El desmonte de los incentivos, a mi parecer, era considerado necesario, por quienes resultaban afectados con su existencia; ya que al ser similar a una recompensa a la que tendría derecho un ciudadano que protegiera el derecho a la moralidad administrativa, se convertía en una piedra en el zapato para los corruptos que tanto daño ha hecho al patrimonio público.
El tiempo pasa y, a medida que envejecemos, nos damos cuenta de que la verdadera riqueza radica en las experiencias y en las relaciones que cultivamos a lo largo de nuestra vida. A menudo, nos dejamos llevar por la búsqueda de lo material, olvidando que los momentos compartidos con amigos y familiares son los que realmente llenan nuestro corazón.
Los altos costos de los servicios de energía que estamos asumiendo los usuarios del Caribe colombiano, me hace reflexionar sobre la prestación de los servicios públicos domiciliarios, recordando que la constitución política establece unas condiciones especiales para el manejo.