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Después de pasado el mediodía en San Juan del Cesar, La Guajira, y cuando el sol desempeñaba mejor su oficio llegué a la casa ubicada en la carrera 10 número 4-27. Al tocar la puerta apareció saludando Dalia Esther Zúñiga Vega, madre del acordeonero Juancho Rois. En esta ocasión volvieron a hacerse presentes las lágrimas y esos recuerdos que continúan latentes.

Sin más preámbulos, dijo. “Esa corona como Rey Vallenato Vitalicio que recibió con orgullo mi nieto (Juancho Rois Dereix) por parte de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, en nombre de su papá, me llenó el corazón. Que gran honor por tanto que Juancho sacó adelante este bello folclor. De verdad, estoy muy agradecida”.

Juan Humberto Rois Zúñiga dejó una sonora historia musical donde sus acordeones fueron los principales protagonistas llamando la atención, cuando ponía a cabalgar sus dedos por el teclado de su amado instrumento. Era toda una sensación y por ese motivo sus notas continúan ocupando un amplio espacio en el mundo vallenato.

Sentada en una mecedora Dalia Zúñiga, continuó diciendo. “Por todas partes exaltan las notas de Juancho, cosa que a mi me gusta y no dejo de escucharlas, pero su don de servicio y entrega sin esperar nada a cambio era extraordinario”.

Un ser muy noble

Precisamente citó el hecho de aquella madrugada del miércoles primero de mayo de 1991, donde quedó enmarcada la bondad y verdadera hermandad vallenata cuando Juancho Rois, en la final del 24° Festival de la Leyenda Vallenata le prestó su acordeón ADG alto a Julián Rojas, quien a la postre se coronó como Rey Vallenato.

Sobre este acontecimiento Julián Rojas Teherán, manifestó que esas acciones no eran frecuentes y menos en una competencia de esa alta categoría. “Juancho Rois fue humanista, noble, amigo y demostró que nunca era apegado a nada. Su ejemplo en lo musical y su manera de ser, siguen vigentes, y pocos lo superan”.

CortesíaJuancho Rois Dereix, el único hijo que tuvo Juancho Rois, recibió la corona que acredita a su padre como Rey Vitalicio del Festival.

Dalia Zúñiga, quien el próximo 20 de julio llegará a la edad de 85 años, sigue de luto, ahora por la muerte hace tres años de otro de sus hijos José Gregorio, quien también fue uno de sus héroes. “La tristeza no se va, pero los agradecimientos a Dios por mis hijos son grandes”.

Siguiendo con el diálogo, anotó. “Hoy quiero contar una de las tantas bellas acciones de Juancho Rois. Una vez al enfermarse uno de sus amigos quien fue llevado hasta el hospital, lo ayudó. Cuando se enteró después de venir de una presentación, lo visitó y viendo su mal estado de salud, contrató un carro y se lo llevó para Valledupar. Allá lo atendieron hasta algunos días después regresar sano y salvo a San Juan del Cesar. Demostró que tenía un corazón grande”. Aparecieron las lágrimas nuevamente.

Grandes triunfos

Juancho Rois en su largo camino por la música vallenata dejó una estela de triunfos grabando 17 trabajos musicales al lado de Juan Piña, Elías Rosado, Jorge Oñate y Diomedes Díaz. Comenzó en 1977 con el disco ‘El fuete’ y terminó con la producción musical ‘El 26 de mayo’ en 1994. Dejó también grabada en su voz y su acordeón la producción musical ‘Vallerengue’.

Cortesíaimagen de cera de Juancho Rois hecha a escala.

De otra parte, en la sala de su casa todo gira en torno al laureado acordeonero, donde su mamá tiene un museo, así lo llama, con cuadros de la vida y obra musical del artista. También momentos gloriosos al lado de familiares y amigos.

Al fondo de la sala, aparece una imagen a escala de Juancho, dándoles a todos la bienvenida. Tiene un ademán de “Todo bien”, la camisa, el pantalón y las botas que más le gustaban. “De mi hijo Juancho tengo todos los recuerdos. Él sigue viviendo y por eso en este espacio se nota su presencia”, dijo Dalia Zúñiga muy convencida.

Las notas de Juancho Rois, nacieron en San Juan del Cesar, su tierra querida, y se regaron por el mundo, ganándose un lugar especial. Muchos asisten frecuentemente a brindarle un tributo en su tumba, donde en la lápida está escrita una frase que lo pinta en toda su dimensión. “Lloramos tu ausencia, pero conservamos tus gratos recuerdos, porque fuiste muy bueno. En nuestro corazón perdurará tu sonrisa, tu bondad y tu nobleza”.

Al hablar de la muerte de su hijo Juancho Rois, confesó que todavía le duele mucho. “Yo quería que el féretro de Juancho fuera llevado a Valledupar, porque él quería mucho a esa tierra. Muchos se opusieron, y no sé tuvo en cuenta a la familia. Allá siempre fueron agradecidos y vea el detalle de la corona como Rey Vallenato Vitalicio. Eso no tiene comparación”.

Al final con el recuerdo dando vueltas en su pensamiento, expresó. “Juancho, siendo muy niño se encerraba a tocar el acordeón en su cuarto e interpretaba canciones de Luis Enrique Martínez, Alejo Durán, Rafael Escalona, Emiliano Zuleta Baquero, Leandro Díaz, Carlos Huertas, Isaac ‘Tijito’ Carrillo y Alfredo Gutiérrez, entre otros”.

Juancho Rois empezó bien con ese vallenato costumbrista que marcó su camino musical al regar por la vida las notas de su acordeón, donde estaba la magia en sus botones, los acordes que evocaban historias y las melodías que fluían con tanta fuerza como el río Cesar crecido.

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El ciclo de vida de Juancho Rois se cerró en El Tigre, estado Anzoátegui, Venezuela, la noche del lunes 21 de noviembre de 1994, y desde el día siguiente se abrió su capítulo del adiós que todavía no se cierra porque el verbo olvidar, sigue siendo difícil de conjugar.

Todo debido a que el recuerdo no duerme al desvelarse cuando suenan las notas de un acordeón bien tocado y se escucha cantar un memorable verso. “Yo estoy dispuesto a brindarte mi vida y mi corazón, y eso para demostrarte lo que te quiero mi amor”.