Con una gorra roja que lleva la inscripción ‘Biennale’, haciendo alusión a La Biennale Di Venezia o, dicho de otra forma, al Festival de Cine de Venecia, como ese orgullo innato del año anterior haber ganado el Lion Queer por la película Alma del desierto que produjo junto a la cartagenera Mónica Taboada Tapia, el barranquillero Carlos Alberto ‘Beto’ Rosero recibe gustosamente a EL HERALDO en su nueva casa.
Este barranquillero de 32 años es el flamante director de la Cinemateca del Caribe, lugar con el que ha tenido una conexión innata desde sus días viviendo en la urbanización La Playa hasta ahora dirigirla en lo que será el aniversario número 40 de la sala alternativa de la región.
De esto y más habló el comunicador social y periodista de la Universidad del Norte, productor y miembro de la Academia Colombiana de Cine y quien ha hecho parte de festivales como el FICCI, FICICA, Berlinale y más.
¿Cómo se da tu llegada a la Cinemateca del Caribe?
Yo siempre he tenido un vínculo con la Cinemateca. Primero como espectador, soy una persona bastante cinéfila, disfruto muchísimo ver cine tanto nacional, de Latinoamérica, del mundo y la Cinemateca siempre ha sido ese espacio en Barranquilla, el único, además de cineclubes, que me daba la posibilidad de ver en la pantalla grandes películas diferentes a la cartelera que uno encuentra comúnmente en los otros espacios. También me dedico al cine, soy realizador y productor, recientemente produje mi primera película, Alma del desierto, y se presentó aquí en Barranquilla.
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Sin embargo, María Fernanda Morales ya tenía un proceso de muchos años, y aproximadamente hace un mes fue que se inició el proceso con la conversación para hacer esta transición, este empalme. La idea es continuar parte del legado de María Fernanda Morales y también proponer nuevas cosas, nuevas miradas y atraer también a nuevas generaciones.
¿De qué forma se pueden atraer a nuevas generaciones?
Para mí es fundamental que las nuevas generaciones sientan que la Cinemateca del Caribe también es su casa. Queremos llegar a colegios con programas pensados para la niñez y la adolescencia, que los inviten a ver, crear y reflexionar sobre el cine y los desafíos del mundo contemporáneo.
Mi deseo es que la Cinemateca sea un lugar de encuentro, donde descubran historias de Colombia y del mundo que los inspiren y despierten conciencia y sensibilidad por la cultura audiovisual, especialmente desde la infancia. Así aseguraremos que la Cinemateca siga viva, creciendo y siendo un referente cultural en Barranquilla y en toda la región Caribe.
En ese sentido, ¿Qué buscarás como director?
Lo que más deseo es que la ciudad reconecte con la Cinemateca y sobre todo impulsar el talento local y regional. Que este sea un espacio, un punto de encuentro para las voces locales y regionales, y poder exportar talento local al mundo.
Sabiendo, desde la experiencia del productor, de lo complejo que es llevar gente a salas a ver cine nacional o a ver cine independiente. ¿Qué retos te implica eso ahora como director de la Cinemateca?
Lo primero sería hacer del cine un acontecimiento especial, un evento, un punto de encuentro, y por supuesto también con una programación que vamos a empezar a rediseñar para que se puedan ver películas tanto de reconocimiento internacional como también del talento local, películas que solo se puedan ver de alguna forma en pantalla grande.
Otro de los retos es de alguna manera seguir convirtiendo la Cinemateca en un punto de encuentro del talento local y el talento regional para que se impulsen esas voces a nivel nacional e internacional y pues volvamos a tener cineastas de nuestra región con una fuerte proyección internacional.
¿Los programas actuales continúan?
Por supuesto. Los programas de Cinemateca se mantienen. El Cineforo, el programa de Cine Bajo Las Estrellas, el Salón del Autor Audiovisual, que el otro año cumple 30 años, entonces será una celebración muy especial porque se une a los 40 años de la Cinemateca que se fundó en 1986.
Entonces, la idea es seguir impulsando el legado de todos estos años, porque no es fácil que una cinemateca y espacios de este tipo académico, de exhibición independiente y alternativa perduren en el tiempo.
¿Representa algún tipo de presión extra ser el director de los 40 años de la Cinemateca?
Sí, siempre hay un nivel de responsabilidad porque es una cifra redonda, es una nueva década que se inicia que sí representa un nivel de responsabilidad porque respeto su legado muchísimo y claro que hay un nivel de responsabilidad con hacer una celebración a la altura de su cumpleaños. La Cinemateca es mayor que yo.
Eres comunicador social y periodista, pero ¿Cómo llegas al mundo del cine?
Yo llego al cine de hecho gracias al acercamiento desde la universidad. Allí comencé a impulsar mi pasión que era como contar historias desde lo audiovisual, también desde la fotografía, desde la escritura. Así fui metiéndome e involucrándome un poco en el cine primero desde lo local. Trabajé en algún momento en un cortometraje de un guion de Ernesto McCausland que se llamaba El Cordel.
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Yo trabajé ahí como asistente de producción, después trabajé con Roberto Flores en Ruido Rosa. He trabajado en festivales de cine de la ciudad como Cine a la Calle en el que sigo involucrado como parte del equipo curador, en el Festival de Cine de Cartagena fui el coordinador de programación y curador. Siempre he estado vinculado desde distintas orillas en el cine, incluso he dirigido un par de cortos y ahora como productor de un largometraje.
Finalmente, ¿continuará su labor como productor?
Sí, por supuesto. La producción y la realización de cine siguen vigentes porque es mi pasión, lo que me mueve desde hace mucho tiempo, pero la Cinemateca es un compromiso personal, primero con la Cinemateca, segundo con la ciudad, y yo creo que es posible, porque afortunadamente ya lo viví.
Cuando trabajé, por ejemplo, como coordinador de programación del Festival de Cine de Cartagena, al mismo tiempo estaba haciendo Alma del Desierto, y eso a nivel de tiempo es difícil, pero lo ayuda mucho a uno como productor porque te muestra otro camino del cine que a veces uno como realizador no lo vive y es el mundo de la distribución y de la exhibición de las películas, porque a veces hacemos un montón de películas en el país, pero es difícil cuando llegas al camino de la distribución y de la exhibición. Ahora al estar uno sentado en la silla del exhibidor, uno empieza a ver desde otro punto de vista.