Arroz Barato, Tripa Larga, Zapato en Mano y La Mosca, nombres insólitos de barrios del Caribe
Sectores populares como Arroz Barato o La Mosca en Maicao claman por inversión estatal.
Arroz Barato, un barrio popular de Cartagena, tiene 47 años de fundado y solo una calle pavimentada. Igual ocurre en Villa Tabla, en Santa Marta, en donde sus 1.800 habitantes nunca han tenido agua potable.
Son barrios de extracción humilde, cuyos habitantes en su gran mayoría viven de la economía informal o del rebusque. En Zapato en mano, Valledupar, la comunidad sigue esperando que mejoren los servicios públicos y que sus calles sean pavimentadas para evitar quitarse el calzado cada vez que llueve, porque es imposible transitar. La comunidad de Tripa Larga, en Sincelejo, pide a gritos que mejoren la energía eléctrica y que se acaben los continuos apagones. Los de La Bendición de Dios, en Barranquilla, si bien tienen muchas estrecheces, quieren vivir en paz alejados de las bandas criminales. Son historias de ocho barrios de la Costa Caribe con nombres muy curiosos y necesidades básicas insatisfechas, por culpa de la falta de gestión de las administraciones.
Por Sandra Carrillo
Cuchilla de Villate y La Bendición Dios son unos de esos barrios que guardan en sus historias el desplazamiento y la violencia.
Chuchilla de Villate, ubicado en el suroccidente de la ciudad, es uno de los que fue invadido por personas desplazadas. Carlos Pérez, quien lo ha vivido por más de 30 años, explicaba que –inicialmente– solo existía el barrio Villate, pero con el pasar de los años comenzaron a llegar campesinos desplazados, quienes comenzaron a construir casas.
“Las casas las comenzaron a hacer de ‘palo’, pero después las fueron levantando con ladrillos”, dijo. Contó que el sector debe su nombre a que entre las manzanas o cuadras había calles internas “como pequeñas cuchillas” que daban hacia la entrada a las viviendas. Olga Ávila aseguró que se presentan muchos atracos en moto y que los delincuentes se aprovechan de los estudiantes para incentivarlos a consumir e incluso vender estupefacientes. La Bendición de Dios es uno de los barrios más recientes de invasión (en 2003) caracterizado por la tenebrosa ‘casa de pique’ y la pobreza que los persigue. Las casas son de madera, las calles son destapadas y el cableado eléctrico –a simple vista– se nota que es realizado de manera artesanal e ilegal. Carmen Rodríguez aseguró que el nombre del barrio lo propuso ella en 2004, porque la carretilla donde colocaba las frutas para vender en el centro de Barranquilla se llamaba ‘La Bendición’ y que las personas que también vivían allí “no pusieron ningún pero”.
Por Óscar Cuello
En Cantaclaro, ubicado en la comuna 6 de Montería, la comunidad se caracteriza por la alegría y el empuje de los habitantes de este sector, considerado en su momento como la invasión más grande de Suramérica. El particular nombre proviene de sus inicios, 1988, cuando campesinos de Montería y de otras poblaciones de Córdoba llegaron huyendo de la violencia y de las inundaciones del río Sinú. “Estos terrenos eran de una finca que se llamaba Canta Gallo, recuerda Luis Narváez Molina, presidente de la Asociación de Juntas Comunales. En este sector de estrato 1 hay alrededor de 34 mil habitantes, el 70 por ciento de los cuales vive del rebusque, mientras que el otro 30 por ciento tiene empleo o negocio formal. Cuenta con la IEN José María Córdoba y varias subsedes de la I.E Victoria Manzur, con una población de 6 mil niños, niñas y adolescentes.
Por Sandra Guerrero
La cercanía de un matadero y de un basurero fueron las razones para ponerle el nombre a un barrio de Maicao que se llama La Mosca. La presidenta de la Junta de Acción Comunal, Evelis Pérez , asegura que el barrio tiene unos 20 años y que han tratado de cambiarle el nombre, pero no se ha podido. Explica que el principal problema que tienen es la falta del alcantarillado en un sector del barrio, el cual cuando llueve se vuelve imposible de transitar. “En época de colegio tenemos que cargar a los niños para poder pasar”, asegura. Otra de las líderes es Dina Díaz, quien asegura que la mayoría de los que viven allí sostienen a sus hogares con el “rebusque”. “Aquí hay pocas personas que tienen un trabajo estable, por eso el aislamiento nos ha dado duro, y aunque han llegado algunas ayudas, esperamos otro apoyo para poder sostenernos”, indicó.
