El Heraldo
Desde que comenzó la cuarentena nacional, el pasado 26 de marzo, los centros comerciales tuvieron que cerrar para frenar la propagación del virus. Archivo
Política

¿Abrir o no abrir la economía?

¿Qué consecuencias tendría la reapertura de varios sectores productivos en pleno coronavirus?  

El presidente Iván Duque parece cada día más resuelto a levantar a partir del próximo 27 de abril el llamado aislamiento preventivo obligatorio, para darle paso a una especie de “cuarentena inteligente”, que no es otra cosa que comenzar a reactivar poco a poco y con severas medidas de precaución algunos sectores estratégicos de la economía.

Tres son las razones que tiene el Gobierno para asumir semejante riesgo, sin que se conozcan todavía las cifras consolidadas sobre el número de personas contagiadas en el país.

La primera de ellas tiene que ver con la respuesta positiva de los colombianos a las medidas del Gobierno, que ha hecho que las cifras de contagiados estén muy por debajo de lo presupuestado inicialmente por epidemiólogos y por el propio Ministerio de Salud. Cuando se conocieron los primeros casos de personas infectadas por coronavirus, los epidemiólogos proyectaron unos 900.000 contagiados, cuando el país llegara a la fase de mitigación, que es en la que nos encontramos. Dicha cifra –por fortuna– está muy lejos de la que conocemos de forma oficial, que es del orden de unas 3.600 personas contagiadas, aunque hay que aclarar que el número de pruebas realizadas también es muy pequeño. Es de suponer que a mayor número de pruebas realizadas, mayor sería el número de personas que arrojen resultados positivos de contagio.

El Gobierno atribuye el éxito alcanzado hasta el momento, entre otras razones, a la llamada “disciplina social” de los colombianos, que habría impedido que se disparen los casos de contagiados.

La segunda razón para que el Gobierno esté decidido a apostarle a una “cuarentena inteligente”, tiene que ver con las cifras económicas que, como era de esperarse, son desalentadoras y preocupantes. Ellas muestran un grave retroceso en sectores muy sensibles como hotelería, espectáculos, turismo, inmobiliario y aviación, así como en restaurantes, bares y discotecas, muchos de los cuales ya se han declarado en quiebra. Aunque hay frentes muy críticos, como el del entretenimiento, lo cierto es que todo el sector productivo está operando a media máquina.

La debacle económica tiene muy preocupado al Gobierno, pues algunos estudios, como el más reciente de Fedesarrollo, indican que una cuarentena de tres meses podría costar unos 128 billones de pesos, es decir cerca del 13 por ciento del PIB.

Pero hay una tercera razón que está considerando el Gobierno para asumir los riesgos de una “cuarentena inteligente”. Tiene que ver con el contexto internacional, pues países como Alemania, Suiza, Francia y el propio Estados Unidos están abriendo sectores estratégicos ante el desplome de sus economías. Su apuesta es por recuperar en el menor tiempo todo lo perdido en estos meses de cuarentena. Todos tienen claro el inmenso costo de la decisión no solo en términos sanitarios, que podría significar más personas muertas, sino económicos, puesto que un rebrote exponencial de casos sería el acabose para todas sus economías.

¿Qué tan acertada sería la decisión del presidente Duque de abrir de nuevo la economía, sin tener certeza sobre la evolución del coronavirus en el país?

Abrir SÍ, pero con precauciones

¿Está el país preparado para abrir de nuevo la economía, luego de varias semanas de haber sido decretada la cuarentena por parte del Gobierno nacional? La respuesta a la pregunta depende de a quiénes se consulta: si se busca a los expertos en epidemiología y en otras áreas de la salud todos dirán un rotundo NO. Pero si se consulta a voceros de los gremios y del sector productivo entonces responderán SÍ, pero con precauciones. Ante criterios tan distintos quien debe tomar la decisión de si abre o no la economía y bajo qué condiciones lo haría es el presidente Duque. Será él también quien asuma las consecuencias de esa decisión. Nadie más. El presidente Duque sostiene que “debemos recuperar la vida productiva, más no la vida social”. Traducción: algunos sectores de la economía deberán encender motores el próximo 27 de abril, pero con precauciones, cómo el “distanciamiento social” y el uso obligatorio de tapabocas, mientras que la vida social –léase conciertos, restaurantes y fútbol, entre otros– tendrá que esperar para volver a la normalidad.

Abrir NO, para evitar una hecatombe

Abrir la economía –aún con muchas precauciones– sin tener certeza de cuántas personas están contagiadas sería la decisión más arriesgada que tomaría el presidente Duque durante la crisis generada por el coronavirus. Para algunos epidemiólogos es algo así como “meterse a un cuarto oscuro con un taco de dinamita encendido en la mano”. Punto. Los especialistas sostienen que mientras exista una alta dosis de incertidumbre acerca del número de contagiados, por cuenta de no haber realizado suficientes pruebas, el Gobierno debería no solo mantener la cuarentena, sino ampliarla por varias semanas e incluso meses. Este escenario tiene el inconveniente, sin embargo, de que una economía apagada también produce muertos, cómo sostienen los defensores de la apertura o del “aislamiento selectivo”.

Abrir NO, porque Bogotá seguirá cerrada

A diferencia de Iván Duque, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, no tiene dudas en seguir las recomendaciones de los epidemiólogos a pie juntillas, quienes le aconsejan mantener la cuarentena en la ciudad por el tiempo necesario hasta lograr aplanar la curva de contagiados. Pero las diferencias entre Duque y López no solo tienen que ver con el manejo de la crisis del coronavirus, sino que son fundamentalmente políticas. Mientras López ve en el manejo de la crisis una buena oportunidad para proyectar y consolidar su figura a nivel nacional, como lo muestran algunas encuestas, Duque se está jugando el lugar en la historia como el presidente que supo capotear con éxito la peor crisis humanitaria y económica que ha vivido el país en todos los tiempos. Al no existir la posibilidad de su reelección, carece del cálculo político que podría condicionar sus decisiones. De hecho, por cuenta del manejo ponderado y responsable de la crisis, su imagen ante la opinión pública se ha visto favorecida.

Abrir SÍ, porque nadie resiste un cierre prolongado

Los empresarios más optimistas apuestan por una apertura gradual a partir del 27 de abril. De ahí para adelante sus números se descuadran más de lo que ya están. Y es que algunos ni siquiera van a resistir hasta esa fecha, como ocurre con algunos micro, pequeños y medianos empresarios, quienes se han declarado en quiebra. Las pymes contribuyen con más del 80 por ciento del empleo que se genera en el país y esa es otra de las razones que llevarían al Gobierno a considerar prender de nuevo los motores de la economía. La debacle económica, como consecuencia de una cuarentena prolongada, tendría consecuencias irreversibles y comprometería el presente y el futuro de las nuevas generaciones. A ello hay que sumarle la suerte de millones de personas que hacen parte del sector informal y que apenas alcanzan a subsistir en el rebusque del día a día. La asistencia que reciben por parte de las administraciones distritales, municipales y departamentales no solo cuentan con recursos limitados, sino que tampoco son por tiempo indefinido. Habría que ver con cuáles protocolos y bajo qué circunstancias dichas personas podrían seguir recibiendo la asistencia social y los subsidios que hoy les entregan.

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