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Dos camiones de carga con ayuda humanitaria, ingresan a Norte de Santander. AFP
Mundo

La ayuda humanitaria de EEUU llega a la frontera en Cúcuta

Cerca de una decena de vehículos cargados entraron al centro de acopio dispuesto por las autoridades colombianas en el puente internacional Tienditas.

Los camiones con ayudas humanitarias de Estados Unidos destinadas a Venezuela llegaron este jueves a la frontera de Colombia con el país petrolero, que vive un severo desabastecimiento.

Cerca de una decena de vehículos cargados de ayudas entraron a las 2:43 de la tarde al centro de acopio dispuesto por las autoridades colombianas en el puente internacional Tienditas, en la ciudad fronteriza de Cúcuta, como parte de un llamado urgente del autoproclamado presidente interino Juan Guaidó. 

La caravana, que partió la víspera desde la ciudad de Bucaramanga (noreste), fue recibida con júbilo por un puñado de venezolanos agolpados en Tienditas, por donde se presume la oposición de Venezuela pretende hacer el cruce. 

“Ayuda humanitaria ya”, se leía en letras negras en carteles amarillos alzados por los ciudadanos de esa nación.

Los insumos fueron recibidos por la estatal Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) de Colombia, que indicó en un comunicado que simplemente la recogerá y acopiará en un centro en la zona.

“De acuerdo con el cronograma establecido, en esta primera etapa del proceso, las ayudas serán organizadas dentro del espacio dispuesto en el centro de acopio, con el objetivo de realizar el proceso de custodia y resguardo, cumpliendo con el compromiso del Gobierno colombiano en esta operación humanitaria”, agregó.

En “próximas días” llegarán más cargamentos, a los que se sumarán otros que arribarán a Brasil y a una isla caribeña por definir, agregó la entidad.

“Estamos mal”

Los venezolanos ansían la llegada de la ayuda desde Colombia. Yajaira González llora con la esperanza de que su pedido se escuche en Caracas, esta migrante suplica al gobierno de Nicolás Maduro que deje entrar la ayuda humanitaria de Estados Unidos, para atender el desabastecimiento de alimentos y medicinas en Venezuela.

Como esta sexagenaria, son cientos los venezolanos que desde la frontera con Colombia instan a Caracas a dejar ingresar las ayudas anunciadas por el gobierno norteamericano y aceptadas por el opositor Juan Guaidó.

“No es como usted dice que estamos bien. No estamos bien, presidente, estamos mal”, explica esta mujer canosa a quien la profunda crisis económica de su país obligó a huir desde el estado Anzoátegui al municipio colombiano de Villa del Rosario.

A metros de ella están las bodegas dispuestas por Bogotá para recibir los medicamentos, los kits de aseo y la comida no perecedera financiados por el gobierno de Donald Trump, que también se enviarán desde Brasil y una isla caribeña por definir. 

Dos contenedores azul rey y una cisterna de una camión de transporte de combustible roja fueron atravesados en los carriles del puente Tienditas, que comunica las localidades de Cúcuta (Colombia) y Ureña (Venezuela). 

“¿Cómo luchar con hambre?”: Chavista encadenado

Cada día, Omar se encadena a la verja de una catedral en protesta por la corrupción en el gobierno de Venezuela y la falta de comida y medicinas. Se declara defensor de la ‘revolución’, pero pregunta: “¿cómo luchar con hambre?”.

Frente a la basílica de Barquisimeto (oeste), con una gruesa cadena rodeándole la cintura, Omar Monrroy dice que iría al frente de batalla para salvaguardar, frente a amenazas externas, el proyecto fundado hace 20 años por el fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013).

Pero a los pocos metros, añade que tendría que rendirse porque no tiene dinitrato de isosorbide, la medicina que necesita para su enfermedad coronaria.

“Quisiera ir a la vanguardia, (pero) no voy a llegar ni a la retaguardia”, dijo Omar a la AFP.

La rutina de este hombre de 70 años cambió desde el pasado lunes, cansado de hacer filas para conseguir sus fármacos. Llega temprano a la moderna catedral, cuelga pancartas y carteles en la reja perimetral y se encadena como método de protesta. 

Permanece allí unas ocho horas, durante las cuales peatones se detienen a conversar con él. Muchos creen, al verlo sentado en el suelo, con su barba gris, que está loco. 

No es así, se defiende, justificando su acción en “una lucha” contra la corrupción que, según dice, rodea los programas sociales del presidente Nicolás Maduro.

“Yo no tengo comida para defender la revolución”, se quejó Omar, con un afiche de la última campaña electoral de Maduro a sus espaldas, sobre el cual escribió su versión del acrónimo CLAP: “Cuerda (grupo) de Ladrones, Arrogantes, Pedantes”.

“¡Ni siquiera tengo agua!”, añadió.

 

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