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No hay expresión de amor de madre más explícita -y característica- que la preparación de una comida. Esta atención, que se disfraza de llana y rutinaria, es la que posibilita una vida con mayor bienestar y, en el proceso, concede bocados de fortuna y felicidad.

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Pero hay muchas mujeres que no son solo madres de sus hijos, sino que tienen amor de sobra para trabajar por el bienestar de centenares de niños de sus barrios y localidades.

El escenario en que se escenifica este trabajo es en los 32 comedores comunitarios que están repartidos en distintos barrios de Barranquilla.

A estos lugares llegan los niños cada sábado para disfrutar de un almuerzo nutritivo preparado por muchas manos que reconocen la importancia y el esfuerzo de cuidar de una vida y que entienden, más que nadie, que son pocas las acciones que reconfortan tanto como alimentar el cuerpo.

Cortesía Alcaldía de Barranquilla6.700 niños y niñas tienen acceso a los comedores comunitarios en la ciudad.

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Cabe destacar que estas lideresas que asumen el oficio no cobran un sueldo por su servicio social. Lo cierto es que ellas hacen ese trabajo de manera voluntaria impulsadas por el afán de contribuir a la buena alimentación de los niños de su barrio y por la pasión que sienten por la cocina y sus secretos.

Actualmente, hay comedores comunitarios en los barrios Barrio Abajo, El Pueblo, Rebolo, La Pradera, 7 de Abril, El Bosque, Lipaya, corregimiento La Playa, corregimiento Juan Mina, El Valle, Bellarena, Ciudadela 20 de Julio, Villa San Pablo, Galán, Las Nieves, La Luz, Las Flores, Las Américas, La Cangrejera, Los Olivos I y II, Sourdis, Los Rosales, San Salvador, Las Malvinas, El Santuario, Villanueva, Carrizal y Barlovento.

En total, 6.700 niños y niñas se benefician de este servicio que la administración distrital logró gracias a la iniciativa “Vamos Pal barrio”, consignada en el Plan Alcalde, que impulsa el mandatario distrital Alejandro Char, y que tiene como apoyo a las Juntas de Acción Comunal.

El altruismo de las madres

A Tubisay Ospino, una dedicada lideresa del Barrio Abajo, le llena de orgullo trabajar cada semana para llevar alimentos a 200 niños del barrio y sectores aledaños.

“Mi recompensa es la felicidad que se refleja en la carita de cada uno de estos niños cuando están recibiendo su almuerzo. Esta es una tarea en equipo que nace de la iniciativa de la Alcaldía de Barranquilla y no sería posible llevar a cabo sin el compromiso del presidente de la Junta de Acción Comunal de nuestro barrio”, expresó.

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Tubisay llega muy temprano a la casa del Barrio Abajo donde preparan los almuerzos. Días antes, ya se han adquirido los productos con los que se les cocinará a las decenas de pequeños y el sábado a primera hora -junto con otras tres mujeres que entregan su corazón para llevar felicidad a otros hogares- se organizan y reparten funciones para poner manos a la masa y deleitar el paladar de los chiquillos.

“Junto con mis compañeras disfruto de esta labor. Lo hacemos con verdadero amor por los niños, nos gusta trabajar para la comunidad a pesar de los trasnochos y madrugadas que se requiere para tener la comida lista y a tiempo”, contó.

Como Tubisay, otras cuatro madres en el comedor comunitario del Barrio Abajo prestan sus manos y sus conocimientos culinarios para que esta tarea logre cada semana hacer a más niños felices. Y llevando a sus mesas, finalmente, almuerzos nutritivos y abundantes.

“A los niños les fascinan. Siempre tratamos de variarlos para que en cada jornada encuentren una comida de su agrado que hacemos con mucho cariño para ellos”, apunta Tibisay, agregando que cada jornada en que comparten en el comedor comunitario que se abre en el estadio de beisbol Edgar Rentería, los niños pasan además una tarde divertida donde siempre hay sorpresas, obsequios y juegos.

María Isabel Vargas, una madre que asiste con puntualidad cada sábado al comedor comunitario del Barrio Abajo, da testimonio de lo agradecida que se siente por la felicidad que les entregan a sus tres hijos.

“Ante todo, agradecida con esas madres que trabajan para hacer que estas jornadas sean una realidad. Estoy muy feliz de estar acá porque ellos también son felices. Mis niños siempre me preguntan que cuándo va a ser sábado porque les encanta la comida que les preparan y la diversión dentro del comedor”, señaló.

Otros espacios de bienestar

Estas madres, además de apostarle al trabajo en comunidad, son también emprendedoras que saben aprovechar las oportunidades que se les brinda a través de las iniciativas y programas de la Alcaldía de Barranquilla, como es el caso de “Sabor Bajero”, que permite que estas madres empoderadas y líderes de su sector generen ingresos para aportar a su hogar y al bienestar de sus hijos.