En sus 120 años, el departamento del Atlántico todavía tiene muchos tesoros por descubrir y muchas joyas por explorar. Una de ellas, materializada en una riqueza natural,es la gran cantidad de playas que tiene, desde la punta de Bocas de Ceniza, representadas en Puerto Mocho, hasta la última de ellas, cerca de los límites con Bolívar, como lo es Punta Astilleros.
Y es que la experiencia que se puede vivir en estas costas es única, muy diferente a las de otros puntos turísticos del Caribe colombiano, pero al mismo tiempo sin nada que envidiarles.
Según datos aportados desde la Subsecretaría de Turismo de la Gobernación del Atlántico, el departamento albirrojo cuenta con 70 kilómetros de costa sobre el mar Caribe.
“El Atlántico ha puesto en marcha un ambicioso plan de adecuación de playas que promueve la sostenibilidad, mejora la experiencia del visitante y fortalece la economía de las comunidades costeras. A través de este enfoque, se ha vinculado a los pobladores locales como prestadores de servicios turísticos, generando oportunidades y empoderamiento económico”, detalla la Gobernación.
La nueva cara de las playas
Para el departamento, tener una playa es mucho más que arena a las orillas del mar. Desde que se tomó conciencia de la importancia como polo de desarrollo económico y de sostenibilidad ambiental que representan estos ecosistemas, se ha sostenido un esfuerzo importante para su modernización.
“Infraestructuras como el Malecón del Mar, el Centro Gastronómico Internacional Muelle 1888 y el Centro de Deportes Náuticos en Salinas del Rey son hoy referentes de esta transformación”, manifestó la administración departamental.
Según los datos recogidos, desde su apertura en agosto de 2024, Muelle 1888 ha recibido a 650.000 visitantes –a abril de 2025– y generado ventas superiores a $9.500 millones.
Por su parte, Salinas del Rey –posicionado como el segundo mejor spot del mundo para practicar kitesurf– ha atraído a 8 mil turistas en su primer semestre de funcionamiento y ha sido sede del evento internacional Salinas Fest, con 100 deportistas provenientes de 10 países.
En ese sentido, Salinas del Rey es el ejemplo de lo que deben ser las inversiones modernas: aprovechando todo el potencial natural al servicio de la práctica deportiva como dinamizador de la actividad económica.
“En zonas como Salinas del Rey, Puerto Velero, Caño Dulce y Miramar, los visitantes pueden practicar windsurf, kitesurf, surf, paddle surf y esquí acuático, actividades que no solo enriquecen la experiencia turística, sino que también han dinamizado la inversión y la generación de empleo”, aseveró.

El paraíso de Punta Astilleros
Entre el Cerro de las Banderas, donde desemboca el Arroyo del Astillero al mar Caribe, llegando hasta los límites geográficos con Bolívar en Galerazamba, se encuentra una joya escondida que hasta hace pocos meses tomó relevancia.
Punta Astilleros, en Piojó, fue incluida en el Ranking de Mejores Playas del Mundo 2024, destacándose como la mejor playa rural de Colombia, octava en el mundo en esa categoría y décima del Caribe.
“Estas distinciones consolidan al Atlántico como un destino de sol y playa con estándares de calidad paisajística y ambiental”, destacan las autoridades locales.
Y es que cómo no quedar convencido al ver sus arenas blancas que forman unas bellísimas dunas pálidas coronadas por vegetación silvestre de varias especies.
Ello frente a un mar calmo, donde el oleaje rompe con un singular y delicado cuidado en una orilla adornada por troncos y maderos, prácticamente siendo el único inmobiliario en una playa donde no hay carpas instaladas.
Es el tesoro escondido, recién descubierto. Es el punto ideal para desconectar de todo y de todos, para vivir en paz con la naturaleza y el susurro constante de la brisa marina en los oídos y escuchar el corazón.
Así lo cuenta Adelaida Noriega, oriunda del municipio de El Banco, Magdalena, quien en la actualidad tiene 48 años y hace más de tres décadas rindió su amor no solo a ese paraje clandestino, sino también al de su compañero, José Imitola, quien la enamoró a punta de playa.
“Él me dijo: te tengo un paraíso escondido, me trajo acá y bueno, con el tiempo nos quedamos a vivir aquí. En el año 1995 montamos la primera casa, una cabañita y luego armamos el primer restaurante”, recordó la mujer.
Para ella, Punta Astilleros es un paraíso escondido que tiene mucho que ofrecer.
“Hay muchas personas que no lo conocen, yo los invito a que visiten, a que conozcan, para qué visitar otras playas cuando tenemos las propias. Aquí contamos con servicios de restaurante, de hostales, cabañas y acá tenemos un restaurante”, resumió.
Esta playa es virgen, solo con unos cuantos hostales a su alrededor, con recién instalados servicios de energía eléctrica y gas domiciliario.
La playa comenzó a ser frecuentada por pescadores en la década de 1920, que se rebuscaban cuando no estaban abiertas las vecinas salinas de Galerazamba, en Bolívar.
Con el transcurrir de las generaciones, los hijos y nietos de estos decidieron asentarse en el sitio. Hoy son una pequeña comarca, que han aprendido que la playa es más que el negocio de vender el pescado y extraer la sal.
“Al principio nosotros solo le brindábamos el café a la gente que llegaba acá. Nunca lo vimos como una oportunidad. Hoy la gente ya sabe que vas hasta el kilómetro 52, te metes por la entrada de Bocatocino, que es la misma, y llegas aquí. Hoy tenemos muchachas que trabajan en la cocina con nosotros, ya estamos fomentando empleo. Empezamos a hacer nuestras propias chozas, a contemplar los atardeceres, a hacer fogatas y vivir de la playa de otra manera”, cerró.