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Una locura. Una completa locura la que se vivió este lunes en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez, donde la afición rojiblanca, que colmó por completo las gradas del ‘Coloso de la Ciudadela’ —para celebrar el cumpleaños 101 de su equipo—, disfrutó de un partidazo indescriptible, de un triunfo (2-1) agónico, luchado y merecido, ante un valiente Bucaramanga, que vendió carísima la derrota.

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Fue una remontada épica. Una victoria trabajada, que solo pudo lograrse en la última acción de un partido largo —interrumpido en varias oportunidades—, que se definió en el cierre, a través de un penal justo, bien cobrado por el ‘Tití’ Rodríguez, autor de los dos tantos rojiblancos.

Pero todo fue sufrimiento antes de ese gol ganador que estremeció los cimientos del ‘Metro’. Bucaramanga jugó con personalidad y puso en aprietos al Junior desde el minuto uno. No era ese rival que llegara con claridad una y otra vez, pero sí era un equipo luchador, ordenado, jugón, que tuteó a Junior ante la mirada incrédula de su gente, esa misma que levantó al equipo en el peor momento del partido.

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Los dirigidos por Leonel Álvarez poblaron el mediocampo y movieron el balón de un lado a otro, sin prestárselo a un rival que se sentía débil sin él… y sin el aporte del que hoy es su mejor hombre, Jesús Rivas. El mediocampista antioqueño jugó este lunes su peor partido desde que llegó a Junior y el equipo lo sintió, porque extrañó ese ‘pulmón’ que hace jugar a todos del medio hacia adelante.

Celis luchaba como un león en el medio para contener cada ataque leopardo, respaldado por un Jermein Peña inmenso, que se batió atrás, junto al paraguayo Javier Báez, para evitar que el rival se adelantara en el marcador, aprovechando las horas bajas de los rojiblancos.

Esa fue la radiografía de un primer tiempo dominado por la visita, que neutralizó por completo a un ‘Tiburón’ que, incomprensiblemente, se sentía incómodo en su hábitat.

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La etapa complementaria trajo goles, emociones, polémicas y fiesta colectiva. Lo primero fue un golpe emocional para el Junior, que malogró un penal en los pies del paraguayo Guillermo Paiva.

La noche parecía apagarse. El equipo no jugaba del todo bien y recibe ese testarazo anímico, que logró dejarlo ‘grogui’. Bucaramanga aprovechó el bajón y dio la estocada con el gol de Fáber Gil, que silenció por un momento ‘el Metro’ (1-0).

Pero fue ahí cuando apareció la afición rojiblanca para levantar a su equipo de la ‘lona’. ‘El Metro’ estalló y a los dirigidos por Alfredo Arias ‘les volvió a correr sangre por las venas’ para ir por la remontada.

Arias movió el tablero, mandó al campo a Enamorado, a ‘Teo’ y al Tití, y el equipo agarró un nuevo aire, montándose en el juego, aprovechando también que el rival, con el 1-0 a favor, decidió resguardarse, regalándole el protagonismo al rival.

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Ese empuje llevó al partido a definirse desde el punto penal, con Enamorado como protagonista. El extremo fue derribado dentro del área, con una patada al pecho, y el ‘Tití’ apareció para transformar la falta en gol, con un remate violento que Quintana no tuvo la fortuna de ver.

A esa altura ‘el Metro’ era una caldera. La afición se vino encima y con cánticos arropó a un equipo que le respondió en la cancha, luchando por el triunfo hasta el final.

Y ese llegó a través de otro penal, el tercero de la noche a favor de Junior, todos bien cobrados, así el Bucaramanga protestara una y otra vez, muchas veces de forma violenta.

Enamorado recibe un pisotón dentro del área y el árbitro no duda en sancionar el punto blanco, para que el ‘Tití’ se convirtiera en el héroe de la noche, con otra ejecución magistral, para el 2-1 final y la locura colectiva de un escenario que volvió a brillar después de mucho tiempo.

Al final, una pelea sin sentido, provocada por los jugadores del Bucaramanga que no asumieron bien la derrota y tuvieron que apelar a los golpes para descargar la impotencia que sentía por una derrota que se les da por culpa de sus propios errores.