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Encontrar las historias de reivindicación social y memoria y presentarlas a través del arte es la forma en la que la artista plástica y visual Ruby Rumié se muestra a sí misma ante el mundo.

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Actualmente las exposiciones de Rumié se exhiben en el Museo de Arte Moderno de Cartagena y en la Galería NH. Consecuentemente, ‘La Caída’ y ‘Nosotros 172 años después’ son exposiciones que narran parte de las problemáticas sociales de Colombia y su historia.

Ambas muestras comprenden un gran capital social que se relaciona directamente con el descubrimiento del espacio exterior desde el interior. Además a esto se suma la necesidad de otorgar voz a quienes no la tienen.

El hilo conductor en sus obras está enmarcado en la construcción de una relación compartida del entorno con los actores, asimismo en sus expresiones se evidencia la valía del ser por encima de la sugestión de la instrumentalización existente en el mercado.

A sus creaciones la exaltan el relato de los comunes y como los anónimos logran involucrarse desde los aspectos sociales, políticos, arquitectónicos, gastronómicos y relacionales.

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‘La Caída’

Con el propósito de reconfigurar el pensamiento hegemónico de la figura de la paloma en su significado como esperanzador y de paz, la cartagenera presenta en su exposición el dolor de patria ante la desigualdad y la guerra interna que termina por separar a las regiones.

Este es un trabajo de Rumié que fue concebido doce meses antes de que comenzara la pandemia del covid -19. En ese entonces la artista reconocía los síntomas de una sociedad agotada, dedicada a la superproducción, el consumo y la competencia sin fin.

En entrevista con EL HERALDO, Ruby Rumié explica que su obra compromete un proyecto de interés social.

'Este proyecto surge de un accidente. Una paloma es golpeada por un carro y cae ante mis pies. Veo allí su cuerpo sin vida, y también la mirada indiferente de los transeúntes como si su muerte no fuera real o todo hubiese sido una alucinación'.

Por otra parte, la artista también ve en su obra reflejado el miedo como parte de la sorpresa en sus obras.

'El miedo, la sorpresa, la rabia me invadieron mientras tomaba su cuerpo para llevarla a mi taller. Tenía que dibujarla, pintarla, hasta atrapar lo esencial y significante de su muerte. Algo esencial y profundo se perdía con la muerte de aquella paloma. Me pregunté: ¿Qué simboliza en nosotros su caída? ¿Será que algo nuestro también se desprende y cae?'.

Rumié dice que busca con esta propuesta invitar a reflexionar sobre la relación que los humanos tienen consigo mismos, con el tiempo y con su entorno.

El concepto principal de este trabajo se inscribe en los afanes y crisis de la sociedad global, en la disciplina del rendimiento excesivo, en la autoexplotación y el padecimiento generalizado.

Estas reflexiones llevaron a Rumié a crear otra pieza que titula, ‘La Caída - El Tiempo’, en la que se recrea a escala uno a uno el reloj del Santuario de San Pedro Claver, bajándose de su pedestal patrimonial para traerlo al encuentro con el espectador y en donde realiza un video con palomas encerradas en un tiempo que actúa aceleradamente. Estas se chocan contra el vidrio del reloj intentando desesperadamente salir.

'Al pensar en aquel encuentro con la paloma herida, comprendo que ese primer sentido de urgencia que me llevó a delirantes, repetidos gestos de dibujar, fotografiar, pintar e incluso esculpirla en tela fue, sobre todo, un acto de amor, acto simbólico de salvación'.

‘Nosotros 172 años después’

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Consecuentemente, la exposición que se exhibe en la Galería NH de Cartagena hasta el 30 marzo y que luego viajará la ciudad Nueva York, es ‘Nosotros 172 años después’, esta intervención de Rumié comprende unos aspectos sociales relacionados con la historia y la alimentación.

En una búsqueda intencionada, la artística plástica y visual quiso evidenciar el olvido del Caribe colombiano abordado en un periodo de tiempo distinto a la colonia. Por lo cual se enfocó en el siglo XIX.

Allí encontró las expresiones coreográficas de Agustin Codazzi, en las que se hacían registros de la fauna y flora de Colombia a excepción del Caribe. Por ello, en esta muestra en particular, Rumié conserva los fondos de las láminas de la época e invita a personajes del Caribe a participar con su alimento favorito.

Entre ellos se destacan, María Eugenia Castro con el chivo, Amalín de Hazbún con el casabe y la yuca, Juan Gossain con el ñame, Hernán Zajar con la piña y Judy Hazbún con el ají topito.

A propósito de su obra Rumié dijo que, 'Como artista mi trabajo siempre ha involucrado a las personas, con ellas y para ellas he propuesto narraciones no habituales de situaciones habituales para inaugurar nuevos puntos de vista sobre lo que nos hemos acostumbrado a ver'.

Colombia es considerado como un país de regiones, cada una con sus propias identidades y rotulaciones, y el Caribe colombiano no ha sido ajeno a esto.

'Inicié este proyecto desde un sentir cómo colombiana, queriendo indagar, en medio de la latente fragmentación social que vivimos, acerca de nuestra identidad. En ese proceso de indagación en nuestra historia conocí la colección de láminas de la Comisión Corográfica que me llevaron a trasladar esa inquietud al contexto más próximo y familiar, el Caribe'.

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A partir de este encuentro y confrontación con estos documentos, Nosotros 172 años después invita a reflexionar a través del retrato fotográfico acerca de los vacíos en las representaciones visuales y los discursos que históricamente han definido la identidad del Caribe colombiano desde la Nueva Granada hasta la actualidad, tomando la gastronomía como un vehículo para crear nuevas narrativas que celebran la diversidad cultural de este territorio.

El proyecto reúne a cien personas de la región Caribe que, en medio de sus particularidades, comparten la pasión y el compromiso por sus oficios, y expresan de manera especial el gusto y valor que sienten por la gastronomía de esta región, al ser uno de sus elementos culturales más relevantes.

Cada persona ha sido entrevistada y fotografiada con su alimento más entrañable sobre un paisaje de las láminas de la Comisión corográfica.

'Con ese propósito intervine las láminas utilizadas, al borrar a los personajes retratados en el siglo XIX, para luego reconstruir de forma digital los paisajes en su totalidad y finalmente dejarlos como escenarios de fondo para las fotos. Todo esto con la intención de descolocar la mirada del espectador y propiciar otras formas de narrarnos'.