo de policías asesinados asciende a 13, mientras que otros 5 resultaron heridos. Las fallas de la fuerza pública tienen que ver no solo con la ejecución de la operación de erradicación de cultivos ilícitos, sino con la carencia absoluta de un plan efectivo que garantizara la permanencia de los uniformados y la evacuación de los heridos. Más de la mitad de los policías muertos fallecieron esperando la asistencia aérea de sus compañeros policías. Pero esa ayuda nunca llegó. ¿Quién debió garantizar el desembarco de los uniformados y –sobre todo– quiénes debieron garantizar su permanencia en la zona –durante la erradicación de los cultivos ilícitos–, así como su evacuación a la hora del ataque de los guerrilleros dirigidos por alias Calarcá? ¿Quién responde por estas gravísimas fallas? ¿Quién asume la responsabilidad tanto política como estratégica por el atentado criminal perpetrado por alias Calarcá?

‘Calarcá’, un narcoterrorista que recibe tratamiento político

El helicóptero de la Policía Nacional derribado en Amalfi, Antioquia, cumplía labores de transporte de uniformados que erradicaban cultivos ilícitos. Fue impactado por un dron cargado con explosivos. El responsable de la acción terrorista es alias Calarcá, el mismo que fue liberado en Antioquia después de ser detenido en un retén de la Policía. Petro después lo nombró gestor de paz. ¡Qué tal ese gestor de paz de Petro! Ese mismo criminal tiene el reconocimiento de pertenecer a un “Estado Mayor” de las disidencias de las Farc, desde octubre del 2023. Es decir, Petro les da estatus político a terroristas y narcotraficantes. Un delincuente común recibiendo tratamiento de rebelde alzado en armas contra el Estado. Todos los actos de terror que realiza ‘Calarcá’ son producto de la laxitud con que Petro lo trató. Punto. La reacción de la fuerza pública ante el ataque terrorista también debe ser analizada con detenimiento. ¿Por qué debieron esperar los policías heridos más de cinco horas para ser asistidos por la fuerza pública? Esa demora produjo el fallecimiento de cuatro de los uniformados heridos. ¿Por qué no hubo reacción inmediata de la Policía? Alguien debe responder, tanto por el ataque como por la muerte de nuestros policías.

Con Petro volvió el terrorismo urbano al país

Desde el 2019 no se producía un ataque terrorista en una capital del país. Por eso la explosión de un camión bomba en inmediaciones de la Escuela de Aviación Marco Fidel Suárez –el pasado jueves– causó tanta conmoción. Con Petro volvimos a los tiempos aciagos del terrorismo urbano. La muerte de seis civiles y las heridas causadas a 68 personas las sentimos todos los colombianos en el corazón. Cali parece estar en manos de los “disidentes narcotraficantes de las Farc”, como alias Iván Mordisco. Petro sostiene que se trata de una retaliación de ‘Mordisco’ por los golpes recibidos en el suroccidente del país. Pero –sin duda– hay que reconocer también que hubo fallas muy graves que pudieron evitar la tragedia. ¿Qué pasó con las labores de inteligencia y contrainteligencia? ¿Ninguna autoridad supo del atentado? La obligación del Estado colombiano es garantizar la integridad y la vida de todos los ciudadanos, se trate o no de una retaliación de los grupos criminales. Punto. Y esa responsabilidad recae en Petro, como jefe del Estado.