Por Agustín Iguarán
En límites con los barrios San Martín y Pescaíto, adyacente al puerto marítimo y a un costado de la Vía Alterna está Villa Tabla, barrio popular de Santa Marta con aproximadamente 1.800 habitantes. Construido sin planificación alguna debido a que fue producto de invasión en cerros – hace más de medio siglo –, este sector recibe su nombre porque sus casas fueron levantadas con las estibas que arrojaban allí provenientes del terminal marítimo. Sus fundadores fueron las familias Rebolledo, Calero, y ‘Pocholo’ Acosta. Hoy las viviendas están construidas en concreto; sin embargo, su nombre se mantiene. Un vecino, Carlos Sarmiento, dijo que le gustaba más el nombre que le habían denominado en sus inicios, ‘Cumbres Borrascosas’, como la famosa novela de Emily Brontë. Afirma que el progreso del barrio ha sido casi poco, pero lo que más los aflige es la falta de agua potable.
Por Alix López
A lo largo de los 47 años del barrio Arroz Barato, sus 5.000 habitantes han pedido a gritos la red de alcantarillado y la pavimentación de sus vías. El curioso nombre de este sector popular de Cartagena se origina en que en el pasado sus predios fueron utilizados para la siembra del cereal. En ese entonces los fundadores del barrio vendían el grano con cascarilla, lo que abarataba su precio en el mercado y lo hacía más económico y atractivo para los consumidores. Luis Vides, uno de los líderes del barrio, manifiesta que si bien aún les toman el pelo por tan singular nombre, se sienten orgullosos de que las familias que habitan allí han salido adelante con sacrificio y honestidad. El 80% de los empleos de los ‘arrozbarateros’ lo genera las empresas del sector industrial, aledaño al barrio, vecino de Policacarpa y Luz Verde, entre otros.
Por Ernesto Benavides
os 1.000 habitantes de Tripa Larga, en Sincelejo, rechazan que llamen así a esta zona. Sin embargo, las referencias que se les dan a mototaxistas y taxistas para llegar allí es ese nombre, como figura en el mapa oficial de la ciudad. Adela Montes, una de las vecinas, contó que lo de Tripa Larga se debe a que es una calle extensa con una curvatura al final. La componen unas quince cuadras. “A nosotros no nos gusta que lo llamen así, porque para esto tenemos los propios nombres tanto del barrio como el de los demás que nos rodean. Solo que la gente ya se acostumbró y eso es difícil de quitarlo”, dijo. No obstante, afirma que ellos pertenecen al barrio La Bastilla. A la calle la circundan los barrios Tacaloa y Pioneros, y convergen unos mil habitantes. En Tripa Larga piden mejoras en los servicios públicos, sobre todo el de la energía eléctrica.
Por Miguel Barrios
En Valledupar hay dos sectores de invasión con nombres muy singulares, ambos muy cerca de la margen derecha del río Guatapurí. El nombre de Zapato en Mano se debe a que sus habitantes debían quitarse el calzado para entrar al barrio, pues en invierno o cuando el río se desbordaba sus calles destapadas son un lodazal. Carlos Daza, lugareño, dijo que “esto era metido en agua, no había puente y le tocaba a uno quitarse los zapatos para pasar, aquí estaba un caño del río, y por obligación uno tenía que pasar por las calles entre la corriente y el barro”. En la misma margen derecha del río esta Canta Rana, su nombre surgió de la cantidad de batracios que no dejaban dormir por el sonido que hacían en medio de la humedad que genera en el sector el caudal. “Uno termina acostumbrándose al sonido, y ahora vivimos casi que sin percibirlos, pero de ahí vino el apodo con el que quedó bautizado y es reconocido este sector”, afirmó Fernel Amaya, residente del sector.