
'¿Cómo puede usted dormir?', encaró Mercedes Echeverría la semana pasada a Édgar Fierro, alias Don Antonio, en la audiencia de Justicia y Paz que se surte en la capital contra el ex jefe del frente José Pablo Díaz de las AUC por los 290 crímenes que cometió.
'Es que en este país nadie duerme', tuvo la osadía de contestarle el exparamilitar. 'Los que tenemos la conciencia tranquila sí dormimos', le repuso ella.
Echeverría hace llaveros plateados, por mil que arma le pagan 17 mil pesos. De eso y de lo que se gana su marido administrando una tienda con nombre de vallenato, sobreviven al sur de Bogotá. No puede volver a Barranquilla porque la matan.
Trabajó 33 años como auxiliar de enfermería en Redehospital, 20 de los cuales fue sindicalista y defensora de los derechos humanos de Anthoc.
A tres de sus 'hermanos' sindicalistas los mataron los paramilitares: Ricardo Orozco, en 2001; Carlos Barrero, en 2003 y Luis Torres, en 2004. Nunca se olvida de que Barrero le dijo 'ahorita vengo' y al poco rato llegó alguien corriendo diciendo que lo habían matado. A Torres lo balearon a 10 metros de donde ella estaba y recuerda al sicario alejándose entre la gente como si nada hubiera pasado. Don Antonio admitió ser el determinador de estos dos últimos crímenes.
Tras la muerte de Torres, las coronas de flores llegaron más seguido a la sede sindical, como si Anthoc fuese un cementerio, el cementerio del horror paramilitar en la capital atlanticense. Entonces, Mercedes se vino a Bogotá bajo protección, un año después se fue a Chile y un año más tarde volvió a Barranquilla pero tuvo que regresarse a la capital en 2010.
En su casa, armando llaveros plateados, extrañando a su familia y su ciudad, llorando casi diariamente por las muertes y la distancia, habló con EL HERALDO:
¿Por qué ‘Don Antonio’ se ensañó con Anthoc?
Él dice que querían acabar con la organización sindical porque dizque éramos guerrilleros. Y yo conozco a la guerrilla es por televisión.
¿Cómo los van a reparar por lo sucedido?
Yo pienso que hay cosas que nunca van a reparar. Pero sí se puede ayudar, sobre todo a los 10 hijos huérfanos de los difuntos. Uno de ellos, Jonathan, hijo de Carlos, es un niño con problemas de columna, de hipertensión y tiene oxígeno permanente. Ellos no tienen casas, no tuvieron educación y el Estado ni siquiera les ha puesto un sicólogo. La verdadera reparación es que ellos estuvieran bien. Y Don Antonio me pregunta que cómo cree que me debe reparar. Ahí no hay ni idea de reparación. Además, son tantas las víctimas (más de 1.600) que con el dinero que él tenga no alcanzará. ¿Y ellos con qué reparan, con la plata que le quitaron a los demás?
¿Qué opina de la condena de ocho años que tendría Fierro?
Eso es una burla. A nivel mundial estamos haciendo el ridículo. Eso de Justicia y Paz debieron haberlo pensado desde las víctimas y no desde el Estado.
¿Qué sería lo justo para usted?
Una cadena perpetua. Da la impresión que entre más gente dicen ellos que mataron, mejor los tratan. Yo soy muy creyente y voy a orar para que muera en una cama como un cristiano, pero el día de la audiencia me entristecí porque las madres en Barranquilla (por videoconferencia) le preguntaban por sus hijos y él les decía que los habían tirado al río Magdalena.
¿Cree que él ha contado toda la verdad?
Eso es un montaje. Se atribuyeron crímenes porque les convenía, ¿tú sabes cuántos delincuentes comunes se estarán riendo de los delitos de ellos que los paramilitares se atribuyeron por los beneficios?
¿Qué pasará cuando ‘Don Antonio’ salga libre en pocos años?
Hay un Dios que no se queda con nada. Si tú haces mal, recibes mal. Y yo creo que Don Antonio no va a estar tranquilo, ni podrá salir tranquilo a la calle, a menos que lo saquen del país.
¿Qué opina de que los ‘paras’ pudiesen aspirar a congresistas?
Ya estuvieron ahí, inclusive con el expresidente (Álvaro) Uribe que fue el creador de ese monstruo (el proyecto de ley). Pasó la presidencia de Uribe, nos acabaron los sindicatos, se llevaron la plata de la salud para los paramilitares, liquidaron las empresas. Si esos hombres aspiran al Congreso, los eligen. Este país no tiene memoria.
¿Volverá usted algún día a Barranquilla?
Por supuesto, aunque llegue al aeropuerto y me meta en mi casa. Los paramilitares nos enseñaron a extrañar nuestro terruño: yo de Barranquilla extraño hasta los arroyos. Y yo no vivo si no es pendiente de mis dos hijos y mis dos nietas, ellos son mi único tesoro.
Por Tomás Betín del Río





















