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En medio del trajinar de la vida cotidiana, ¿alguna vez ha sentido que la emoción inicial ante ciertas situaciones se desvanece con el tiempo? Este fenómeno, conocido como habituación en el ámbito de la neurociencia, es el proceso mediante el cual el cerebro deja de prestar atención a estímulos repetitivos, reduciendo su intensidad con el tiempo.

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Desde acostumbrase al ruido constante hasta normalizar los largos trayectos diarios, la habituación se manifiesta en diversos aspectos de nuestra vida. Sin embargo, mientras en ocasiones puede ser beneficiosa, en otras puede dificultar la apreciación plena de las experiencias.

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La neurocientífica Tali Sharot destaca que deshabituarse es clave para revitalizar la percepción de la realidad. En este sentido, sugiere estrategias para cambiar de perspectiva y recuperar la sensibilidad ante lo cotidiano.

Cómo aprender a deshabituar

El primer paso, según Sharot, es tomar distancia de la situación habitual. Al alejarse, incluso temporalmente, se facilita una visión renovada de las circunstancias, permitiendo apreciarlas desde una óptica diferente. Esta pausa puede ser breve, como un fin de semana, o prolongada, como un período sabático, pero su efecto esencial radica en romper con la rutina establecida.

“Si te alejas de una situación, aunque sea por un corto período de tiempo, puede ser un fin de semana, unos días o un tiempo más largo, te deshabituarás hasta cierto punto y podrás notar mejor las cosas que te rodean”, indicó la neurocientífica.

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Además, la experta subraya que esta interrupción en la rutina contribuye a una mayor apreciación de las experiencias, tanto positivas como negativas. Rotar entre diferentes actividades o proyectos en el ámbito laboral, por ejemplo, puede propiciar una visión más clara y enriquecedora de la realidad al retornar a la rutina habitual.

“Si haces una pausa en tu vida cotidiana -podría ser por ejemplo en el trabajo, rotando en distintos departamentos, o trabajando en diferentes proyectos- cuando vuelves, podrás ver las cosas más claramente, tanto las malas como las buenas”, aclaró la experta.