Mientras la imagen icónica de La Guajira se define por el desierto dorado y las dunas del Cabo de la Vela, el departamento esconde un tesoro de valles verdes, cultura viva y música que resuena entre dos cordilleras.
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La Baja Guajira, un territorio fértil enclavado entre la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá, se revela como el verdadero epicentro del vallenato y el nuevo foco de una ambiciosa estrategia turística que busca redefinir la región.
Con una inversión cercana a los 6.700 millones de pesos, la Gobernación de La Guajira impulsa la campaña ‘Descubre La Guajira: cultura eterna, aventura inigualable’, presentada oficialmente en la Feria Internacional de Turismo (Fitur), en Madrid, España. En menos de seis meses, la estrategia superó todas las expectativas.
El director de turismo del departamento, Rafael Zúñiga, expreso que “buscamos posicionar al departamento turísticamente, dinamizando su economía, aprovechando toda esa belleza natural y cultural que tiene el territorio. Es uno de los renglones que puede potencializar el desarrollo de la región, sumando a eso todas las potencialidades características, la geografía y el clima. La Guajira tiene todas las connotaciones para hoy ser uno de los mejores sitios turísticos, no solamente en Colombia, sino en el mundo”.
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En solo seis meses tras el lanzamiento de la marca en enero, La Guajira registró un crecimiento del 96% en visitantes extranjeros no residentes. “Nosotros esperábamos en el primer año crecer un 50% y a corte de junio, crecimos un 96%”, manifestó Rafael Zúñiga. Esto se traduce en una derrama económica tangible, un 10.3% de crecimiento, equivalente a 2.3 millones de dólares en uso de tarjetas de crédito extranjeras a corte de junio.
La conectividad, antes un desafío, se está fortaleciendo. A los vuelos existentes desde Bogotá y Medellín con Avianca (que ya opera cuatro vuelos diarios) y Latam, se suma la reciente llegada de Satena y la conexión con Barranquilla. “Estamos trabajando para que JetSmart venga al departamento”, añade Zúñiga, resaltando el impulso para hacer accesible este destino.
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Un viaje por los pueblos musicales
La Guajira se divide en tres subregiones (Alta, Media y Baja), pero es en esta última donde florece el alma musical del departamento. Municipios como San Juan del Cesar, Villanueva, El Molino, La Jagua del Pilar y Urumita son la cuna de juglares, compositores y dinastías que dieron vida al vallenato.
En sus plazas, siempre hay una tarima lista para recibir a los acordeones. Allí se celebran festivales que son auténticas joyas del Caribe, el Festival del Retorno, en Fonseca, Festival Cuna de Acordeones, en Villanueva, Festival Nacional de Compositores, San Juan del Cesar, y el Festival Francisco el Hombre, en Riohacha.
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Villanueva: el epicentro del acordeón
El alma de esta nueva ruta turística reside en sus ‘pueblos musicales’, y Villanueva es su capital indiscutible. A unas dos horas de Riohacha, este pueblo, fundado en 1662, es un hervidero de dinastías musicales. No es solo un eslogan, aquí la música es parte del ADN.

El orgullo local se materializa en dos paradas obligatorias, el acordeón más grande del mundo, un monumento imponente perfecto para la foto, y el restaurante Museo del Vallenato. Fundado en 2019 pero activado hace dos años, este espacio rinde homenaje a las familias y figuras que dieron forma al género. Aquí, entre fotos de leyendas, se entiende por qué Andrés Gil Torrez, hijo del pueblo, fue el primer músico en llevar un acordeón vallenato a la Casa Blanca.

La cultura villanuevera se saborea también en su gastronomía, una fusión de influencias españolas, francesas y libanesas con la sazón criolla. Platos robustos ‘de campesino’ como el asado, el arroz de fideos y las albóndigas se disfrutan en lugares auténticos como el ‘Café Aromas del Cafetal’, de Dairo Montaño Ospina.
Museo de Compositores: memoria viva del vallenato
En San Juan del Cesar, el Museo de Compositores y Escuela Roberto Calderón preserva la esencia del vallenato y la historia de quienes lo convirtieron en patrimonio cultural. El recorrido, guiado y lleno de anécdotas, rinde homenaje a leyendas como Francisco el Hombre, Diomedes Díaz, Rafael Escalona, Leandro José Duarte Díaz, Gustavo Gutiérrez, Emiliano Antonio Zuleta Baquero, Pedro ‘Peter’ Manjarrés, Omar Geles, Silvestre Dangond, Wilfran Castillo y Carlos Morales, entre otros. También reconoce a los juglares que dieron origen al género, como Pacho Rada y José María Coronado. Es una parada imperdible para quienes quieren comprender cómo nació y evolucionó el alma musical de La Guajira.

