El presidente Gustavo Petro volvió a desautorizar públicamente a la canciller Laura Sarabia en temas de política exterior. Esta vez lo hizo a propósito de una eventual negociación para el ingreso de Colombia a la iniciativa global china conocida como la Ruta de la Seda.
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“No. El jefe de las relaciones exteriores soy yo”, afirmó el mandatario este martes, durante una declaración en la que también cuestionó el papel de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores.
La declaración presidencial se produjo poco después de que se diera a conocer que la Cancillería había citado a dicha Comisión para evaluar la posibilidad de un acercamiento formal con el gobierno chino en el marco de su estrategia global de infraestructura e inversiones.
Petro, sin embargo, rechazó cualquier interpretación de que dicha comisión tuviera poder decisorio: “Vamos a hablar con Xi Jinping de tú a tú, no como arrodillados”, dijo el jefe de Estado, enfatizando que las conversaciones bilaterales estarían centradas en “problemas vigentes”.
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La Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, convocada por la Cancillería, está conformada por congresistas de las comisiones séptimas de Senado y Cámara, y cuenta también con la participación eventual de expresidentes y excancilleres. Sin embargo, salvo casos puntuales como el del expresidente Ernesto Samper, la mayoría de exmandatarios no suelen asistir a estos encuentros.
Este nuevo episodio revive tensiones entre el presidente y su canciller, luego de un aparente momento de armonía institucional.
La semana pasada, el gobierno colombiano celebró la elección de la diplomática Laura Gil como secretaria adjunta de la Organización de Estados Americanos (OEA), una postulación respaldada estratégicamente por la Cancillería.
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Petro compartió una imagen en redes sociales en la que Sarabia y Gil aparecen abrazadas, lo cual fue interpretado como un gesto de respaldo presidencial. Sin embargo, esa imagen de unidad duró pocas horas.
No es la primera vez...
No es la primera vez que Petro contradice públicamente a su ministra de Relaciones Exteriores. En octubre del año pasado, tras las elecciones presidenciales en Ecuador, Sarabia emitió un mensaje de felicitación a Daniel Noboa por su victoria, en nombre del gobierno colombiano.
Al día siguiente, el presidente contradijo el mensaje, cuestionando la legitimidad del proceso electoral. “Hasta el momento me expresaré oficialmente”, escribió entonces Petro, dejando entrever que no avalaba los resultados sin una verificación exhaustiva.
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El jefe de Estado alegó entonces irregularidades como el estado de sitio en zonas opositoras, la detención de líderes políticos y una fuerte presencia militar en los centros de votación.
Según sus declaraciones, algunos veedores internacionales habrían manifestado temor por su seguridad, lo cual agravó las dudas expresadas por el mandatario sobre las garantías del proceso electoral ecuatoriano.
El conflicto entre Sarabia y Benedetti
En paralelo a estos episodios, ha ganado protagonismo el ministro del Interior, Armando Benedetti, quien desde hace semanas ha sostenido encuentros con representantes diplomáticos y organismos internacionales sin la participación de la Cancillería.
Aunque estas reuniones han sido discretas, su frecuencia y el rol asumido por Benedetti refuerzan la percepción de que existe una disputa no resuelta en la cúpula del gobierno por el manejo de la agenda exterior.
Benedetti, quien mantiene diferencias políticas con Sarabia, no se pronunció sobre la elección de Gil en la OEA ni acompañó la difusión de su nombramiento. Su creciente presencia en espacios internacionales contrasta con el debilitamiento del papel público de la canciller.
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Fuentes cercanas a la Cancillería han reconocido que el ambiente entre el Palacio de San Carlos, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, y la Casa de Nariño, sede presidencial, es tenso. La falta de alineación entre ambos despachos en temas estratégicos como las relaciones con China o la postura ante gobiernos de la región sugiere un desajuste que va más allá de simples diferencias administrativas.
Por ahora, no se conocen reacciones oficiales de la ministra Sarabia frente a las recientes declaraciones del presidente. Sin embargo, en los círculos diplomáticos persiste la inquietud sobre quién conduce realmente la política exterior de Colombia y si las señales contradictorias pueden afectar la imagen del país en los organismos multilaterales y frente a sus aliados estratégicos.