Para Julia Carolina De la Rosa Valiente haber sido reina del Carnaval de Barranquilla en 1999 ha sido una de las grandes alegrías que le ha concedido la vida. Una dicha que no se disipó una vez entregó la corona a su sucesora, Claudia ‘Cuca’ Guzmán, sino que le ha permitido impregnarle a sus días la mejor actitud.
(Le puede interesar: Los sanandresanos de Creole Group cierran el Hay Festival con música)
Bajo esa consigna, pese a que está radicada en Atlanta, EE. UU., a 2.709 km de su terruño, lleva consigo un carnaval de emociones que le ha permitido sobreponerse a duras pruebas, entre estas el cáncer de mama, enfermedad que venció hace 16 años.
Ella proviene de una familia de reinas, de las que se destacan su abuela Carolina Manotas De la Rosa, soberana en 1953; su tía Lucía Ruiz Armenta, que presidió la fiesta en 1955; y sus primas Josefina Martínez Armenta, reina en 1966; Vicky De Andréis, soberana en 1974, y Maribel Fernández De Castro, reina de 1987.
Aunque proviene de una estirpe real, cuenta que jamás pensó en lograr convertirse en soberana del carnaval. El día que se lo anunciaron lloró de la felicidad.
Aún se emociona cuando le preguntan por su reinado, ese en el que tuvo como aliado a su rey Momo, Julio Jaramillo Sánchez, un cantante aficionado a los boleros.
'Él era un caballero y juntos nos gozamos ‘El Carnaval del siglo’, que fue como se llamó nuestro reinado. Yo tuve la fortuna de poder contar en la coronación con el Joe Arroyo, Juan Piña, Checo Acosta y Totó La Momposina, eso fue un sueño hecho realidad tenerlos a todos cantando en vivo, y es que para mí ser reina del Carnaval es una alegría que dura toda la vida, no ha sido algo solo de un año'.
Cuenta que Checo Acosta la acompañó en la Batalla de Flores y armó una verdadera fiesta que aún la lleva a mover los pies.
Algo que recuerda con detalle es el vestido que usó en la Gran Parada, llamado ‘El Carnaval está que arde’, con flores rojas, amarillas y negras.
'En ese entonces no parábamos, de la Vía 40 nos íbamos a otros desfiles como el de la 17 que lo hice a pie, nada de carrozas como ahora. También fuimos al del Suroccidente y el de la 84, en fin el trajín era fuerte'.
Julia Carolina recordó que su Carnaval se hizo con las uñas y que estuvo a punto de quedarse sin show de Lectura de Bando, porque el presupuesto fue limitado, pero luchó hasta el final y se lograron los recursos necesarios. 'Después de la declaratoria de la Unesco al Carnaval los recursos asignados son mayores y el tema de patrocinio, pero antes tocaba hacerlo con las uñas'.
Maestra de la vida
El día que le tocó entregar la corona, su pareja, Alberto Mario Pumarejo, le propuso matrimonio, lo que hizo que ese día no fuera triste. 'Eso me cambió todo porque yo tenía mucha tristeza por todo lo que representa entregar la corona, pero la felicidad inundó mi vida, nos casamos y llegaron a nuestras vidas dos hijas hermosas: Julia Carolina y Eva Sofía Pumarejo De la Rosa'.
(Puede ser de interés: El Millo buscará nueva reina este fin de semana en Juan de Acosta)
Además, se radicó en Atlanta, EE. UU., donde es maestra de historia y sociales para niños de séptimo grado en una escuela donde la mayoría de la población estudiantil son inmigrantes latinos.
'Trabajo mucho con colombianos, venezolanos, hondureños, salvadoreños y mexicanos que están llegando por primera vez a Estados unidos, me llena el alma poder trabajar con esas familias', dijo en tono reflexivo.
Sobreviviente al cáncer
Además de la Batalla de Flores, a Julia Carolina De la Rosa le tocó librar otra batalla en la que mantenerse sonriente era el principal reto. Esta barranquillera fue diagnosticada con cáncer de mama hace 16 años. 'Imagínate, este año cumplo 25 años de ser reina y 17 de ser sobreviviente de cáncer de seno. Tuve una relación lindísima con la Liga de Lucha contra el Cáncer, pude apoyar mucho en las campañas del Lazo Rosado, una organización de mujeres que llevo en mi corazón'.
(No deje de leer: Cumbión y letanías rinden homenaje a la virgen de la Candelaria en El Pueblo)
De este duro proceso, confiesa, quedaron grandes enseñanzas que la mantuvieron firme por el camino de la fe. 'Pude encontrar a Dios y ver cómo nos rodea de ángeles que nos dan la mano para poder salir adelante. Mi esposo y mis hijas fueron mi motor, pero Dios siempre ha sido la brújula, es quien me daba la gasolina para seguir adelante'.
Asegura que vivió este proceso sin complejos y que incluso andaba por las calles sin usar pelucas, pues no tenía nada de qué avergonzarse y sí mucha valentía para mostrarle al mundo.
'Ese es el mensaje que quiero enviarles a las mujeres especialmente, ellas deben ser unas guerreras y luchar con mucha fe, eso les permitirá salir adelante'.





















