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Dos kilómetros, un camino intransitable y una niña de tres años y ocho meses desvanecida, resumen la travesía que pasó Martha Padilla Jiménez el 22 de agosto de 2013 por cuenta de una tormenta.

La menor era su nieta y fue fulminada por un rayo que cayó en la casa donde vivían. La vía, que da acceso al sector de Agua Dulce, en el corregimiento de Bocatocino, en Juan de Acosta, está llena de barro y rodeada de lomas y jagüeyes. Por allí tuvo que correr junto a su marido con la menor en los brazos para buscar atención médica.

Martha se hizo cargo de su nieta desde los siete meses de nacida. 'Ella no quería estar con la mamá, que es mi hija. Estaba muy apegada a mí', afirma al recordar la tragedia.

La vivienda no es más que una habitación de concreto, con techo de zinc y tablas a falta de ventanas. Esa tarde ella se encontraba de pie y tenía a la niña en los brazos. Estaba tronando. De pronto, 'vimos la candela que corrió hasta donde yo estaba con la niña, me la quitó y me la devolvió, pero yo creo que ya estaba muerta… eso le cayó en la cabeza'. Al final, un humo negro invadió la construcción.

Aunque temían lo peor, los esposos salieron a buscar ayuda. Consiguieron llevar a la menor a Juan de Acosta, pero al llegar al centro asistencial los médicos le corroboraron que estaba sin vida.

'Yo digo que esa cosa no nos mató porque la niña la recibió por nosotros', relata mientras trata de evitar las lágrimas, sentada en una banca rudimentaria.

Este 5 de diciembre la pequeña cumpliría 5 años. 'Me hace falta, por eso me voy al pueblo, a San José de Saco, para no estar acordándome de eso', asegura la abuela.

En medio de su tristeza Martha también muestra un orificio en una pared que dejó la descarga del rayo, aquel 22 de agosto, en la parte trasera de la construcción.