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Detrás de La Troja, ese popular estadero ubicado en la esquina de la carrera 44 con calle 74, donde se congregan veteranos y jóvenes, propios y foráneos, para vivir un verdadero éxtasis colectivo, hay un hombre que con su carisma y entrega ha permitido que este lugar se mantenga en pie luego de 57 años.

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Ese es Edwin Enrique Madera Velásquez, conocido popularmente como ‘Guayacán’ Madera, un melómano que pese a no haber nacido en la capital del Atlántico se considera más barranquillero que cualquiera.

El oriundo de Cereté, Córdoba, vivió sus primeros 10 años en territorio sabanero, donde aprendió a apreciar la música de las bandas bajeras que interpretaban porro y fandango. Allí se enamoró de las melodías del clarinete y del bombardino, instrumentos que más tarde escucharía mezclado en otros géneros al radicarse en La Arenosa.

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Al llegar a Barranquilla se topó con una amalgama de ritmos musicales, pero pese a todo jamás se olvidó de sus raíces. 'A los 15 días de haberme instalado en la capital del Caribe estaba sobre los hombros de una tía viendo en un templete en el Romelio Martínez a Alfredo Gutiérrez, uno de los grandes músicos sabaneros', dijo Madera que junto a su madre Zunilda Velásquez se mudaron al barrio Boston.

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'No podía fracasar'

Guayacán Madera, de 67 años, siempre mantuvo presente que no podía darse el lujo de fracasar, debido a que venía de muy abajo y siempre le tocó sudar la 'gota gorda' junto a su madre para poder subsistir. 'Mi madre me estructuró con la premisa de la responsabilidad y gracias a Dios después de que ella adquiriera un local (el 26 de febrero del año 1966), dimos vida a un kiosco de comidas y mecatos aledaño al Parque Suri Salcedo. Antes de eso vendíamos almuerzos, pero un amigo de ella le vendió el kiosco y esa fue la semilla para que germinara lo que hoy todos conocen como La Troja'.

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El tumba’o del Guayacán

Cualquiera que lo escucha hablar es testigo de todo su tumba’o y juraría que está al frente de un barranquillero de nacimiento, pero Edwin ha creado una frase que ha hecho carrera y que hasta los mandatarios locales han utilizado en sus discursos: 'Los barranquilleros nos damos el lujo de nacer en cualquier parte del mundo'.

Este bacán, en toda la extensión de la palabra, sostiene que si hay una palabra con la que se define, esa es entereza, porque ha sido una persona que ha afrontado las dificultades con serenidad y fortaleza.

'Hoy puedo decir que mi máximo patrimonio no es solamente La Troja, sino mi honradez y mi entrega al trabajo, todo eso me ha permitido sostenerme como una persona exitosa'.

Agrega que es 'nuestra esencia y sabrosura lo que nos ha hecho únicos' y que quienes llegan a su estadero a escuchar música o a bailar se sienten identificados con ese goce interminable que se desata una vez comienzan a desempolvar los más de diez mil vinilos que posee, la mayoría de Salsa, Música Africana, Folclórica y algo de Boleros.

Edwin cuenta que tiene nueve hijos a los que ha levantado con esfuerzo y los frutos de su negocio. 'No tuve el tiempo suficiente para compartir con ellos, porque no me podía dar el lujo de descansar, pero siempre estuve pendiente de todos' afirma.

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Una esquina llena de sabor

La considerada esquina más alegre de Barranquilla celebra por este mes 57 años de existencia. En su primera sede funcionó durante 30 años y ya lleva 27 años de estar sobre la carrera 44.

'Me he preocupado por el buen servicio para que las personas se queden gozando el mayor tiempo posible en La Troja, complacerlos a nivel musical y que las bebidas estén bien frías. Tengo a los mejores DJ de la ciudad y no los pienso soltar porque hay muchas cosas que hacer para seguir representando el buen gusto del barranquillero'.

Finalmente, sostiene que el Carnaval, Junior, La Troja y ahora El Malecón, son los grandes íconos de la ciudad y que es su deber velar por los 46 empleados con los que cuenta, incluyendo los de La Troja VIP.