El Heraldo
La adolescencia es la etapa donde más surgen confusiones en la identidad de género, según el psicólogo clínico Alberto De Castro.
Sociedad

“Conversión sexual” ante los ojos de la religión

Fabián Madera de Chinú, Córdoba, asegura que un sueño con Dios lo empujó a dejar de ser homosexual.

“Dejé de ser homosexual, Jesús cambió mi vida”, fueron las palabras de Fabián Madera Luna, un “testimonio” de conversión sexual. Cambiar su forma femenina de vestir, cortar su largo cabello, dejar de usar ciertas expresiones y hacer más grave su voz fueron los comportamientos a los que obedeció para “agradar a Dios”, según relató.

El joven de 25 años, oriundo de Chinú, Córdoba, se sentía identificado con su homosexualidad. Incluso, como él lo afirmó, desde niño sintió atracción por los hombres.

Se volvió muy popular en su comunidad y abiertamente mostraba su orientación. También dijo que era creyente, pero “nunca había atendido al llamado de la palabra de Dios”.

Detalló que antes era conocido como ‘Faby’. Vivía atrapado “en un mundo banal” y estaba “desorientado”.

Su vida dio un giro de 180 grados, dice, cuando soñó con Dios. “Él me presentó dos caminos y me puso a elegir. Pero yo quería seguirlo a Él y me mostró qué era lo que debía hacer”, narró el joven.

Aunque ha sido víctima del escarnio y las críticas, considera que en la religión encontró una “salida a su homosexualidad”. Actualmente profesa el cristianismo evangélico y dice que sigue en el proceso de la construcción de su identidad.

Para él “sí es posible cambiar esta condición” a través de su fe. Ahora, también reconoce que esta posición tiene otros matices, ya que por tratarse de temas religiosos se manejan gran cantidad de discursos que pueden generar discrepancias. 

Fabián Madera.

Rechazo

Xiomy Díaz recuerda que llegó a sentirse tan “culpable” por su homosexualidad que creyó que podía necesitar “un exorcismo”. Hasta este extremo estaba dispuesta a llegar por arrancar de su ser la atracción que sentía hacia las mujeres, “como si esta fuese una enfermedad”.

Creció en una familia cristiana, seguía lo que se suponía era lo correcto. Por “absurdo” que suene, era homofóbica. En su adolescencia pensó que estaba caminando por terreno seguro. Nadie la haría dudar que se casaría con su novio de aquel entonces. Su familia, sus amigos y su iglesia esperaban ansiosos las nupcias. Todo cambió cuando entró a un nuevo trabajo y ya no pudo ocultar su interés sentimental por otra mujer. La situación trascendió al punto de ser rechazada en su iglesia.

Menoscabaron su fe y fue expuesta a la burla. Reprimida y culpable por lo que sentía, decidió no obedecer a sus deseos. Tanto fue el rechazo que la supuesta solución para su “mal” la encontraría haciendo unas terapias en un centro de conversión. Allí entró con el ánimo de intentar cambiar esa condición e inclinarse a la heteronormatividad, que ante los ojos de la comunidad religiosa “es la correcta”.

La bogotana de 29 años contó que en aquel momento atribuyeron las “malas conductas” a su madre, de quien decían le dio cierto libertinaje al dejarla relacionarse con personas de la comunidad LGBTI. Prohibirle salidas, fiestas y otros gustos, sin duda, no serviría de nada en ese proceso. Por el contrario, su madre se convertiría en su bastón moral para apoyarse.

Tuvo que pasar mucho tiempo para sanar sus heridas y aceptarse. Conocer de la palabra le permitió entender que en La Biblia no hay una sola parte en la que Dios “condene” por amar a una persona del mismo sexo. “La iglesia quiso que yo cambiara mi orientación sexual. Me hicieron creer que yo estaba confundida y que me encaminarían (…) Hoy vivo mi vida plena, sé que Dios me acepta, y saber que puedo servir me llena de alegría”, dijo.

De acuerdo con Xiomy, los homosexuales que por entrar a pertenecer a una comunidad religiosa piensan que su orientación sexual cambiará, están “viviendo una vida hipócrita”.

Su posición puede generar opiniones divididas, puesto que para ella se deben vivir de cerca estas experiencias, nunca juzgarlas porque hacen parte del derecho constitucional del libre desarrollo de la personalidad.

Xiomy Díaz.

“Nunca me negué lo que era”

El samario Luis Camilo Laborde es pastor de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana, institución a la que define como inclusiva. Es un espacio donde no hay doctrinas impuestas y prepondera la diversidad sexual y religiosa.

Su historia de vida dista de los preceptos del cristianismo. Laborde, ordenado sacerdote anglicano en 2008, es homosexual. Su pensamiento fuera de lo convencional le ha permitido construir su identidad que nunca negó, y así se le reconoce en su comunidad. Recalca que ser abierto en este sentido de su vida no le ha impedido cumplir con su misión como pastor.

Independientemente de la religión que profesa, Laborde resalta que su Iglesia y el amor de Dios está abierto para todos.

Reveló que en 2005 se empeñó tanto en convencer de esto a la sociedad que fue el creador de la primera Iglesia LGBT del país, aunque luego de algunos años esta dejó de existir.

“Dios no va a hacer una cosa para después destruirla. Si Él te hace con una condición así quiere que seas y punto. Lo natural es todo aquello que se presenta espontáneamente, entonces si tienes deseo hacia un hombre o una mujer eso es natural”, dice Luis Camilo, que a su vez es artista plástico y cantante.

