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El excanciller colombiano Julio Londoño Paredes, el mayor conocedor de las fronteras del país, considera que el reclamo diplomático a Perú por la isla de Santa Rosa, situada en el río Amazonas, es consecuencia de la visión centralista de Colombia, que ha descuidado su periferia.

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El presidente colombiano, Gustavo Petro, acusó el martes al Gobierno de Perú de apropiarse de “un territorio colombiano en la Amazonía” por la creación del Distrito de Santa Rosa de Loreto, en la provincia de Mariscal Ramón Castilla, que incluye una isla fluvial surgida con posterioridad al tratado de 1922 que estableció los límites entre los dos países en el río Amazonas.

“Eso es una sucesión de hechos en los que hubo evidentemente un descuido en su momento por parte de las autoridades colombianas y una acción discreta, lenta, pero efectiva por parte del Gobierno peruano que consideraba que esa isla que había salido era simplemente la continuación de una isla peruana ya asignada”, dice Londoño en una entrevista con EFE.

Londoño, que fue ministro de Relaciones Exteriores del presidente Virgilio Barco (1986-1990), cree que ese descuido de las fronteras se debe a que Colombia, “durante toda su historia” ha tenido una administración “absolutamente central” en la que solo cabían Bogotá y las grandes ciudades, situación que empezó a cambiar con la Constitución de 1991.

“El resto del país no existía. Colombia llegaba hasta la Cordillera Oriental, de tal manera que los Llanos Orientales y la Amazonía no existían; Colombia llegaba hasta la Cordillera Occidental del Pacífico, de tal manera que la costa pacífica no existía; no existían La Guajira ni (el archipiélago de) San Andrés”, afirma.

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Londoño, que en los años 60 creó la Oficina de Fronteras de la Cancillería, afirma que el problema con Perú es consecuencia “de abandonar la periferia nacional, donde están las fronteras”, donde proliferan las economías ilegales, una situación que se repite en el Catatumbo, limítrofe con Venezuela; en el Putumayo, fronterizo con Ecuador y Perú, o en el Darién, la selva entre Colombia y Panamá.

“Es el costo que hemos pagado nosotros por ese descuido ancestral que tuvimos sobre la periferia nacional. A nadie le ha importado”, subraya.

Cambios en el río Amazonas

Según explica, el problema de la isla fluvial disputada con Perú “viene de muchos años atrás” y “se deriva esencialmente de las características del río Amazonas, que no es un río estable, es un río que cambia de curso con frecuencia dependiendo de muchos factores”.

“En el tratado entre Colombia y el Perú de 1922 se estableció el límite por el río Amazonas. Y se dijo que el límite dentro del río era (...) el canal más profundo”, que es por donde se mueven los barcos. Luego, en 1928 se definió dicho canal, y al año siguiente “se dibujó la línea del canal más profundo”.

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El excanciller añade: “Como en el río Amazonas hay muchas islas en ese segmento entre Colombia y el Perú, se procedió a asignarlas: Las islas que estaban al norte de la línea dibujada eran colombianas y las que estaban al sur eran peruanas”.

“Pero resulta que el canal del río cambió con el tiempo. Unas islas de las que estaban asignadas desaparecieron, surgieron nuevas y otras cambiaron de nombre”, añade para señalar que así apareció otra isla cerca de la de Santa Rosa, asignada a Perú.

La nueva isla no está asignada pero “Perú, paulatinamente, la fue ocupando” sin que Colombia mostrara mayor interés hasta que el pasado 9 de junio se incluyó en el Distrito de Santa Rosa de Loreto.

“Primero puso escuelas, colonos, después puso autoridades y en el mes de junio puso un distrito (...) Entonces, ¿qué es lo que ha pasado? Que el Perú ha venido de facto, a través de los años, ocupando esa isla”, señala.

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El problema está en que la nueva isla, que Perú considera una continuación de la ya asignada, “se ha pegado al territorio colombiano” en la zona de Leticia, capital del departamento del Amazonas, en la triple frontera con Santa Rosa y con Tabatinga (Brasil).

“En poco tiempo esa isla, Santa Rosa, va a dejar a Leticia prácticamente sin acceso al río Amazonas. Y para que los leticianos puedan navegar por el río tendrán que atravesar la isla (...) que es territorio peruano, nominalmente según el Perú, para embarcarse en territorio colombiano”, indica el excanciller.

Solución negociada

Londoño, que también fue embajador en la ONU, la OEA, Cuba y Panamá, y recorrió a pie, caballo o en canoa los más de 6.000 kilómetros de fronteras nacionales en sus años en el Ejército, del que se retiró con el grado de coronel, considera que la solución debe ser negociada, como lo prevé el Protocolo de Río de Janeiro (1934), que puso fin a la guerra que libraron Colombia y Perú entre 1932 y 1933.

También “está la opción de acudir a la Corte Internacional de Justicia (CIJ)”, aunque recuerda que Colombia denunció en 2012 el Pacto de Bogotá, que reconoce a ese tribunal, en rechazo al fallo que le definió nuevos límites marítimos con Nicaragua.

“Yo creo que Colombia y el Perú pueden llegar a un acuerdo sobre la solución de esos problemas que no pueden ser una cosa tan estática (...) porque los ríos están en movimiento, los ríos caminan. Ese es el caso del río Amazonas”, afirma.