El Heraldo
Gilbert Orozco llevó su arte al interior de su hogar, ahora su lugar de trabajo. Cortesía
Sociedad

Tres relatos de tatuadores enclaustrados

Tavo Paternina, Gilbert Orozco y Jonathan Diez cuentan cómo la pandemia ha impactado a sus bolsillos y lo que hasta la fecha han hecho para subsistir.

Hace nueve años Tavo Paternina encontró en el arte de tatuar una fascinación “inexplicable” y una práctica que le ha dado su sustento. Al evocar su día de trabajo antes de que la pandemia lo “encarcelara” en casa, dice que su jornada laboral empezaba en su tienda Tattoo Galería a las 8:00 de la mañana donde, generalmente, atendía como mínimo a dos personas que disponían sus pieles como lienzos.

Luego, tres días después de que fuera decretado el aislamiento preventivo, se vio en la obligación de cerrar su local debido a que el común denominador de sus clientes eran extranjeros. Fue así como le dio un ‘stop’ a su labor, no sin antes cancelarle un mes de sueldo adelantado a la persona encargada de concretar las citas y de llevar la organización de los horarios de los tatuadores de su tienda.

“Al principio sentí mucho pánico, pero en todo este tiempo he podido subsistir gracias a unos ahorros que tenía y al buen portafolio financiero que he manejado por años. También conté con que el local es propio, así que no he tenido que correr con el pago de un arriendo. Aun así veo a muchos colegas que están pasando por una situación difícil (...) hay una incertidumbre generalizada porque un día nos dicen que el virus se comporta de cierta manera y al otro se difunde que la enfermedad funciona de otra forma; siempre está cambiando algo; sin embargo, soy consciente de que lo primero siempre debe ser la salud”.

Hoy, cuando han transcurrido más de 100 días de aislamiento, explica que ha tenido que volver a tatuar, atendiendo a dos personas a la semana, como máximo, debido a que —como muchos colombianos— tiene gastos básicos de vivienda, alimentación y manutención de su hijo.

“Antes de que sucediera la pandemia las medidas de bioseguridad que manejábamos en la galería de tatuajes siempre fueron extremas porque somos conscientes de que trabajamos con agujas y muchas veces hay sangre, y entendemos que la salud de todos depende de eso; así que ahora sigo con las medidas, haciendo uso de gel antibacterial, tapabocas, guantes, careta, y bata antifluido. En el local, un espacio de 54 metros cuadrado, estoy atendiendo a una persona con cita previa, normalmente son amigos, quienes me cancelan a través de transferencias a mi cuenta (...) ahora estamos haciendo lo que podemos, tampoco voy a decir que me estoy muriendo de hambre, pero la situación es compleja”.

Así como Paternina, el tatuador Gilbert Orozco, de 29 años y conocido como Cj, ha experimentado el remezón, ese mismo que muchos enfrentan cuando las labores se paralizan. En su caso atendía un máximo de cinco personas al día. Luego esto se tradujo a nada, pues la cuarentena lo envió a casa con el sinsabor de no saber qué ocurriría.

“Cuando empezó a regir la medida me preocupé porque mi familia (conformada por mi mamá y mi pareja) depende de los ingresos que tenga y estos lógicamente están sujetos al público que trabaja y decide tatuarse. Prácticamente fue pasar de atender a muchas personas a no atender a nadie (...) para seguir en la lucha hice uso de unos ahorros que tenía, así que por fortuna esta situación no me tomó con las manos abajo”.

Hace dos meses la situación lo llevó nuevamente a seguir plasmando su arte, pero esta vez en el interior de su casa, aplicando todas las medidas necesarias para salvaguardar la salud de sus clientes, adaptándose a una nueva realidad en la que ha aprendido a observar a través de una careta y a respirar detrás de un tapabocas.

“Este es un asunto que va para largo y la verdad no sabemos cuándo se normalizarán las cosas. Ahora, como conozco todos los protocolos que se necesitan, he adoptado esas medidas para seguir tatuando (...) yo creo que siempre y cuando se sigan al pie de la letra todas las normas de bioseguridad, es seguro tatuar en estos tiempos porque si hay algo que es real, es que por un buen tiempo nos va a tocar convivir con el virus”.

En la actualidad su casa, además de resguardar a los miembros de su hogar, se ha convertido en su estudio. Allí logra atender a pocas personas que obligatoriamente deben pedir cita previa, portar tapabocas, guantes y dejarse tomar la temperatura.

El tatuador de Inkdaclub Tattoo, Jonathan Diez, mejor conocido en su gremio como el Mono Ink, hace seis años se dedica al oficio de llevar arte a la piel.

Recuerda que su aforo en la agenda de citas le permitía tatuar “prácticamente todos los días”, pero la pandemia empañó un poco su suerte.

“Tuve que parar, pero ahora he vuelto a tatuar en el local, donde he encontrado apoyo laboral y donde he contado con todas las medidas de bioseguridad como el tapabocas, los  guantes, el traje antifluido, así como el proceso de desinfección para conmigo que soy tatuador y para con cada uno de los clientes”.

Así como estos tres artistas corporales sortean la situación actual, en medio de una pandemia que no da chance, que no es un juego, que no ‘perdona’ edades y que su destino es incierto, se encuentras muchos más en la ciudad. El tatuaje de esta pandemia también quedará en sus mentes.

Listos para abrir

Babylon Ink Tattoo, la tienda de tatuajes más antigua de la ciudad con 23 años, ha sido una de las tantas afectadas por la crisis sanitaria. Alejandro Botero, artista y propietario de este negocio, explica que el estudio cuenta con todos los protocolos de bioseguridad para retomar sus actividades; sin embargo, esperan la señal por parte de las autoridades sanitarias para empezar a funcionar.

Botero explica que las medidas de bioseguridad que han implementado en el local para prevenir contagios han sido aprobadas por la Alcaldía de Barranquilla. Entre estas, además de la desinfección frecuente del lugar y el lavado de manos, está la atención por pico y cédula, con citas previas y sin acompañantes, ya que “solo podrá asistir la persona que va a realizarse el trabajo”.

El artista pide medidas urgentes para este gremio.

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