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Hay cosas que el cuerpo expresa sin palabras, como un dolor de cabeza que se repite, un mareo inesperado o una presión en el pecho que no se va. A veces se cree que es el estrés, el cansancio o el día a día, pero puede ser algo más serio como la hipertensión arterial.

Esta condición, más común de lo que parece, se presenta cuando la sangre empuja con demasiada fuerza las paredes de las arterias. Puede no doler, no mostrar señales claras al inicio, pero con el tiempo causa daños profundos. Puede derivar en complicaciones agudas como accidentes cerebrovasculares (ACV), infartos al miocardio, e incluso insuficiencia renal o cardíaca.

En Colombia, uno de cada tres adultos vive con hipertensión. Son más de 5 millones de personas y muchos no lo saben. La mayoría de los casos se concentran en las regiones Central y Caribe, con un promedio de edad de 63 años, según datos de la Cuenta de Alto Costo (CAC).

De acuerdo con Juan Camilo García, presidente de la Sociedad Colombiana de Cardiología Seccional Atlántico, una de las grandes preocupaciones es que muchas personas no saben que la padecen.

“El problema es que no identificarla a tiempo puede desencadenar consecuencias graves. Por eso, debemos prestar atención a síntomas de alarma como dolores de cabeza persistentes (cefalea), palpitaciones, dolor en el pecho, ahogo o dificultad para respirar, e incluso mareos frecuentes”.

Factores de riesgo

La hipertensión no llega sola. Hay factores de riesgo que aumentan la posibilidad de desarrollarla, entre ellos la herencia familiar, la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo, la ingesta excesiva de alcohol y la diabetes.

“Los pacientes con antecedentes familiares deben iniciar controles desde edades tempranas. No hay que esperar a que aparezcan los síntomas”, dice García.

Y la preocupación no termina ahí. De quienes ya tienen un diagnóstico y están en tratamiento, uno de cada tres no logra controlar su presión arterial, lo que significa que el 33 % de los pacientes medicados no alcanzan las metas terapéuticas.

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“Aquí el problema no es solo tomar la pastilla, sino el compromiso con un estilo de vida saludable. Si casi el 50 % de los hipertensos no están diagnosticados, las cifras reales se duplican”.

Porque más allá de los fármacos, el cuerpo necesita hábitos que lo ayuden a mantener el equilibrio.

“El paciente hipertenso no puede quedarse esperando que el medicamento lo haga todo. Si tiene obesidad, debe bajar de peso. Si es sedentario, debe hacer ejercicio. Si no duerme bien, debe mejorar su calidad de sueño”.

¿Qué hacer?

Frente a esto, la American Heart Association (AHA) recomienda al menos 150 minutos de actividad física semanal, que pueden distribuirse en caminatas de 30 minutos diarios durante 5 días. También enfatiza la necesidad de dormir entre 7 y 8 horas diarias, de manera profunda y continua. “El sueño reparador es clave. Muchos pacientes no duermen bien y no le dan importancia, pero eso también influye en la presión”.

Además, controlar los niveles de lípidos (grasas) y de glicemia (azúcar en sangre) es fundamental. Todos estos elementos forman parte del conjunto de medidas necesarias para prevenir la hipertensión o controlar eficazmente la enfermedad cuando ya está presente.

Algunos mitos

Durante décadas, una pequeña pastilla ha sido promovida casi como un escudo milagroso contra el infarto. La aspirina, o como se popularizó en su versión de baja dosis, la aspirineta, ha tenido un lugar protagónico en las creencias populares sobre la salud del corazón. Pero el especialista explicó que no todos deberían tomarla, y mucho menos por cuenta propia.

“La aspirina actúa sobre las plaquetas para evitar la coagulación y, dicho en palabras sencillas, ayuda a que la sangre sea un poco más fluida. Una aspirina no es un escudo mágico. Lo que realmente previene un infarto son los hábitos de vida saludable”.

El uso de aspirina debe estar indicado exclusivamente por un médico, especialmente cuando se trata de prevención primaria, es decir, en personas que no han tenido aún un evento cardiovascular. “Automedicarse con aspirina puede ser riesgoso. Si no está bien indicada, puede generar efectos adversos como gastritis, sangrados digestivos e incluso otras complicaciones más severas”.

Otros mitos alrededor de la enfermedad es tomar un vaso de limón con ajo, bebidas frías, pensar que el café sube la presión , que solo los adultos sufren esta enfermedad o que caminar es suficiente para controlarla.