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Hay barrios que duelen y, al mismo tiempo, enseñan a resistir. En sus esquinas se graban cicatrices, pero también se siembran sueños.

En ese territorio de contrastes creció Laura Manga, una joven barranquillera de 29 años que, pese a los títulos académicos que la respaldan, como el ser administradora de empresas, especialista en Derecho Tributario y magíster en Intervención Social, decidió que su verdadera vocación estaba en devolverle esperanza a Las Nieves y La Luz, esas calles del suroriente de la ciudad que marcaron su vida.

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Allí descubrió de niña el liderazgo, en el colegio Helena de Chauvin, pero también conoció de cerca la violencia. En 2012, el asesinato de una pequeña vecina la obligó a salir del barrio. Su madre, temerosa por la seguridad de su hija, la llevó lejos, pero Laura nunca dejó de pensar en volver. “Me quedó el sinsabor de que quería regresar, pero no con miedo, sino con una solución”.

Esa solución llegó en 2018, cuando creó ‘La cuadra bacana’, un proyecto que ganó el concurso ‘Imagina Tu Ciudad’ de la Cámara de Comercio de Barranquilla. Allí, pintaba sueños en muros grises, le encontraba valor a resignificar cuadras olvidadas y demostrar que en el sur también nacen iniciativas capaces de cambiar imaginarios, impactando a más de 3.500 personas en situación de vulnerabilidad.

“Yo quería devolverle a mi comunidad lo que me dio. Muchas veces los profesionales pensamos en crecer solo para nosotros, pero no en lo colectivo. Con esta iniciativa buscamos cambiar esa narrativa”, explica Laura, quien se define como “enseñadora” y lideresa social desde hace ocho años.

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Un titán más en el país

Su trabajo llamó la atención de Titanes Caracol. La primera vez que se postuló, en 2019, no fue seleccionada. Pero en 2025, sin esperarlo, amigos suyos la inscribieron y una tarde cualquiera recibió la llamada: “Bienvenida, eres finalista”.

Cuando Laura Manga se paró frente al jurado de Titanes Caracol, tenía solo siete minutos para explicar por qué su iniciativa merecía estar entre las mejores del país, y no fue sencillo, pues eran 40 participantes, cada uno con un proyecto cargado de historias, sueños y vidas transformadas.

“Me siento afortunada de representar a Barranquilla, una tierra que me dio esa segunda oportunidad que transformó mi vida. Como joven también viví ese momento de ser lo que llaman un ‘joven nini’, sin rumbo, y como mi historia cambió, mi sueño es devolver ese favor al barrio y cambiarle la vida a muchos más”.

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El proceso de Titanes Caracol contempla votaciones abiertas al público, que simbolizan el apoyo ciudadano a las iniciativas que merecen un impulso. El 12 de noviembre, en Bogotá, se celebrará una gala en la que se premiará al proyecto más votado con un incentivo financiero de 25 millones de pesos para ejecutar y fortalecer la iniciativa en su comunidad.

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Las votaciones estarán abiertas hasta mediados de octubre en la página oficial de Titanes Caracol, y Laura hace un llamado a los barranquilleros y colombianos a respaldar esta causa. “Mi historia es la historia de muchos jóvenes. Como a mí me dieron una segunda oportunidad, yo quiero multiplicar esas oportunidades para mi barrio”.

Ejemplo para su comunidad

Ahora, además de resignificar espacios físicos con color y vida, busca abrir rutas de desarrollo para jóvenes del barrio La Luz. Desde su profesión, Laura les comparte clases de marketing digital, promueve el aprendizaje de idiomas con la ayuda de amigos y abre espacios culturales y artísticos con una emisora ambulante que bautizó ‘La Verbe Ciudadana’.

“Lo que hago es llevar la información hasta las casas. Muchas veces las oportunidades quedan en redes sociales, donde mi comunidad no siempre tiene conectividad. Yo las recojo y las comparto puerta a puerta, para que los jóvenes no se pierdan de becas, inscripciones o espacios donde puedan potenciar su talento”.

Además, se proyecta como creadora del primer centro cultural popular de Barranquilla, un espacio donde se abracen las expresiones artísticas que suelen pasar desapercibidas.

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“Quiero recoger esas artes que nacen en las esquinas y que pocas veces valoramos: el joven picotero, el que pinta murales, el que hace serigrafía. Todos ellos hacen parte de nuestra identidad. Mi sueño es que ese centro se apoye en esos talentos y en referentes que ya tiene la ciudad, y así poder fortalecer la cultura popular”, expresó.

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Su segundo gran sueño es que, cuando alguien mencione a Barranquilla, el imaginario vaya más allá de los nombres ya consolidados. “No quiero que solo piensen en Shakira o en nuestro Carnaval, sino que también nos vean como una ciudad de segundas oportunidades, de líderes barriales que se levantan todos los días a trabajar por su gente”.

Seguir cambiando entornos en la ciudad

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Laura desea seguir transformando narrativas. “Me sueño con que cuadras oscuras y olvidadas se conviertan en cuadras de sueños, y que no solo pase en Barranquilla, sino en toda Colombia. Siempre he dicho que en el sur somos más cultura que violencia”. Los murales que he pintado con la comunidad nacen de talleres cívicos donde se reconstruye la memoria de cada barrio y se eligen junto con los colores.