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Una chica llamada Amber Cunningham-Rogan, de 21 años, residente en St Andrews, Escocia, inició con un simple problema bucal pero terminó convirtiéndose en un diagnóstico que no lo esperaba.

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Durante meses, Amber pensó que el sangrado de sus encías se debía a un cepillado agresivo o al inicio de gingivitis. Sin embargo, otros síntomas como entumecimiento y hormigueo en brazos y piernas encendieron las alarmas y la llevaron a realizarse múltiples consultas médicas.

Tras varios exámenes y una derivación hospitalaria por sus bajos niveles de hierro, los resultados revelaron que el recuento de glóbulos blancos era anormalmente elevado.

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Una biopsia confirmó leucemia mieloide crónica (LMC), un tipo de cáncer poco frecuente que afecta la médula ósea y la sangre.

Aunque suele diagnosticarse en personas mayores de 60 años, la enfermedad puede aparecer en jóvenes como Amber.

¿Qué es la leucemia mieloide crónica?

La LMC altera la producción normal de células sanguíneas y sus consecuencias abarcan anemia, sangrados, vulnerabilidad a infecciones y aumento del tamaño del bazo, entre otras complicaciones.

Uno de los principales retos de este cáncer es su evolución silenciosa, pues en etapas tempranas puede no generar síntomas evidentes y muchas veces se detecta solo en análisis de rutina. Cuando se manifiesta, puede incluir cansancio extremo, pérdida de peso, sudoración nocturna, dolores óseos, infecciones recurrentes y sangrado frecuente.

Shutterstock/ShutterstockUno de los principales retos de este cáncer es su evolución silenciosa, pues en etapas tempranas puede no generar síntomas evidentes y muchas veces se detecta solo en análisis de rutina.

La buena noticia para la joven es que tras un tratamiento intensivo en seis meses alcanzó una respuesta molecular profunda, lo que significa que la enfermedad está controlada y solo quedan trazas mínimas en su organismo.

Asimismo, la joven indicó que compartió su experiencia para crear conciencia sobre la importancia de no ignorar síntomas aparentemente menores.

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“No había experimentado nada que gritara ‘cáncer’, pero durante años había estado yendo al médico de cabecera con síntomas que no tenían mucho sentido. Las exploraciones espinales y las resonancias magnéticas resultaron normales. Fue frustrante, sabía que algo no estaba bien. Un síntoma particularmente extraño fue el sangrado de las encías”, concluyó.