
Siempre me he preguntado para qué tienen hijos quienes no están ni medianamente interesados en cuidarlos, fortalecer su emocionalidad, darles seguridad y que desarrollen apegos sanos que permitan a estas criaturitas alcanzar la adolescencia sin necesitar pertenecer a una pandilla que les dé sentido de valor personal y pertenencia, aunque no sea delincuencial. Por esa falla inicua de los padres los niños entre los 9 y 12 años están consumiendo drogas, empuñando un fusil o vendiendo drogas a sus compañeritos: somos el tercer país en el mundo con mayor número de niños asesinados. Ya sea en combate callejero o en la montaña, desnutridos como los wayuu o abusados sexualmente y desaparecidos. Colombia es un país maldito para los menores.
Siempre se había dicho que se debía a la mala situación económica, al imperativo de que ambos padres trabajen por el libre desarrollo de su personalidad, lo que primaba sobre el cuidado de los bebés, porque estos no se percibían de quién estaba a su lado con tal de que les metieran un biberón cada tantas horas y ojalá un cambio del pañal. Pues no, ustedes, los padres, son los únicos responsables del desvío de sus hijos por no haberles provisto del AMOR (así con mayúscula), la seguridad, el cuidado y la atención necesaria desde que nacen hasta los 12 meses, y luego estar presentes hasta los cinco años, edad donde ya las improntas quedan establecidas en los mapas mentales de las criaturas y luego solo los psiquiatras, ojo, no psicólogos ni psicoanalistas, psiquiatría –la menos glamurosa profesión–, puede ayudar a nivelarlos con droga. Digo que la menos glamurosa, porque cada vez que digo que voy al psiquiatra me corrigen, ¿psicoanalista tal vez?, convencidos de que psiquiatría y locura son una sola.
Pues bien, hoy está científicamente validada la teoría de los apegos, que se establecen durante esos primeros meses como un mapa mental en cada niño y en adelante buscará denodadamente alcanzar a su cuidador, generalmente una chica sin educación que fue la verdadera figura afectiva que conoció. Luego los padres trinan de la ira y desesperación porque los niños hacen berrinche cuando es uno de ellos quien asume momentáneamente su cuidado, cuando el pelao a quien quieren es a su nana: lo he visto una y otra vez.
Por tanto, no tengan hijos si uno de los dos no se quedará al cuidado del celebrado vástago, porque están cimentado la vida de un antisocial o un sociópata, porque el apego sano crea un mapa de bondad, confianza, seguridad y capacidad de comunicarse y manifestar sus desacuerdos sin necesidad de agredir para llamar la atención. Entonces cesen la entrega del celular al menor de cinco años para que los deje tranquilos, y si se lo quitan estarán torturando al niño que hará su pataleta porque ya le enseñaron que así es el afecto. No tienen derecho a regañarlo ni castigarlo. No lo digo yo, lo dicen los especialistas en neuropsicología y desarrollo: abran los ojos.
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