Como un tributo al ingenio y la creatividad popular que año tras año enriquece la Fiesta grande, este martes, la Casa del Carnaval se vistió de color para celebrar el Día Internacional del Disfraz, reuniendo a varios de los personajes que hacen latir esta manifestación artística.
Allí, se pudo apreciar la diversidad y riqueza a de los disfraces que han marcado la historia de la celebración. Desde los individuales, donde una persona encarna un personaje o concepto, hasta los colectivos, en los que grupos de personas trabajan en conjunto para recrear escenas espectaculares que conquistan al público.
El Carnaval de Barranquilla ha sido desde sus inicios un espacio para que los hombres y mujeres del Caribe den rienda suelta a su imaginación, creando disfraces que no solo representan la cultura y las tradiciones locales, sino que también permiten a sus autores contar historias y expresar sus emociones de una manera única.
Entre ellos, El Descabezado, un intrépido disfraz que ha recorrido las calles de la vieja Barranquilla, paseándose con picardía cada escenario de las carnestolendas por más de 70 años.
Su familia fue perseguida en Calamar, los horrores de la guerra forzaron su desplazamiento a la ciudad. Debían huir del riesgo que corrían por ser liberales en un pueblo dominado por conservadores.
La Masacre de las Bananeras, la Guerra de los Mil Días y al final, el atroz asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, hicieron que Don Ismael tomara fuerzas para rendir un sentido homenaje.
“Mi abuelo nunca imaginó que el frenesí del carnaval sería la mejor catarsis para esta experiencia. Este no fue su primer disfraz, también lo hizo de mujer, la momia, la aristocracia del pueblo y el caballero rojo. Pero en las bodegas de su trabajo, en las empresas públicas, encontró la inspiración y los materiales para darle vida a El Descabezado”, dijo Wilfrido Escorcia, hijo de Ismael Escorcia, creador del disfraz.
Con su machete y su cabeza decapitada, este disfraz puede generar terror en la comunidad, pero para Wilfrido tiene un significado mucho más profundo.
“Son un llamado a la paz. Este es el único descabezado que debe existir en el país. Y eso es el disfraz en el carnaval, una oportunidad para unirse a la fiesta con un personaje que celebre la libertad, haga sátiras, alegoría o burlar la realidad de la vida”.
Esta capacidad de transformar ideas en arte, de convertir lo cotidiano en algo extraordinario, es lo que ha llevado a algunos disfraces a convertirse en verdaderos íconos de la festividad, conocidos como Disfraces Tradicionales.
Personajes llenos de picardía
Mandíbula también tiene su lugar en la Fiesta. Detrás de este icónico disfraz se encuentra Carlos Eduardo Glen, un barranquillero de cepa que, con su espíritu irreverente y su amor por la fiesta, ha llevado a Mandíbula a convertirse en uno de los favoritos de todos.
'Hace ocho años lo interpreto. Las hijas de mis amigos me decían: 'Mandíbula, Mandíbula'. A mí mi abuelo me decía, el príncipe rubio de cejas negras, ahora soy Mandíbula'.
La fama de Mandíbula ha cruzado fronteras, y Carlos Eduardo ha tenido la oportunidad de interactuar con turistas de todo el mundo que se sienten atraídos por la autenticidad del Carnaval de Barranquilla.
'Yo le pregunté a una turista polaca, '¿Usted por qué vino a Barranquilla y no fue a Río de Janeiro?' Porque Brasil es zamba y ya. Aquí es Mapalé, Cumbia, todo y mire, tenemos estos disfraces que nos hacen únicos'.
Personajes llenos de picardía
Mandíbula también tiene su lugar en la Fiesta. Detrás de este icónico disfraz se encuentra Carlos Eduardo Glen, un barranquillero de cepa que, con su espíritu irreverente y su amor por la fiesta, ha llevado a Mandíbula a convertirse en uno de los favoritos de todos.
'Hace ocho años lo interpreto. Las hijas de mis amigos me decían: 'Mandíbula, Mandíbula'. A mí mi abuelo me decía, el príncipe rubio de cejas negras, ahora soy Mandíbula'.
La fama de Mandíbula ha cruzado fronteras, y Carlos Eduardo ha tenido la oportunidad de interactuar con turistas de todo el mundo que se sienten atraídos por la autenticidad del Carnaval de Barranquilla.
'Yo le pregunté a una turista polaca, '¿Usted por qué vino a Barranquilla y no fue a Río de Janeiro?' Porque Brasil es zamba y ya. Aquí es Mapalé, Cumbia, todo y mire, tenemos estos disfraces que nos hacen únicos'.
Arte sostenible
Julio Hernán Monteserin es un veterano de 50 años en el Carnaval y un ícono en la creación de disfraces que van más allá de lo común.
Con más de 36 Congos en su haber y una colección de trofeos que abarcan personajes como el Mago de Oz, el Pirata, el Rey León, y la Fantasía del Carnaval, Julio ha creado más de 350 disfraces, cada uno con su propio sello de originalidad y creatividad.
'Para mí, la verdadera magia de un disfraz está en quien lo crea, no en quien simplemente lo compra'. Para él, la esencia del Carnaval radica en la capacidad de transformar materiales sencillos, incluso aquellos que muchos considerarían basura, en obras de arte que cobran vida en los desfiles.
'Lo que estamos haciendo hoy aquí es una muestra folclórica del reciclaje, que con muchos materiales podemos crear un gran disfraz. Aquí en la falda tengo algunos CD's viejos'.


