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El humo blanco volvió a llenar el cielo del Vaticano este 8 de mayo. En medio de los cantos y aplausos de miles de fieles, se anunció la elección del nuevo sumo pontífice: el cardenal Robert Prevost, quien decidió asumir el nombre de León XIV.

La noticia no tardó en dar la vuelta al mundo y, con ella, las primeras reacciones de expertos y analistas del universo católico, sorprendidos por la elección de un perfil que no figuraba entre los favoritos.

“Es en buena medida una sorpresa porque no sonaba entre los aparentes candidatos. Claro, digo ‘aparentes’ porque nunca en la Iglesia hay candidatos previamente al cónclave”, expresó el profesor de la Maestría en Derecho Canónico de la Universidad Javeriana Sergio González.

Lo que sí sorprendió, y emocionó, fue el tono y el contenido de sus primeras palabras como pontífice. Habló en un español impecable, y lo hizo para saludar a su antigua diócesis de Chiclayo, en Perú, donde pasó años decisivos de su vida pastoral.

“Esto demuestra su profunda conexión con este lado del planeta, con el vecindario latinoamericano, y nos llena, a los católicos latinoamericanos, de gozo”.

Pero también hubo contenido, dirección. En ese primer saludo, León XIV mencionó la sinodalidad, ese concepto tan promovido por Francisco, que implica una Iglesia que escucha, que camina unida.

“En sus palabras podemos descubrir que hay una tendencia del nuevo sumo pontífice por continuar algunas de las líneas que dejó planteadas Francisco. Destaco particularmente la de la sinodalidad, que es un caminar juntos como Iglesia”.

Y hubo otro detalle que no pasó inadvertido: la inclusión del Ave María antes de la bendición urbi et orbi. No es usual en ese momento litúrgico.

“Me parece altamente llamativo que haya incluido el Ave María en sus primeras palabras previas a la bendición urbi et orbi, porque la figura de la Virgen María va a recuperar, va a mantener o destacar mucho más en la vida de la Iglesia en los próximos años bajo el pontificado de León XIV”.

El nuevo pontificado comienza en un contexto global tenso: guerra en Ucrania, crisis humanitaria en Gaza, dictaduras en América Latina, y un segundo mandato de Donald Trump que podría tensionar las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Washington. Para algunos, no deja de ser llamativo que el papa sea estadounidense en este momento.

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“Y al interior de la Iglesia habrá que revisar con detenimiento cuáles serán estas nuevas ideas, estos nuevos propósitos que nos plantea o que nos planteará el papa León XIV de cara a reformas jurídicas, a reformas pastorales, de cara a la forma como se administra la Santa Sede, como se administra la Iglesia y, sobre todo, particularmente cómo se avanza en la atención a las víctimas de abuso sexual por parte de clérigos, que en el pontificado de Francisco tuvo grandes avances”, puntualizó González.

Un papa misionero

Por su parte, el investigador residente del Archivo Apostólico Vaticano y de la Biblioteca Apostólica Vaticana Humberto Grimaldo destacó tres cualidades que podrían marcar su liderazgo: su vocación misionera, su identidad como agustino y su profundo compromiso con la paz.

“Estamos en presencia de un papa que, primero, va a continuar el legado del papa Francisco, porque fue nominado cardenal por él. Pero además tiene tres cuestiones que son muy importantes en un pontífice para nuestros tiempos: primero, es un hombre que proclama la paz; segundo, es agustino; y tercero, es misionero. Y tiene un sentido del humor muy especial”.

Aunque muchos lo percibieron como tímido en sus primeras apariciones públicas, quienes lo conocen aseguran que esa aparente reserva no impide que emane un espíritu fuerte, forjado en el contacto directo con comunidades vulnerables.

Su tiempo como obispo en Chiclayo, Perú, lo marcó profundamente y consolidó su cercanía con los llamados “descartados”.

“Esa cercanía con los descartados, con los que no cuentan, lo hace un papa misionero realmente. Esto lo conecta con una Iglesia que, como planteó Francisco, debe salir al encuentro, a las periferias existenciales y sociales”.

Además, su pertenencia a la Orden de San Agustín lo convierte en una figura especial dentro del Vaticano. “El hecho de que sea agustino lo hace muy especial también porque es un religioso, y recordemos que los agustinos son los profetas de la esperanza”, expresó Grimaldo.

Grandes retos

Para Alejandro Castaño, doctor en Derecho y Filosofía, será un pontificado que, sin renunciar a la espiritualidad, no será ajeno a los asuntos sociales y políticos que sacuden al mundo. “Se espera que este papa norteamericano clarifique su relación con la política de su país”.

Sin embargo, lo que también destaca es su conexión con América Latina, especialmente con Perú, país donde fue obispo durante varios años. Esa cercanía, sumada a su formación religiosa y a su temperamento sereno, lo perfila como “un hombre moderadamente progresista, de centro”, según Castaño.

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El pensamiento actual, impregnado por ideologías diversas, también plantea dilemas sobre la interpretación de los derechos humanos, la naturaleza del hombre y las raíces del pensamiento cristiano.

“Debe mantener la claridad y la actualidad de la ley natural. Frente a ideologías que impulsan un renacimiento del panteísmo, que disuelven la idea de trascendencia en una especie de espiritualidad vaga”.

Con el papa Francisco se cerró casi categóricamente la opción del sacerdocio de las mujeres, pero también la posibilidad del diaconado femenino, algunas labores de las que ya se ocupan por ejemplo los laicos hombres, y esto se ha visto como una manera de bloquear una mayor participación de las mujeres en la vida de la Iglesia.

El posible diaconado femenino, junto a una mayor presencia de las mujeres en los puestos de poder, será otro de los desafíos, porque muchos colectivos de católicas no se rendirán en sus peticiones.

El nombramiento de Simona Brambilla en enero de 2025 como prefecta o ‘ministra’ del dicasterio para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, del que dependen todas las órdenes religiosas, en lugar de un cardenal como era hasta entonces, fue algo que no gustó a muchos de los jerarcas de la Iglesia.

Si un documento ha creado divisiones en el seno de la Iglesia católica fue el Fiducia Supplicans, el texto publicado por la Congregación para la Doctrina de Fe en el que se explicaba que se podía bendecir a parejas consideradas ‘irregulares’ para la Iglesia, incluidas las del mismo sexo.

La Iglesia africana se mostró contraria al unísono a este documento y pidió explicaciones al papa Francisco. El próximo pontífice tendrá que responder a los obispos de Asia, uno de los continentes donde el catolicismo sigue creciendo.

A nivel diplomático, el acuerdo que durante el pontificado de Jorge Bergoglio se firmó con China para concordar el nombramiento de los obispos, y que se ha ido renovando, fue considerado un hito para el acercamiento entre EE. UU. y China, países que no tienen una sólida relación diplomática.

Sin embargo, muchos en la Iglesia católica no aceptan que Pekín tenga voz en la elección de un obispo y sobre todo la administración estadounidense, que también en su momento elevó sus críticas al diálogo con China.

La relación con EE.UU. y con su actual presidente, Donald Trump, será otro de los retos diplomáticos que abordar, y este papa, al ser norteamericano, deberá estar más que pendiente.