La Junta: peregrinación al ídolo
Continuando el recorrido, se llega a La Junta, un lugar que se ha convertido en sinónimo de su hijo más famoso, Diomedes Díaz ‘El Cacique de La Junta’. El pueblo es hoy un destino de peregrinación, y el epicentro es la ‘Casa Galería de Diomedes Díaz’, administrada por su hija, Rosa Elvira Díaz.

“Después que mi papá murió, la gente no dejó de llegar”, expresó Rosa Elvira. “Sentí el deber de salir a saludar e identifiqué un espacio en mi casa y coloqué ‘Casa Galería’”. Hoy, los visitantes pueden ver artículos icónicos, como la famosa camisa roja que le diseñaron cuando ganó su primer Grammy y que usó en los carnavales de Barranquilla.
En el corazón de La Junta, frente a las montañas que inspiraron tantas letras, se levanta una casa sencilla de paredes blancas y una ventana que se volvió leyenda. ‘La Ventana Marroncita’, inmortalizada por Diomedes Díaz en una de sus canciones más queridas. Desde allí, se inspiraba a componerle varias canciones al amor de su vida, Patricia Isabel Acosta Solano.

Hoy, el lugar es punto obligatorio para los seguidores del ‘Cacique’. La ventana restaurada, conserva su color original y su aire nostálgico. Los visitantes se detienen a tomarse una foto, cantar a capela ‘La Ventana Marroncita’ y sentir la brisa que, según dicen, aún trae ecos de su voz.
Pero La Junta es más que Diomedes. Es tierra de artesanos que trabajan el fique y hogar de bebidas ancestrales como el ‘Churro Cacique’, un licor a base de miel y arroz.

Parranda: una cultura viva
Más allá de los museos y monumentos, lo que define a la Baja Guajira es la parranda guajira. A diferencia de visitar ruinas de culturas pasadas, “en La Guajira van a encontrar cultura viva”, expresó Iván Alvear Velaidez, CEO de la agencia de viajes Solera Travels.
La parranda es la máxima expresión de esto, un encuentro social donde el acordeón, las letras improvisadas y la amabilidad se unen.

Esta tradición se respira en cada rincón, desde Fonseca, cuna de ‘El cantor de Fonseca’, Carlos Huerta, hasta Barrancas, hoy conocida por la minería del Cerrejón y por ser la tierra de la estrella del fútbol Luis Díaz. Aquí nacieron los juglares que, como Francisco el Hombre, forjaron el vallenato. Aquí se gestó la legendaria rivalidad entre Emiliano Zuleta y Lorenzo Morales que dio vida a ‘La Gota Fría’.

El Placer: sabor y calma en el campo sanjuanero
En el corregimiento de El Placer, en San Juan del Cesar, hay una casa campestre donde la sencillez se convierte en lujo. Es el hogar de la señora Mabel, quien junto a su familia cultiva y prepara todo lo que se sirve en la mesa. Bajo la sombra de un frondoso árbol de ficus, los visitantes disfrutan un auténtico almuerzo campesino, todo en leña, como gallina guisada, sopa recién hecha, vino de corozo y la tranquilidad del campo.

Aquí no hay señal ni conexión a internet, pero sí hamacas, aire puro y una acogida genuina. A pocos minutos pasa el río Cesar, donde el murmullo del agua invita a sumergirse y dejarse llevar por la calma del paisaje. En El Placer, el tiempo se detiene y el alma se reconcilia con la naturaleza.

Infraestructura de talla mundial
Para recibir a los visitantes, la región ha desarrollado una infraestructura hotelera que combina comodidad, sostenibilidad y experiencia local. El Hotel Waya Guajira, ubicado en Albania, es el mejor ejemplo de ello.

Operado por OxoHotel, este alojamiento ecosostenible y pet friendly cuenta con 140 habitaciones y funciona parcialmente con 450 paneles solares, convirtiéndose en una base de lujo para explorar la región sin perder la conexión con la naturaleza. Además, ofrece rutas de senderismo en su entorno natural, donde los huéspedes pueden encontrarse con animales como babillas y chivos, disfrutando de una experiencia auténtica en contacto con la fauna local.
Con tres restaurantes, gimnasio, piscinas y jacuzzis, el Waya no olvida sus raíces, integra ocho quioscos con capacidad para 92 chinchorros, donde los visitantes pueden dormir al aire libre, al estilo tradicional guajiro.

Con 256 hoteles en el departamento, entre esos el Hotel Casa Murillo, San Juan del Cesar, Hotel Naio, Palomino y el NOVO Hotel Boutique, en Riohacha, y un creciente enfoque en el turismo de experiencia, La Guajira demuestra que está lista.
El mensaje es claro, el desierto es solo el comienzo. El verdadero corazón de La Guajira late fuerte en el sur, al ritmo del vallenato.
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Agradecimientos: Gobernación de La Guajira, Tornus Agency y Solera Travels fueron los encargados de hacer posible este viaje.





