El pastor es la voz de un grupo de personas que cree que la diversidad sexual es parte del plan de Dios, mas no están apegados completamente a los designios de las religiones tradicionales, que son “paquetes completos donde te arman la vida de tal manera que tú no tengas derecho a decidir”, aseguró.

Desde la psicología

Luego de muchas décadas de considerarse repudiable la condición de la homosexualidad, en 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) descartó que se tratara de una enfermedad o un trastorno mental.

A propósito de esto, el psicólogo clínico Alberto De Castro considera que “la homosexualidad no es una camisa que uno se quita o se pone, es un condición de vida con la que la persona se identifica y que abarca todas las decisiones de su vida”.

A su consultorio llegan personas con el dilema de no saber con qué género se identifican. Según el experto, las confusiones en la identidad son más comunes de lo que se puede imaginar.

Esto trasciende a otro plano cuando los deseos homosexuales de esa persona le causan problemas internos o interpersonales y no quisiera tenerlos porque no se siente a gusto con esa condición, es decir, en estos casos debe clarificar su identidad y aceptar sus impulsos. De Castro además recalcó que esto es más frecuente en la etapa de la adolescencia, y si no se atienden esos conflictos hasta pueden presentarse pensamientos suicidas.

El experto trae a colación los tabúes culturales, la educación, los valores conservadores, que “no están mal”, pero suelen ocasionar que el paciente se culpe al sentir que está traicionando sus valores propios.

La intervención de los profesionales se da cuando es necesaria una orientación para llevarlos a descubrir su verdadera inclinación, y que así aprendan a reconocer lo que sienten y a tomar decisiones coherentes.

Por otro lado, De Castro reconoce que en estos procesos también interfieren varios elementos biológicos, genéticos y sociales que se aprenden familiar y culturalmente.

“Independientemente de la orientación hay que darnos cuenta que es una persona que tiene las mismas necesidades afectivas de los demás”, añadió el psicólogo.

El experto en antropología, Alex Pérez, califica la conversión sexual como un tema complejo y de especial cuidado debido a que “es un asunto que transversaliza las subjetividades”. En primera instancia anotó que la orientación sexual “no es una elección”. “No creo que sea un asunto de cambiar o modificar, sino de descubrir (…) En muchas de las prácticas religiosas, en su discurso lo que buscan es hacer sentir al otro culpable y ver la sexualidad como pecado”, aseveró.

Explicó que a simple vista, “pareciera” que encontrarse con una religión implica dejar de ser un sujeto sexualizado. “Considero que en estos escenarios habitan muchos prejuicios que siguen reduciendo las sexualidades por fuera de la heteronorma”.

No obstante, y partiendo de los estudios que ha realizado, el antropólogo se ha topado con que a nivel de la región Caribe, se “logra convivir sanamente” con estas realidades desde las iglesias. “He encontrado que no es una oposición ser una persona LGBT y pertenecer a una religión. Si es en el caso contrario, esto podría representar una cuestión ideologizante, dogmatizante, pero sobre todo regularizador y controlador de los cuerpos y las libertades”, detalló Pérez. 

Comunidad LGTBI

Wilson Castañeda, director de la ONG Caribe Afirmativo, se refirió al tema partiendo del punto de que la sexualidad hace parte del desarrollo del ser. De esta manera apuntó que las experiencias de fe “no son homofóbicas”.

Pone en contexto cómo los tiempos han cambiado en comparación con décadas atrás cuando las personas pertenecientes  a la comunidad LGTBI eran invisibilizadas y tachadas como enfermas. El activista argumenta que como organización entienden que la orientación sexual “no es un asunto de tendencia, ni de conversión, ni de contagio, es un asunto propio del ser humano”.

Para Castañeda, algunas personas han usado el discurso religioso para tratar de generar un “divorcio entre orientación sexual no heterosexual y vida de fe”, ya que para algunos fieles estas realidades no compaginan.

“Algunas iglesias con el tiempo lo han tenido más claro (…)  Los discursos en ocasiones nos parecen contradictorios, porque siempre prevalece el tema del amor, del respeto, de la no violencia y cuando discriminan a la comunidad esto se les olvida”, analiza Castañeda.

Lo que no es tolerante para esta comunidad es cuando implica alguna violación a los Derechos Humanos.

Según Castañeda, centros terapéuticos de conversión sexual son apoyados por las iglesias, donde los padres internan a sus hijos para “quitarles” la homosexualidad. Sin embargo, este puntualizó que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 2007 declaró que estos “actos de violencia” son sancionados y penalizados. En algunos países han sido clausurados. No obstante, Xiomy Diaz contó que en Colombia aún existen estos lugares.

A propósito de este tema, la cantante puertorriqueña Kany García, semanas atrás se convirtió en tendencia luego de criticar las terapias de conversión. “Las personas son quienes son y aman a quienes quieran amar. Eso ha sido así siempre y así se debe mantener. El Proyecto del Senado 184 pretende prohibir unas mal llamadas terapias de conversión que intentan cambiar la orientación sexual y la identidad de género de las personas, asunto que la ciencia ha dicho que no se puede cambiar. Por tanto, no tienen nada de terapéuticas y todo de maltrato y tortura”, señaló la cantautora en un comunicado.

La artista definió esta práctica como “inhumana, cruel y dañina”.

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